El Real Madrid es, de entre los cuatro semifinalistas de esta Champions (Bayern, Liverpool, Roma), el equipo que más pases buenos ha completado en su propia mitad del campo. Sale, en función de los 12 encuentros que ha disputado para llegar hasta la final, a una media de 228 envíos (buenos) por partido. Un registro que tan solo superan City (355) y Barcelona (278); eliminados, eso sí, en cuartos y octavos respectivamente. Dicha comparativa, no obstante, se tercia aún más paradigmática si cabe al medir de tú a tú a los equipos de Zinedine Zidane y Jürgen Klopp: el cuadro red, sin contar su ronda previa, ‘apenas’ ha coleccionado 24 aciertos menos (204) que su oponente del próximo sábado en Kiev. Unos guarismos que, sumados a que este Liverpool sea, por otro lado, el cuarto equipo que más envíos ha errado sobre su terreno (237), por los 200 que ha fallado el Madrid (10º), invita a pensar en la gran relevancia que tendrá en el resultado la manera en la que uno y otro presione sobre el equipo contrario.
En base a ello, Zidane y Klopp tratarán de minimizar cuanto sea posible el riesgo de que un mal pase, en una mala zona, desemboque en una fatalidad para con sus intereses. Así las cosas, en lo que compele a este texto, el Real Madrid deberá hacer útil la seguridad, el dinamismo y la profundidad que le aseguran sus piezas para, en función de su estructura, tratar de portar el esférico de la primera a la tercera y última línea de presión que caracteriza a este Liverpool; haciendo hincapié, ahora bien, en el sobreesfuerzo al que están sometidos los centrocampistas del cuadro inglés en el dominio de las segundas jugadas. Este posicionamiento, de hecho, explica por qué el de Anfield es el colectivo que más recupera. O por qué, a su vez, es quien más duelos directos ha ganado. A lo que, por poner nombres, ha de señalarse que Henderson es quien más balones rescata para este Liverpool. Pistas, bastante esclarecedoras, de cómo, con quién y a qué altura se encuentra más cómodo presionando este equipo.
Jordan Henderson es el futbolista que más balones recupera por partido para el Liverpool
La presumible presión a todo campo del Liverpool exigirá, a simple vista, que el Real Madrid deba conducir su salida –no una ni dos veces- de manera exterior: con lo que, de conseguirlo, se aseguraría hasta tres certezas de una misma tacada: en primer lugar, si consiguiese orientar su ejercicio de forma lateral, esto, teóricamente, le garantizaría mayores beneficios que la ruta más primigenia ante este tipo de escenarios (el balonazo en largo); pues ahí lo más lógico es que la corpulencia y la destreza aérea de Lovren y Van Dijk se impusiera en numerosas ocasiones al juego de espaldas de Cristiano y su(s) acompañante(s). Por otro lado, si el Madrid lograse llevar a cabo este ejercicio a través de Carvajal y Marcelo, en ese contexto: la mera presencia de los dos laterales, el pie derecho de Sergio Ramos o la ‘lateralización’ de Kroos a la hora de compensar las subidas del brasileño conseguirían contrarrestar, en gran medida, la agresividad defensiva de este Liverpool a través de un doble prisma: obligándole a acudir más lejos en su presión, haciéndole ensanchar sus esfuerzos dentro del 4-4-2 (en defensa); lo que, por otro lado, le llevaría a no depender tanto –como ha hecho hasta ahora- de su robo en el carril central: desde donde le es muchísimo más sencillo transitar (a toda pastilla) con sus tres delanteros.
Por último, pero no por ello menos importante, conviene insistir nuevamente en que la tarea de Marcelo y Carvajal, en contacto con Modric, Kroos, Isco y/o Benzema será, al menos sobre el papel, de vital importancia para llevar el esférico hacia la única zona en la que el equipo –si congeniasen bien todos sus hombres- podría sentirse algo más aliviado ante una pérdida: los picos del área. Estos, en ambos perfiles, serán –o deberían ser-, la segunda meta que ansíe Zidane para el partido, tras la delgadísima línea que separará a Loris Karius de caer al abismo. Un sector que, no obstante, demandará al Real Madrid una colectivización y una cobertura constante para sus laterales, en pos de que el plan pueda ser un éxito ante la incesante amenaza que suponen Salah, Firmino y Mané; quienes siempre han demostrado un enorme entendimiento del tiempo y los espacios. Si el Real Madrid, dicho de otra forma, consigue llegar hasta esta(s) zona(s) –los picos del área- será, ante todo, porque ha llegado allí junto, en un mismo bloque, que es lo que más destrezas –arriba y abajo- exigiría de este Liverpool; que si de algo no puede alardear (tanto como del contragolpe) es de su inventiva sobre dimensiones muy reducidas.
La posición de Marcelo y Carvajal será clave para trasportar el esférico lo más arriba posible
Los números hablan por sí solos. El Real Madrid cuenta a estas alturas de la película con hasta cuatro (Kroos, 461; Isco, 367; Modric, 361; Marcelo, 330) de los diez futbolistas que más pases buenos han completado en campo rival durante esta Champions. Algo que, de cara al próximo sábado, Zidane deberá poner en valor para tratar de superar, a golpe de calidad, las distintas pruebas que le vaya planteando su homólogo alemán. Y en esas, los papeles de Marcelo y Carvajal son sumamente importantes para el equipo, dada la complementariedad del uno con el otro y para el juego colectivo. El brasileño, partiendo desde la izquierda, sin duda alguna el sector más creativo del equipo blanco, es, como volvió a demostrar ante PSG, Juventus y Bayern de Múnich, absolutamente determinante en dos de las tres fases sobre las que se sustenta todo planteamiento moderno: organizando y atacando. Mientras que Carvajal, por una cuestión tan técnica como física, destaca cuanto más cerca interviene de las dos áreas. Dos nombres que, sea como fuere, son de enorme trascendencia para el fútbol blanco.
Porque un buen Marcelo y un buen Carvajal son, en contacto con Kroos, Modric, Isco, Ramos o Benzema, argumentos de muchísimo peso en el ataque posicional. Y esa, con total seguridad, será una de las muchas claves que lleve a Zidane a elegir entre uno u otro sistema: la manera en la que, de mediocampo hacia delante –con la excepción del central andaluz-, consiga rodear al brasileño y al de Móstoles cuando, colectivamente, rubriquen sus acciones. El 4-1-4-1 del Allianz Arena, por utilizar un caso muy reciente, se acabó quedando corto ante las evidentes dificultades que mostró el Real Madrid para encadenar tres o cuatro pases consecutivos. Pues, de manera coral, el hecho encuentra su explicación a partir de la disposición tan particular del equipo cuando pretende dominar a partir del esférico. Algo parecido a lo que sucedió durante la visita del PSG al Santiago Bernabéu. Y es que, como ha quedado demostrado, el rombo (4-4-2) desprotege en demasía a los dos laterales: quienes quedan a merced de una sobreactuación imaginativa para servir de verdadero peligro. Porque si el plan del Real Madrid en Kiev pasa por alejar a Salah (& Cía.) de Keylor para acercarse a la victoria, deberá ayudar a Marcelo-Carvajal a clavar la bandera. Y para ello el rol de los interiores, Isco, Bale o Benzema es clave.
David de la Peña 25 mayo, 2018
Coincido totalmente con Adri: limitar las transiciones del Liverpool pasa por perder el balón arriba y con el equipo muy junto. ¿Cómo conseguirlo? Parece difícil sin Benzema, es indiscutiblemente más sencillo con Isco y parece imposible conseguirlo sin Carvajal y Marcelo bien potenciados -y estos, sobre todo esta temporada, han estado más cómodos con dos piezas más o menos fijas en posición de extremos-. La ecuación no resulta sencilla para Zidane. ¿Vosotros cómo la resolveríais?