No es casualidad que los periodos competitivos dedicados a las selecciones nacionales tengan un calendario seleccionado en base a su propio rodaje competitivo. Así, es común que muchas de las grandes candidatas se midan entre ellas en la última fecha previa al gran evento, a modo de simulacro, para llegar al Mundial habiendo rozado con sus teóricos e hipotéticos rivales en la lucha por el título. Una de ellas, Argentina, concertó citas con Italia y España, con tal de calibrar su estado futbolístico y competitivo. En la rueda de prensa posterior a su encuentro frente a Italia, Jorge Sampaoli no escondió la idea con la que emparejó el choque frente a la azzurra: «Quería que mis jugadores afrontaran el partido como si fuera una semifinal de la Copa del Mundo».
Es indudable que la carrera hacia el Mundial en clave argentina viene marcada por indicadores propios, diferentes a los de otra selección, pues en el análisis a presentar confluyen la línea de Messi, la del sistema colectivo a elaborar y la del estado de ánimo, el que condiciona a un combinado que persigue lo que considera justo a su historia en mitad de unos años donde perdió tres finales, con ciertas secuelas que han ido afectando a su identidad. Viniendo de la etapa más convincente, la de Alejandro Sabella, la actual albiceleste, comandada por Jorge Sampaoli, busca paliar con pura táctica lo que no tiene por calidad.
Sampaoli no dispone de gran calidad en algunas posiciones
Desde que el exentrenador del Sevilla cogió a la selección argentina, comenzando por un 3-5-2 que fue progresando hacia una línea de cuatro zagueros más estándar, su obsesión se ha enfocado en darle seguridad a su salida de balón ante posibles presiones altas y crear cultura de posesión en zona de medios cuando le esperan más atrás. El plan no es otro que intentar, como todo técnico que entrena a Messi, que el rosarino reciba más veces arriba y muchas veces de cara. Si bien tiene la libertad para mejorar cada jugada que se proponga a la altura que se proponga, la misión de todo preparador es acomodar al ’10’. Por eso, Sampaoli busca emplear e invertir en táctica.
En gran parte porque el principal problema de Argentina es la ausencia de calidad diferencial en el manejo del balón. La importancia de laterales ofensivos, tanto en participación como en incorporación, y las dificultades para que surja un mediocentro contrastado a nivel competitivo, también desafectado y despegado de lo que tantas veces se intentó y no se consiguió, llevan a Sampaoli a programar posiciones desde la pizarra para que los jugadores suplan con repetición lo que por talento no pueden formar: un sistema basado en las sinergias de ida y vuelta. Messi es la ida pero en la vuelta no todos los jugadores pueden sumar incondicionalmente.
Acomodar a Messi siempre es la solución a buscar
La mencionada anarquía de Dybala con la que Sampaoli argumentó la ausencia de Paulo en las últimas listas viene a representar el perfil bajo de partida que quiere para su cita mundialista. Como siempre, en Argentina ya no es una cuestión de jugadores, sino de encontrar una estabilidad basada en que Messi pueda recibir una parte de lo que ofrece y que el propio torneo, la evolución de Argentina en el propio Mundial, tenga un significado positivo en el alrededor de Leo. Quizás eso sea suficiente para levantarla.
Foto: Laurence Griffiths/Getty Images
ferpulpillo 27 marzo, 2018
Es tan complicado el tema de Argentina que yo creo que supera ya cualquier análisis futbolístico o táctico. Es tal el desgaste mental al que están expuestos sus jugadores en cada partido (ya ni te cuento cuando llegue el Mundial) que eso se comE a todo lo demás. Se puede pensar cómo mejoraría a Argentina un mediocentro contrastado o un interior de posesión de élite pero me da la sensación que el problema va más allá. Y claro, a Messi le afecta también, es humano. Bastante ha hecho poniendo a su selección varias veces en el alambre de un acierto/fallo en el gol para ganar un campeonato importante.