El modesto nivel de Busquets ha sido objeto de debate desde que empezó la temporada. Un futbolista de teórica talla mundial no ha sido capaz solucionar con regularidad ninguno de los problemas que han dificultado el día a día de su equipo, ni con balón ni sin él, si bien supo completar un puñado de noches notables que hicieron descartar la mayor: su bajo rendimiento no se debía a una supuesta falta de forma física. La caída de Busquets no es tal cosa propiamente dicha, pues él sigue siendo el de siempre, sino la consecuencia más negativa de la ya casi total transformación táctica -y estilística- del FC Barcelona.
En lo vinculado a él, lo más llamativo radica en su nueva (y rara) dinámica de movimientos. Sergio sólo ocupa la base de la jugada durante la fase de salida de balón. En esos primeros pases, sí se implica con Umtiti y Piqué para intentar que el Barça progrese con la posesión controlada, pero en cuanto se supera ese trance, Busquets desaparece de la zona de pivote y se sitúa dos escalones más arriba, a menudo por delante de los dos interiores, con, se intuye, la tarea de presionar arriba de la manera más inmediata posible en el momento de la pérdida de la pelota. Su peso en la gestión del juego es ínfimo, habiendo bajado su número de pases/partido de 86,5 a 52,9 en sólo cinco años (un 40% menos de participación). En relación al curso pasado, el descenso es de 17,1 pases por cada 90 min (25% menos de presencia).
El mediocentro del Barça actual ocupa una posición mucho más adelantada que antes.
Esto está teniendo un impacto anímico en el de Badía que se traduce en datos tan interesantes como potentes. Valorando los del propio Busquets y los de Mascherano, Gomes y Rakitic cuando han ejercido de pivote en este curso, Sergio es el penúltimo en pases completados y el penúltimo en porcentaje de acierto en los mismos, con Mascherano y André superándole en ambas disciplinas. A su vez, es el que menos rédito obtiene de la nueva posición adelantada del mediocentro en este esquema, pues es el que menos ocasiones crea de los cuatro candidatos quedándose incluso por debajo de un especialista defensivo como es el Jefecito. El argentino crea una ocasión cada dos partidos y Busquets, menos de una cada tres encuentros. El haberse visto desplazado del juego afecta a su confianza. No es lo mismo marear a quien tiene que ganarse una importancia que a quien cree, escucha o sabe que ya se la ganó.
Busquets está teniendo todavía más problemas para defender que a la hora de constar en el ataque.
En cualquier caso, donde más se resiente el aporte de Busquets es en la transición ataque-defensa. La posesión culé rara vez alcanza una calidad como para que el rival se desordene antes de recuperar el balón, lo cual le permite salir fácil a la contra, superar la altura de Sergio y agujerear al Barcelona por el callejón que queda entre sus dos interiores.
Consciente de que su sistema nunca ha sido perfecto en esta fase y amenazado por la calidad que le presume al contragolpe del Real Madrid, Luis Enrique siempre ha matizado su propuesta cuando se ha enfrentado al equipo de Ronaldo, dirigiéndola más a una posesión defensiva de resultado desigual: cuando los blancos han necesitado la victoria, se han precipitado a la hora de presionar, Busquets y cía lo han bailado y se ha llegado hasta el punto de una victoria azulgrana en el Santiago Bernabéu por 0-4 sin el concurso de Messi; pero cuando el Madrid ha afrontado el Clásico con calma, ha esperado en su mitad y ha defendido como acostumbra en esos escenarios -priorizando cortar las líneas de pase en lugar del intento de robo aunque ello le cueste tener bastante menos posesión que su adversario-, ha sido el Barcelona quien ha sufrido la impotencia de no poder girar el esquema merengue, siendo la mayor prueba la baja línea de rendimiento que mantiene el mismísimo Leo Messi en los últimos Barça-Madrid disputados.
Sergio Busquets afronta un Clásico complicado porque, pase lo que pase, encontrará obstáculos de relieve. Si el Barça asume riesgos y trata de romper el partido como hoy suele para que Suárez y Messi puedan correr y aprovechar taras blancas como la soledad de Casemiro en transición o el hecho de que Marcelo no tenga capacidad de retorno, Busquets va a sufrir horrores cada vez que el Madrid controle la pelota. Si en cambio, Luis Enrique frena su posesión y plantea un choque de control, se medirá a la versión de los de Zidane que más seria e invulnerable se ha visto hasta ahora. Y ese Real es muy fuerte.
Foto: Manuel Queimadelos Alonso/Getty Images
Orlando escobar 23 abril, 2017
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