Decía recientemente David León que lo mejor que estaba dejando la primera temporada de Samuel Umtiti era la sensación de que este traje de «central del Barcelona» ni le quedaba grande, ni le apretaba ninguna costura ni tampoco parecía desentonar nada con su silueta.
Y esto es mucho. Porque ya no es una simple cuestión de soportar la presión competitiva o de cumplir con la exigencia de talento que exige el club de Puyol, Márquez y Piqué, sino también de demostrar que por complejo que sea el contexto que le rodee su figura va a permanecer inalterable. Que ya puede estar ardiendo el cielo, que su respuesta va a ser la misma que si fuera un día de primavera. Porque a futbolistas como Samuel Umtiti se les debe medir siempre dentro de un todo, pero es cuando se separan del mismo cuando legitiman su presencia en un equipo como el Fútbol Club Barcelona.
Samuel Umtiti está compitiendo sin prácticamente errores.
Y es en estos momentos, en esas fases en las que el Barcelona es presionado, en esos tramos en los que incluso es superado por equipos que entienden que tienen poco que perder y mucho que ganar, cuando Umtiti está demostrando ser un «central del Barça».
Es cierto que todavía sufre ante futbolistas que juegan mucho de espaldas, pues el francés tarda un poco en arrancar y luego no acierta anticipando o controlando el giro de los rivales, pero el hecho es que ésta ha sido la única jugada en la que no se le ha visto puntual, acertado y tranquilo. En el resto, su figura no ha destacado. Y esto hay que interpretarlo en el sentido más positivo del término. Samuel Umtiti no ha tenido que corregir malas posiciones. No ha tenido que resolver problemas tras primero crearlos. Simplemente ha competido, sin casi errores, en una de las posiciones más delicadas de la estructura blaugrana. Es más, junto a Piqué y sobre todo desde que Luis Enrique ha ordenado dibujar un claro 4-4-2 sin balón, Umtiti ha contribuido a normalizar el sentido de una posición que, por ejemplo, con Javier Mascherano parecía más extrema.
Porque con el argentino todo era diferente. Incluso en sus mejores momentos, en sus partidos más brillantes, lo que se solía elogiar de Javier Mascherano era su capacidad de sufrimiento. Y tenía sentido. Porque Mascherano, como central, ha sufrido, sufre y sufrirá. Evidentemente esto en su caso no era tan problemático como lo hubiera sido en el del propio Umtiti, pero tanto en este comienzo de temporada como en el inicio de la anterior, es decir, cuando Mascherano ha estado -bastante- por debajo de la media, con el «Jefecito» en el campo ser central del FC Barcelona parecía una cuestión límite que sólo Gerard Piqué conseguía resolver. Con Umtiti esto no sucede. Todo es más tranquilo. Más normal. Y cuando tienes futbolistas como el propio Piqué, Busquets, Iniesta, Messi, Suárez y Neymar, aportar tranquilidad, normalidad y una hoja vacía de errores parece el mejor de los servicios posibles. Un compatriota suyo, el gran Eric Abidal, bien puede dar cuenta de esto mismo.
Foto: PAU BARRENA/AFP/Getty Images
Abel Rojas 1 febrero, 2017
Yo tengo muchas dudas todavía sobre si Luis Enrique se la jugará por Umtiti, que es un central-central y está dando el nivel, o Mascherano, que es una leyenda competitiva, cuando lleguen los partidos de verdad en marzo, abril y mayo. Creo que se está dando demasiado por sentado que la adecuación de Umtiti pesará más que lo mitológico del Jefecito.