Dos de las grandes noticias del primer sábado de la Liga española se produjeron en el emocionante RC Celta 2-Real Sociedad 3. La menos consecuente consistió en la remontada del equipo de Eusebio, que durante la temporada pasada adoleció de una preocupante capacidad de reacción cuando su plan A no le permitía dominar los partidos y marcar la diferencia desde el principio. No obstante, y pese a que los cambios ofensivos (Vela por Canales, Juanmi por Oyarzabal y Agirretxe por Prieto) seguramente pesaran, los txuri-urdin no giraron el signo del juego para convertir el 2-1 en el 2-3 definitivo. Un 2-1, aquél, cuya gran razón residió en el nuevo delantero centro del conjunto de Balaídos, el uruguayo Maxi Gómez.
Maxi Gómez debutó con un doblete goleador muy noticioso.
El joven (21 años) debutó en el campeonato más dotado de Europa marcando un doblete de cierta calidad. Los dos remates decisivos exhibieron instinto, calma y técnica; por lo tanto se puede afirmar que quedó la sensación de que su relación con el gol no será flor de un día, sino que se está ante un killer con posibilidades muy serias de superar la docena de tantos. Justo por eso, los ojos se fueron hacia él para buscar qué más había, y sin ánimo de sacar una lectura final sobre él, sí cabe señalar que no hizo otra cosa durante el encuentro, que no aportó ningún detalle/matiz al juego del Celta, y aunque no se va a sentenciar que esa vaya a ser su constante, sí parece una buena excusa para reflexionar sobre si en la Liga actual es viable contar con una pieza que no dé nada al sistema colectivo.
La Liga pone muy difícil competir con un «9» que no juegue.
La Liga plantea dificultades en todas las fases del juego; no regala ni una única situación. Se presiona la salida desde atrás, no se da tiempo a los centrocampistas para que piensen, no facilita espacios vacíos en la zona de aceleración… Mientras que en el resto de países alguno de los retos del fútbol moderno no existen, en España es obligatorio prevalecer ante todos y cada uno. En este aspecto, la evolución del delantero centro se ha percibido porque en casi cada once titular hay uno con cierta calidad asociativa y no se hable ya de lo desequilibrantes que resultan aquellos que, al caer a una banda, amenazan por sí mismos con generar una ventaja. Disponer de un hombre que toca el balón 20 veces por cada 90 minutos y que no supone ninguna amenaza latente hasta que su equipo no se asienta en el último cuarto de campo despreocupa -o anima- a los centrales rivales y provoca una superioridad numérica defensiva en la frontal del área que pone muy, muy difíciles las cosas al equipo que pretende atacar. Si Maxi Gómez participa tan poco como en su debut contra la Real Sociedad, va a tener que marcar muchísimos goles para que Unzué lo mantenga en el once y el Celta vaya fluido.
Foto: David Ramos/Getty Images
JackBonaventura 20 agosto, 2017
Estando muy de acuerdo con lo que expone Abel creo que para un delantero joven que se estrena en la liga, lo primero es el gol (¿Bakambu?)… y ya luego, los buenos entrenadores y equipos que hay en la misma le harán llegar el fútbol. Por ende, soy optimista con Maxi Gómez. He visto más fracasos de delanteros con fútbol pero sin gol (Vietto en el Atleti, Santos Borré, Araujo en Las Palmas) que de delanteros con gol pero sin fútbol. Y estos últimos (Bakambu, el primerísimo Willian José, Enrich, Borja Bastón) se han convertido en muy buenos futbolistas.
Ergo soy optimista con Mad Max.
Y por cambiar de banda, creo que la variante al plan A de Eusebio, aunque forme parte del mismo, se llama Adnan Januzaj. La liga le necesitaba y él necesitaba a la Liga. Llevaba años jugando en ligas equivocadas.