El debut de Vincenzo Montella como entrenador del Sevilla FC no pudo acaparar mayor cuota de emoción. Se produjo, ni más ni menos, que en el derbi de la capital andaluza celebrado el día de Reyes. Pero el gran regalo de la jornada no lo recibió él, sino su homónimo del banquillo rival Quiqué Setién: Fabián Ruíz, el niño reconvertido a interior derecho, es un futbolista superior. Desde ya.
El primer tiempo del encuentro estuvo caracterizado por un hecho singular: la posesión estuvo repartida en porcentajes casi idénticos, pero cada uno de los equipos hacía un uso de la pelota francamente diferente. El Sevilla, quizá por el ímpetu imprimido por el cambio de técnico y también por la localía que defendía, matizó sus momentos con una dosis mayor de verticalidad y espíritu ofensivo, pero en ningún caso encontró la claridad añorada. La única vía de agua que descubrió fue la inmadurez del joven lateral derecho Francis, si bien la seguridad del central Feddal en el área propia anuló cualquier ventaja que pudiera originarse por allí. Cabe añadir, además, que las rutinas del doble pivote N´Zonzi-Banega resultaron previsibles y espesas, ya que el argentino acaparó toda la creación de juego y el francés, a menudo, se quedó sin función, dejando la sensación -por no decir que el hecho práctico- de que el Sevilla jugaba con 10 cuando movía la pelota.
El Sevilla explotó a Banega y jugó con rutinas un tanto antiguas.
Puede que la sobreexplotación creativa de Banega y también ese cuadriculado reparto espacial que hizo el (real o ficticio) doble pivote a la hora de dividirse el campo en izquierda -para el argentino- y derecha -para N´Zonzi- fuera el principio del porqué de las facilidades que disfrutó el Betis para crear peligro por el sector diestro de su ataque. Con Boudebouz fijando como extremo derecho abierto, Fabián Ruíz también lateralizando su posición para alejarse de Ever y trazar la diagonal fuera-dentro y las subidas del chaval Francis, la iniciativa táctica era absolutamente verdiblanca, lo que estaba dotando a su ofensiva de una calidad superior a la hispalense pese a que, con la misma posesión, estaba llegando menos a la zona de finalización. Rentabilizarlo iba a depender del acierto técnico de los futbolistas. De ahí que Setién moviera ficha en el descanso.
Con Andrés Guardado en banda derecha, el Betis dominó y brilló.
El ajuste que semi-garantizó la victoria bética consistió en el cambio de posición entre Boudebouz y Guardado. El argelino subió a la segunda punta y el mexicano cayó hacia allá donde residía la ventaja. El resultado fueron goles, espectáculo, grandeza e incluso un apuntalamiento defensivo allí donde el inexperto Francis podía seguir sufriendo. Seguramente, Montella se arrepintió de no haber atacado al chaval con Joaquín Correa, en lugar de con Nolito, durante la primera mitad. Tras la reestructuración de Quique Setién, ya era demasiado tarde. Apenas la extrema fragilidad aérea del Real Betis abrió la puerta a que el nuevo Sevilla FC intentase competir.
Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images
@peinado90 7 enero, 2018
¿Recordáis otro equipo con tantos jugadores talentosos zurdos? El partido y los goles del partido se resumen muy fácilmente: fragilidad del Betis en el balón aéreo (goles del Sevilla) y la calidad de los zurdos del Betis + acierto de Setién metiendo a Tello y abriendo a Guardado. Feddal estuvo imperial en defensa y soberbio con el balón en los pies (perfecto su cambio de orientación antes del 2-3). Fabián se dio un festín, Guardado es un seguro y Boudebouz pese a que para mí empezó fatal (perdiendo cada balón que tocaba y haciendo muchas faltas en lugares peligrosos) acabó sumándose al partido y siendo participe directo del 2-3 que fue una obra maestra de jugada donde, además, participaron todos esos zurditos verdiblancos.