Un Barcelona constante y entonado cuyo buen fútbol fue bendecido por dos paradas magníficas de ter Stegen y dos regalos impropios de Fernando Pacheco liquidó al Deportivo Alavés en Mendizorroza con una facilidad que en dicho estadio parecía casi imposible. Las recuperaciones de Busquets y Neymar JR, ausentes en la conflictiva vuelta de la semifinal de Copa contra el Atlético, resultaron claves.
Especialmente, la de Neymar, que está protagonizando una crecida en cuanto a carisma y relevancia dentro del equipo y el sistema que puede transformar el juego de los de Luis Enrique. El brasileño está volando, reciba donde reciba la pelota está siendo capaz de borrar a uno, dos y, a veces, tres rivales con una suficiencia que se convierte en ventaja estratégica, pues su técnico, sus compañeros y sus oponentes ya cuentan de antemano con que va a hacerlo. Y hay más.
La evolución de Neymar podría re-equilibrar al FC Barcelona.
Esta explosión de Neymar ha coincidido con una hora complicada para el Barcelona; aquella en la que Messi había dejado de manera próxima a la totalidad de asomarse a la banda derecha, provocando un doble conflicto táctico que estaba haciendo de los azulgranas, a nivel colectivo, un conjunto menos potente. Por un lado, el desuso y la falta de ocupación del costado diestro facilitaba la defensa y, sobre todo, las transiciones ofensivas del adversario; por el otro, más importante si cabe, estaba haciendo que el principal generador de juego del Barça, que por supuesto es el propio Leo, encontrase muchas más trabas para entrar en las acciones, pues en el centro hay más gente y es más difícil recibir, y los de atrás, con serios problemas para sacar el esférico raso con regularidad, no estaban sabiendo conectarle con la frecuencia deseada y, quizá, necesaria.
El nuevo Neymar está regalando tiempo y espacio a Messi.
Es por eso que el boom en cuanto a fútbol y presencia de Neymar, aun coincidiendo con su época menos fértil en cuanto a goles, le está aupando como una pieza imprescindible como, posiblemente, nunca lo había sido pese a su exorbitante calidad. Ney sí se está acostando sobre la misma línea de banda y además está bajando a recoger el balón, a menudo, hasta su mitad de campo; un cóctel que le postula como el atacante más participativo del sistema en lo que significa un giro de tuerca que puede derivar en un Barcelona más equilibrado y, si se presta, más imparable. Ayer en Vitoria, al término de los primeros 45 minutos, Luis Suárez había tocado 25 pelotas, Messi 45 y Neymar 63, siendo las del brasileño las más retrasadas, las más duraderas y las que más distancia recorrían. O sea, haciendo que el lado fuerte del Barcelona, aun en ausencia de Iniesta, se desviase al izquierdo. Traducción: el as más determinante del planeta, un Messi que en las inmediaciones del área contraria parece estar, como poco, a la altura de su instante más preciso, aparece arriba, descansado y frente a un sistema defensivo que ha debido bascular para poner nuevos obstáculos en los eslaloms de este Neymar JR que va en cohete y los evita como si fuesen nada.
Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images
Salva 12 febrero, 2017
Lo que está claro es que si Messi y Neymar se intercambian los roles de definidor y creador de juego (con matices, porque Messi no puede romper al espacio como Neymar y el brasileño es incapaz de hacer otras tantas funciones de mediocampista como Messi), el equipo perdería en ocasiones generadas, pero seguro que el ratio de ocasiones convertidas aumentaría mucho.
Compensa? Como todo, depende del equipo rival y de lo que dure la novedad. Esos marcajes escalonados preparados para Messi destrozarían a Neymar, puesto que su control del balón es mucho peor, pero si estás generando huecos para que Messi habilite a Suárez… ahí tienes perfectamente tres goles por partido.