El arranque de temporada del Bayern Munich 17-18 no está siendo para nada fluido. A los problemas ya contrastados de su transición defensiva, la cual entra en escena poco, pero cada vez que lo hace sale a deber a pesar del buen rendimiento de Sebastian Rudy, se le ha de sumar el empobrecimiento de su circuito asociativo. El partido ante el Wolfsburgo, que ya era flojo cuando lo iba ganando 2-0, mostró lo peor del Bayern en este sentido. Nulo juego interior, ritmo bajísimo, pases previsibles… Ni siquiera hizo acto de presencia esa sensación de peligro constante que siempre genera en el Allianz.
Fue la versión más plomiza del Bayern Munich. Rafinha como lateral izquierdo, Arturo Vidal al lado de Rudy y Robbery escoltando a un Thomas Muller que volvió a repetir en la mediapunta. Y aunque es cierto que el técnico italiano trató de fomentar la movilidad liberando de los costados tanto a Robben como a Ribery, la intención no fue más que eso. A los veinte minutos cada futbolista estaba en su sitio. Estático. Esperando un pase muy esperado para controlar, levantar la cabeza y repetir secuencia. El Wolfsburgo sólo tenía que aguantar.
Aunque a cuentagotas, lo mejor del Bayern en este comienzo de temporada lo han puesto Coman, Tolisso y James Rodríguez.
Lo que en su caso esperaba el Allianz Arena era la entrada de uno de esos futbolistas que, aun sin demasiada continuidad, han sido protagonistas de los mejores minutos de lo que va de temporada. Estamos hablando de Kingsley Coman, de Corentin Tolisso y, sobre todo, de James Rodríguez. Ellos han sido los que han agitado a un equipo que lleva tiempo necesitando un plus de energía en los últimos metros del campo. Lo que sucede es que James no sólo es eso, sino que también es un futbolista con un tipo de calidad y de ritmo que cambian por completo la escena. Entre semana, ante el Schalke, sin cuajar tampoco un gran partido, el Bayern pudo realizar otro tipo de jugadas porque, básicamente, James las forzaba.
Porque de su magnífica golpeo con la zurda hemos tenido noticias hasta en sus peores momentos, pero lo que hemos podido olvidar por el camino es ese cambio de ritmo constante que provocaba el colombiano en aquel magnífico otoño de 2015. Unos cambios de ritmo a los que se llegaba desde su brutal movilidad, desde sus controles orientados y, por supuesto, desde un golpeo siempre destinado a acelerar la jugada. Carlo Ancelotti, su entrenador en aquellos días, va a necesitar precisamente esta versión de James Rodríguez para activar los talentos que van a jugar a su alrededor, incluidos los de Robben o Ribery. Por el momento, las noticias son positivas a título individual. En dos partidos que ha comenzado como titular, James ha promediado 70 pases, es decir, veinte más que en su año más pródigo. Ese es el camino. Quizás, de hecho, sea el único camino. Para James, para el Bayern y para Carletto.
Foto: Alex Grimm/Bongarts/Getty Images
DavidM_SVQ 23 septiembre, 2017
Qué difícil debe ser para Ancelotti renovar un circuito asociativo que ha perdido a dos piezas tan relevantes como Xabi Alonso y Lahm. Ambos eran las figuras claves para desde la posesión llegar a campo rival y asentarse en éste.
Al menos han ganando una pieza como James que además de aportar en la elaboración, te da mordiente en las inmediaciones del área. Algo para lo que Thiago por ejemplo no es tan importante.