El fútbol actual, y su propia evolución, tiene en la organización y el control uno de sus pilares fundamentales. Esta cuestión puede entenderse como idea general o como postulado de determinadas escuelas futbolísticas, como la española. Desde que saboreó la victoria y legitimó su sello y su legado posterior, todos los equipos que visten la camiseta de la selección, desde la absoluta hacia abajo, quiere organizarse desde el balón de forma estructural. Pero ayer, en el encuentro entre la sub-21 de Celades e Irlanda del Norte, controlar la pelota y el partido era imposible. En un proceso de reconocer las dificultades del campo, España tiró de calidad y fogonazos para crear jugadas. De eso, de hacer jugadas e imponer calidad, entre matices y entre cada generación, va sobrada.
Albert Celades maneja un grupo excelso técnicamente
Valedero para el próximo europeo sub-19, y en un césped en el que controlar el esférico y orientarlo para dar un pase raso era imposible, los hombres de Albert Celades aceptaron, poco a poco, que había que llegar al área, que las acciones debían de ser agresivas, que dar un pase atrás u horizontal perdía valor porque, de hecho, sumar pases perdía valor. Combinar y asegurar la posesión era un riesgo; la pelota podría escaparse en un mal bote, levantarse o irse larga. Había que hacer daño con ella, buscar el espacio, ser vertical. Sumado el contratiempo del estado del campo, Irlanda del Norte no esperó atrás ni se encerró, sino que buscó el intercambio de balones largos, el bote incontrolado, presionando arriba, provocando balones aéreos y juego de áreas. Ante una selección de centrocampistas, parecía una buena opción.
Oyárzabal castigó muy bien los espacios
El caso es que dicha desorganización y aleatoriedad permitió a España activar determinadas jugadas que quedaron reflejadas en cada aproximación al área. Fue un encuentro de nombres propios. El primero, Mikel Oyarzábal. El jugador vasco comenzó esta temporada con la misión de acondicionar y reformar su abanico de recursos con más participación en las jugadas colectivas de la Real Sociedad, pero ayer afloró su esencia para atacar la espalda de una zaga fijada por un ‘9’. Cuando España se vio con el balón por el carril central, Irlanda cerraba la vía de Mayoral pero Oyárzabal entendió el flanco débil, en número y vigilancia, para habilitarse con enorme sensibilidad y tiempos, una de sus características más valiosas. Pero para ello, necesita pasadores.
Ceballos y Fabián generan orden propio y desorden rival
Y del Villamarín nacieron dos de los buenos. Junto a Mikel Merino, un mediocentro con gusto por los pases largos, los cambios de orientación y batir líneas con un toque, aparecieron Dani Ceballos y Fabián Ruiz para colorear momentos concretos. Las líneas irlandesas no eran de lo más fiable para frenar, antes o después del toque, una acción o una asociación concreta. Y Ceballos y Fabián Ruiz, véase el primer gol, son extraordinariamente buenos. Quien mejor rédito sacó del juego directo y la aparición por banda fue Borja Mayoral, muy cómodo y fluido para caer a un costado y esperar como goleador. Ha sido norma en la etapa de Celades escapar de la autoexigencia con balón para exprimir al máximo la calidad individual. Y ahí, España es una catarata.
Coronel 23 marzo, 2018
¿Cómo definiriais a Fabian Ruiz? ¿Y en qué demarcación del medio del campo lo veis? A mi me gusta mucho pero yo no lo termino de ver como interior, sino más de MCD… Creo que su evolución lo llevará ahí, y es ahí donde puede evolucionar más. Vamos, está es mi impresión, quizá esté equivocado.