El empate del FC Barcelona ante el Girona debería dibujarse a partir de dos escenarios tan distintos como representativos con el guion establecido. El Barça de la primera mitad, con Arthur y Vidal en los interiores, fue, además de en lo numérico, un equipo muy diferente al de los segundos cuarenta y cinco minutos, con Coutinho y Rakitic por delante de Busquets. Dos versiones muy diferentes que, queriendo dejar a un lado la consecuente salida de Dembélé, volvieron a repetir ciertos vicios; sobre todo defensivos. Pero que, con el chileno y el brasileño partiendo desde el inicio, sirvió –deteniéndonos en el primero- para ponerle rostro de una vez por todas a un comportamiento táctico que, aunque solo sea por la novedad de los hechos, llevó al Barça a adoptar un plan que poco, o nada, guarda de parecido con el de Anoeta o el del pasado martes.
La agresividad de Vidal le sentó bien al Barça, y a Messi. Aunque contó con la ayuda de Busquets; por detrás suya y de Arthur
El FC Barcelona de Arthur y Vidal quiso hacerse dueño del esférico. Pero haciendo uso, para ello, de una serie de movimientos ciertamente inéditos a los que manejan habitualmente Coutinho y Rakitic. Con el brasileño yendo cerca de Busquets, aproximándose así sobre los primeros pases azulgranas en la parcela del Girona, el verdadero embrollo de la cuestión radicó en el ratio de acción de Vidal –partiendo desde el interior derecho- para con los movimientos de Leo Messi. El chileno, en este sentido, supo interpretar en todo momento lo que demandaba la presencia del argentino en cada zona. Y además de proyectarse hasta el pico derecho del área, que ya es más de hasta donde suelen llegar Rakitic o Sergi Roberto cuando desempeñan dicho rol, el chileno se ofreció también por dentro, de despaldas a la portería de Bono, a través de una amplia serie de desplazamientos –sin balón- que garantizó, al mismo tiempo, vuelo y espacio al Barcelona y a Leo. En ese mismo reparto.
Por otro lado, conviene apuntar que el partido del chileno con balón fue también muy positivo. Y al margen de la asistencia a Messi en el 1-0, precisamente desde ese sector izquierdo del área del Girona, el de Santiago de Chile dejó una actuación ciertamente productiva con balón: superó el 90% de acierto en el pase, con cerca de 60 envíos completados, ganó 3 (de 6) duelos y acertó en el único regate que intentó durante los 58 minutos que estuvo sobre el campo. Una actuación que, siendo muy distinta a la que acostumbra –y volvió a repetir Rakitic durante la segunda mitad-, dio coherencia –y equilibrio, sobre todo equilibrio- a la ininterrumpida movilidad con la que Messi, de fuera (izquierda) hacia dentro y de dentro hacia fuera (izquierda/derecha), quiso allanar la ruta entre los cinco defensas –centrales+carrileros- y tres centrocampistas del Girona de Eusebio.
El Barça retomó su plan más habitual, con Rakitic & Coutinho
No obstante, más allá de sus lecturas para alejarse o acercarse a la pelota, las actuaciones de Vidal y Arthur también dejaron sus puntos menos positivos, por decirlo de algún modo. A pesar de que el Barça tuvo tramos de muy buena presión, con el bloque bastante junto, cortando las alas del Girona, el comportamiento defensivo de los dos interiores, malparados en ciertas ocasiones, obligó a Busquets a realizar una serie de esfuerzos –arriba, abajo, hacia un lado y hacia el otro-, que en la inferioridad numérica, y hasta que Valverde introdujo a Umtiti, desorganizaron toda estructura colectiva. Fue, precisamente en este laxo de tiempo, cuando más y mejor pudo correr el Girona hacia la portería de Ter Stegen, con Portu y Stuani como piezas más adelantadas. Y el rato en el que el Barcelona, con solo Arthur y Vidal en mediocampo, vivió más lejos de Bono. Una situación que cambió en la segunda mitad, ya con Coutinho y Rakitic en los dos interiores, hasta cierto punto. Porque en lo relativo a su defensa, el Girona volvió a acercarse a Ter Stegen. Y varias veces.
Ya en la segunda mitad el FC Barcelona sumó ciertos elementos a la causa, como la profundidad de Jordi Alba o los desmarques de Luis Suárez; pero ya en esas la estrategia se agarró a la pierna derecha de Coutinho, que esta vez pudo actuar sin la diagonal de Dembelé por delante, y a la izquierda de Messi, que se propuso en varias ocasiones sortear cuantas extremidades le salieran a su paso. Unos segundos cuarenta y cinco minutos en los que el Girona volvió a desnudar ciertas debilidades colectivas del Barça. Y un partido que, a modo de resumen, deja algunas cosas en claro: que el FC Barcelona no requiere tanta posesión como antes, que Arthur y Vidal no son Rakitic ni Coutinho y que, por mucho empeño que siga poniéndole cerca del área, Suárez tampoco es el de hace ya tiempo.
Sergio Val 24 septiembre, 2018
Lo venia diciendo… Iniesta no era un jugador que te ganaba partidos, era alguien que te ganaba torneos. Cuando se fue el barsa dejo de ser invensible. Ahora es un equipo formidable pero humano. Este equipo quizas sea mejor que el anterior que contaba con Iniesta pero requiere de aplicarse al maximo. Ya no tiene el librillo de Iniesta que hacia que el Barsa a medio gas y con todo encontra ganara. Se fue una leyenda.