Estadísticamente, Neymar JR es, con mucha diferencia, el futbolista de mayor impacto en lo que va de temporada: sus cifras de goles producidos son un escándalo (8 goles y 5 asistencias en diez partidos de Ligue 1; 6 goles y 3 asistencias en cinco partidos de Champions League), lidera de forma aplastante el ratio de regates/encuentro y nadie crea el número de ocasiones que él promedia. Su dominio sobre el campeonato francés y la fase de grupos de la máxima competición han sido estremecedores aunque, por un motivo excitante, no se le haya dado un bombo exagerado: de antemano, se sabía que lo haría.
Como pocas veces pasa, Neymar ha llegado a ese punto en el que da igual lo que haga hasta el mes de marzo; será entonces cuando se mida si ha cumplido o no con su parte del trato con el fútbol. Es decir, si está entre los mejores. Este (bellísimo) preámbulo al que se está asistiendo tan sólo sirve para calmar la gusilla y para que podamos hacernos una idea de las ventajas que disfrutará y las trabas que le penalizarán cuando arribe el momento de la verdad. Y en lo que concierne a esto, al contexto que le está diseñando su entrenador, Unai Emery, por ahora no cabe desatar un optimismo desmedido. Más bien, lo que más cabe es una moderada preocupación.
En ataque posicional, Neymar parece obligado a hacer la jugada del siglo para generar ventajas.
En la fase de contragolpe, todo fluye. Tanto los defensas como los centrocampistas del Paris Saint-Germain están dotados para el primer pase y los compañeros de Neymar arriba derrochan calidad cuando se trata de atacar espacios. Mbappé en particular es un prodigio interpretando los huecos y las velocidades -amén de poseer facultades que, aplicadas al contragolpe, hoy por hoy, son superiores a las de todos menos a las del propio Neymar-, mientras que Cavani exhibe una superioridad física sobre sus adversarios y una agresividad para explotarla que generan de por sí y automáticamente un marco espectacular. Con estos jugadores, es literalmente imposible no ser una máquina en transición. Por descontado, Unai Emery, experto en el menester, ayuda a que se perciba.
En ataque organizado, el asunto difiere. Resulta muy complicado descubrir en el Paris Saint-Germain cadenas de pases automatizadas o rutinas de movimientos frecuentadas; el margen a la improvisación es enorme por no decir que se está ante un ataque sin identidad definida. A partir de ahí, y en un rol muy semejante al ejercido durante la segunda vuelta de la temporada pasada en el FC Barcelona, Neymar JR se erige como solución bajando a recibir la pelota a la línea medular e intentando desequilibrar a partir de paredes o, sobre todo, su conducción. Hasta la fecha, la dinámica le ha funcionado con creces, su superioridad individual ha sido tal que se ha impuesto a las dificultades, pero se impone concretarlas para que consten en acta: Neymar recibe cerca de la divisoria con las dos líneas defensivas principales del adversario mirándole de frente y separándole de la portería que busca perforar. Así que es legítimo preguntarse si cuando los hombres que compongan esas líneas sean los defensores más experimentados del planeta a Neymar, y al PSG, les van a valer esta verde hoja de ruta.
No obstante, en un plantel tan amplio como el parisino, y tan repleto de talento práctico contrastado, siempre pueden surgir relaciones especiales, de las denominadas «de calle» o espontáneas, que suavicen las asperezas. Y en efecto, nuestro protagonista ha fraguado lo que promete ser una bonita y fiel amistad.
Adrien Rabiot es el compañero que más piensa en qué necesita Neymar durante el ataque posicional.
La buena noticia para Neymar estriba en el jugador más mejorado del Paris Saint-Germain en esta temporada, que no es otro que Adrien Rabiot. La joven promesa de Francia ha dado un salto jerárquico en la plantilla y se ha hecho un hueco en el once como interior izquierdo titular, y lejos de invertirlo en su lucimiento propio -lo cual estaría a su alcance dada la vistosidad de su repertorio-, está mostrando madurez y pensando en el colectivo, que es algo muy próximo a pensar en Neymar. Rabiot ha leído que Neymar sería aún más determinante -y que su dominio actual sería mucho más extrapolable a la máxima competencia- si alternase sus recepciones retrasadas con apariciones entre líneas que le habilitasen para atacar recorriendo menos metros y con una línea defensiva -la medular- eliminada de por sí. En pos de ello, ha desarrollado unas pautas de movimientos profundos que le hacen a menudo superar la posición de Neymar, recibir un pase, frenar protegiendo el balón y devolvérselo luego al brasileño que llega de cara y viendo el peligro de frente. Dicho de otro modo, Rabiot está siendo un remedio realista y fiable a esa amenaza colectiva para el éxito de Neymar que podríamos titular «sistema ofensivo subdesarrollado».
En ataque posicional, Neymar parece obligado a hacer la jugada del siglo para generar ventajas.
La temporada 2017/18 todavía se halla en una etapa muy temprana de su vida y no debe extraerse ninguna conclusión definitiva. A menudo, los equipos que acaban ganando o rindiendo a un nivel muy alto en las eliminatorias de Copa de Europa terminan de perfilarse en los meses de enero y febrero, tras el parón de la Navidad, cuando los técnicos dan por finalizadas las fases de prueba y error y se decantan por un sistema específico sobre el que centran todas sus atenciones. El Paris Saint-Germain goza de tiempo más que suficiente para construir un modelo de juego que le deje en situación de marcar diferencias en la medida que su potencial le permite. En la medida que, hablando en plata, le sirve Neymar. Un Neymar aún no optimizado cuyo único plus externo en la fase de ataque posicional radica en el proceso de maduración de Adrien Rabiot.
Foto: CHRISTOPHE SIMON/AFP/Getty Images
Carlos 28 noviembre, 2017
Ylo cre que Neymar, aparte de todo lo que ha escrito @Abel, con lo cual estoy totalmente de acuerdo, tambien pienso no esta del todo optimizado porque en el equipo no se esta haciendo todo lo posible para que eso pase.
Por algun motivo, el cual no logro comprender, el PSG y Emery le han dado todos los galones a Cavani, pese a ser un jugador peor que Mbappe, y mucho peor que Neymar. El equipo da la sensación muchas veces que Cavani es la estrella, y yo no se hasta que punto sea sostenible esto, porque a Neymar ya le costó ser escudero de Leo Messi, de Cavani, es que simplemente no puede aceptarlo