Cada vez que esta noche el Real Madrid se disponga a lanzar un saque de esquina, la mitad del mundo conocido contendrá su respiración. Eso está garantizado. A partir de ahí, la Final obedecerá a si a la otra mitad le sucede o no lo mismo. Y dependerá de Sergio Ramos. Él fue el niño que llegó al Santiago Bernabéu con 19 años y pidió el «4» de Hierro porque ya soñaba con ser capitán, con ser el mejor, con pasar a la historia; y también fue ese hombre que tardó en ser el presente porque siempre vivió para el futuro. Para su futuro. Para hoy. Hoy, Sergio Ramos es el mito que intentará con su fútbol, con su poder, la tarea de arrancarle la confianza, la seguridad, la esperanza… a la moralmente férrea Vecchia Signora.
Las circunstancias podrían favorecerle. Tanto con balón como sin él, las características y las rutinas de la Juventus FC le benefician por lo bajo y por lo alto, en referencia a que no se trata de un equipo que ponga énfasis en el tipo de acciones que más le comprometen, y a que exige la superación de algunos retos donde el jefe del Real Madrid se siente particularmente cómodo. Por eso, y por su manera de ser, Ramos encarará la Final de Cardiff siendo el futbolista con mayor capacidad de intimidación del partido con permiso de Luka Modric. A lo largo de esta edición de la Champions, nadie ha dado una excusa, y menos una razón, por la cual Buffon, Bonucci o Chiellini debieran sentirse inferiores a su rival, pero una gran actuación del capitán blanco podría valer la excepción. Él sí puede llevar el juego hacia terrenos donde la Juve no sepa se antemano qué ocurrirá a continuación. Él sí puede forzarla a realizar ajustes o gestos que no domine. Él sí puede, por vez primera, hacerla jugar al ajedrez con piezas del color negro.
Dybala e Higuaín son jugadorazos pero, a día de hoy, no muy agresivos, y eso puede potenciar a Ramos.
Partiendo de que es defensor, hay que especificar que la manera de atacar de la Juventus no castiga sus puntos flacos. Ramos es un futbolista de 31 años que prefiere la tranquilidad a la agitación, y la delantera liderada por Dybala y coronada por Higuaín no representa un reto de perfil físico. Por un lado, la movilidad, tanto colectiva como individual, no es excesiva. Mandzukic y Alves están bastante atados a los costados, Higuaín ejerce de boya y apenas Dybala destaca por sus desmarques entre líneas pero tampoco estamos hablando de un jugador especialmente eléctrico en esas lides como pudieron ser el Özil de Mourinho o el Götze de Klopp. Eso permitirá a Ramos empezar y acabar sus fases defensivas en posiciones bastante cercanas. Además, a título individual, la Juve tampoco posee piezas que por sí mismas impliquen un cambio de ritmo, sobre todo si se consuma el vaticinado sacrificio de Cuadrado. En términos de profundidad, asumiendo que Higuaín ha reducido -y mucho- su número de rupturas en beneficio del de apoyos, tampoco se presagia un guion que exija a Ramos más carreras hacia atrás de la cuenta. Si todo se desarrolla según lo previsto, Sergio Ramos va a ser el futbolista más agresivo de su entorno, y ello suele traducirse en metros, suficiencia, continuidad y autoestima para el Real Madrid.
Sergio Ramos será capital para que la creación del Real no dependa en exclusiva de Marcelo y Carvajal.
En cuanto a su creatividad, de Ramos penderá el hecho de que la Juventus se vea -o no- condenada a defender en circunstancias que le resulten desagradables. Salvo en contadísimas fases contra el AS Monaco en las que Bernardo Silva terminó de seducir a Guardiola para que cerrase su fichaje, los de Allegri han podido focalizar su actividad y tensión defensiva en los costados. Frente al Barcelona por ejemplo, consiguió trasladar cada motor de su rival a una de las bandas, casi siempre la de Neymar y a veces Messi en la derecha en la vuelta del Camp Nou. Para la Signora, cuya fuerza defensiva principal reside en la gestión que hace del pase que, desde la banda, regresa al centro, eso equivale a sensación de control. Además, Mandzukic y Alves nunca permiten la superioridad numérica del oponente en zonas abiertas, pues este grupo defiende con ocho.
Pero si el Real Madrid logra construir puentes entre su columna central, y con ello trasladar el encuentro a la zona de Pjanic y Khedira, la Vecchia Signora va a tener que defender la zona que menos conoce, y va a redescubrir el sabor, olor y dolor de la angustia. Y Ramos ya demostró contra el Atlético de Madrid que es muy capaz de propiciar ese tipo de batalla. A su carácter, calidad y visión se le une un contexto que le potencia: en la izquierda siempre cuenta con un hombre abierto que no pierde el balón, que a veces es Marcelo y, con el 4-3-1-2 que sugiere mayor profundidad al brasileño, suele ser Kroos. Eso es un desahogo que además le permite ser más constante porque cuando la pelota va a Kroos, si la situación se presta, le vuelve a Ramos en buenas condiciones para que conduzca y penetre en campo rival. Además, que el epicentro se desvíe hacia la izquierda, donde también cae Isco, está mejorando el veneno de su cambio de orientación hacia Carvajal y su pase interior a Modric, cuya re-explosión como regateador y saltador de líneas guarda mucha relación con todo esto. A nivel de guion, o de reglas, la victoria para Zinedine Zidane consistiría en que Kroos, Isco y Modric tuvieran, como mínimo, el mismo peso en el encuentro que Marcelo y Carvajal. Y nadie tendrá más voz y voto en ello que Sergio Ramos.
Sergio Ramos deberá convencer a Bonucci, Barzagli y Chiellini de que él es el mejor central de la Final.
El fútbol se juega con la mente antes que con los pies y el madridismo y quienes más lo sufren ven en Sergio Ramos esa figura que trasciende, pero esa sensación que tanto significa en el entorno del fútbol español o víctimas recurrentes como el FC Bayern Múnich no hará presa de la Juventus en una primera instancia. Barzagli, Bonucci y Chiellini juegan en virtud del estatus que ellos mismos se auto-conceden y eso responde a que se consideran los mejores defensores de Europa. Para reinar en Cardiff como hizo en Múnich, Milan o Lisboa, Sergio Ramos deberá mantener un discurso que convenza a la Vecchia Signora de aquello que ahora no piensa. Ese discurso será su fútbol. Y si lo implanta como puede y sabe, cuando en el minuto 93 Toni Kroos coloque la pelota en la semi-luna de la esquina para botar un córner, podrá pasar cualquier cosa, pero todos pensarán en la misma: un gol más, en una Final nueva, del capitán que fue prometido.
Foto: David Ramos/Getty Images
Soprano_23 3 junio, 2017
Articulado, Abel. Menuda previa os estáis marcando… solo espero que haya algo de Cristiano Ronaldo el hombre de las 5 finales y tropecientas semis de la competición (me extrañaría que no fuese el que más de la historia). Sobre todo con la edición portentosísima que está haciendo.