“Ni tan deprisa que te mates ni tan despacio que no andes”. Algo así debió pensar Klopp en el momento en el que dio luz verde a la llegada de Fabinho a su Liverpool, solo dos días después de la final de Kiev. El futbolista brasileño, tras cinco temporadas en el Monaco, ya es el segundo fichaje ‘red’ para la próxima campaña, junto a la llegada (ya sabida) de Naby Keita. En el fútbol, como en la vida, todo tiene sus porqués y el fichaje del ex del Real Madrid cumple, antes de bucear en más detalles, con una máxima que en Ucrania puso al equipo británico –mermado por las lesiones y sus secuelas- varios escalones por debajo del blanco mucho antes de que el esférico empezase a rodar: el Liverpool, con Fabinho, eleva su techo competitivo; mas en una zona no del todo ‘noble’, entre titulares y suplentes, para quien ha querido ver su rostro reflejado en el metal.
Porque, para empezar, una de las muchas posibilidades que ampara la llegada de Fabinho es que el mediocentro del próximo Liverpool pase a estar construido, además del brasileño, por Henderson y el propio Keita; tres piezas que, en manos del técnico alemán, estiran ipso facto el nivel, las opciones y el potencial de la pareja que, dejando a Henderson a un lado, plantó cara ante el Real Madrid (Milner y Wijnaldum) tras la lesión de Oxlade-Chamberlain. Así las cosas, a la espera de ver cómo se desenvuelve el Liverpool –entradas y salidas- a lo largo del verano, lo cierto es que ya se empiezan a intuir pistas de lo que quiere Klopp para la 2018-19. Y mientras no sepamos qué retoques se aplicarán en torno a Virgil Van Dijk, la adquisición, en ese sentido, de uno de los diez mejores pasadores de la última Ligue 1 lleva implícitos muchísimos detalles.
Fabinho podrá jugar de ‘5’ o como interior en el Liverpool de Klopp
Por un lado, la consistencia y la potencia física de Fabinho casan como anillo al dedo con la ya conocida propuesta del técnico germano. El brasileño, que debutó como lateral en el Madrid de la mano de José Mourinho, ha hecho carrera como mediocentro; ya sea pivote o interior, donde –presumiblemente- seguirá jugando ahora que llega al Liverpool. Este curso, todo hay que decirlo, Fabinho se ha mostrado muy irregular entre –y durante- sus prestaciones. Aunque esto, en cambio, no le ha privado de ser el futbolista (de campo) que más recuperaciones ha coleccionado para el Monaco, con una media de algo más de 7 por encuentro de Ligue 1 (250 en total); así como de ser el primero, con bastante diferencia con todos los demás, que más pases buenos ha completado en el club monegasco (1708). Dos señales, inequívocas, de todo lo que se espera de Fabinho cuando ponga un pie sobre el césped de Anfield.
Sin firmar su mejor año, ha sido el mejor recuperador del Monaco
La fisonomía de Fabinho, que roza el 1.90 y no supera los 80 kilos, es su mejor aval para llegar adonde su técnica no le alcanza; parafraseando aquello que dijo Klopp poco antes de la final ante el Madrid (“No podemos entrar en su juego; con la táctica podemos reducir su calidad y ponerlo a nuestro nivel”). Una vez constatada su lucidez en el pase, la que le lleva a jugar –sin desentonar- de ‘5’ en toda divisoria que se preste con uno/dos jugadores más alrededor suyo; desde dicha posición, como ha mostrado este mismo curso en el Principado, Fabinho cuenta con la aptitud para lanzar al espacio, además –como decíamos- de para empezar el juego en corto, a partir de su pie derecho. Algo que en el Liverpool, y más en el contexto de la Premier, encaja para ese otro tipo de escenarios en los que Milner y Wijnaldum, que son quienes han acabado la temporada, no ofrecían el mismo cómputo de certezas que en los encuentros más abiertos. Fabinho, dicho de otra forma, es seguridad (pase), tiempo (recorridos) y espacio (envíos); tres detalles acordes con lo que siempre ha ansiado Klopp desde su etapa en el Mainz 05.
Está por ver, entonces, qué rol decide otorgarle Klopp a su(s) nuevo(s) fichaje(s). Pero si la cosa, según parece, pasa por situar a Fabinho en uno de los dos interiores (y Keita en el perfil opuesto), el Liverpool se podrá beneficiar de (todas) las destrezas que irradian del fútbol del carioca. Fabinho, escudado tal vez en su recuerdo, presume de potencia para conducir de una forma bastante explosiva; tiene llegada desde la segunda línea, donde es capaz de filtrar o disparar sin importarle para ello la distancia; y resistencia, con la especial trascendencia que esta significa para el Liverpool, con la que comandar largas y extensas fases de presión –al igual que en el Mónaco-, sobre las que Klopp sustenta su particular idiosincrasia tras cada pérdida. Fabinho, en resumidas cuentas, es una pieza instrumental para hacer escalar al conjunto muchos metros, ya sea con balón o sin él. Algo que, por lo pronto, pasará por cimentar la solidez del Liverpool; que, como volvió a dejar claro el pasado sábado, depende en exceso de sus esfuerzos sin el esférico.
Albert Blaya Sensat 30 mayo, 2018
No sé que expectativas tenéis con los Reds, pero yo, muy altas. porque el problema defensivo del liverpool es más de concepto y colectivo que de "piezas". Y las llegadas de Fabinho y Naby Keita son tremendamente estimulantes y sumadas a las piezas ofensivas que ya están, puede salir un equipo mucho más del agrado de Klopp. Ojo con el Liverpool.