El Mónaco de Leonardo Jardim asomó la cabeza a la primera línea europea hace dos temporadas como un equipo de impenetrable repliegue cerca de su portero, que acompañaba a su guarnecido plan con futbolistas como Yannick Carrasco o Anthony Martial para castigar al contraataque. De esta guisa eliminó en 2015 al Arsenal y le puso las cosas muy difíciles a una Juventus de Turín a la postre finalista, como un equipo de claro perfil defensivo que hacía de la seguridad atrás su principal y más característico argumento competitivo. Dos cursos más tarde, los monegascos aparecen de nuevo entre la élite, con el mismo técnico y varias piezas también conocidas, pero con un libreto que ha evolucionado.
El de Jardim es ahora, por definición, un conjunto completo, que matizada su propuesta de entonces, se ha convertido actualmente en uno de los equipos más goleadores del continente. Un engranaje desbordante en el ataque cuyo tránsito reflejan como pocos Thomas Lemar y Bernardo Silva, los dos futbolistas más ofensivos de su medular. Aun partiendo de una teórica posición de banda, a los flancos de su imponente doble pivote, tanto el portugués como el galo son dos mediapuntas a los que el sistema confiere libertad casi total para sumarse al carril central y moverse sin ataduras por tres cuartos de campo. Tanto es así que, iniciando Lemar en la izquierda, no es extraño descubrir al ex del Caen juntándose con Bernardo Silva en el otro perfil del campo.
Quien fuera fortaleza impenetrable, exhibe un ataque exuberante.
De hecho, siendo ambos zurdos, es justamente el francés quien, por jugar a pierna natural, más movimientos amplios realiza en el plano horizontal, pues mientras Silva recibiendo en la derecha tiene habilitada la salida natural hacia el interior, Thomas para alcanzar la mediapunta debe sazonar de algo más de dinamismo su comportamiento antes de recibir el cuero. De ligereza y agilidad de saltarín, Lemar es electricidad en zona media, un futbolista de giro veloz, verticalidad en la escapada y visión para el pase, que gusta de combinar con sus compañeros más cercanos a lo largo del trayecto que lo conduce hacia el centro. Además, en su preciso golpeo, tanto poniendo el esférico en el área tras sortear a su par como en las acciones a balón parado, encuentra Jardim un acceso directo y sostenido a la posición de sus delanteros.
La posición de Bernardo Silva, igualmente liberada y tendente al carril central, es levemente menos móvil que la de Lemar. Mezcla las recepciones escorado con apariciones detrás de la presión sujetando la altura del mediocampo rival o abriendo a su espalda línea de pase, pero una vez en poder del cuero, su fútbol se concentra mucho más en el carril central que el de su compañero, liberando el carril derecho del ataque monegasco para las internadas de Sidibé. También en la izquierda la presencia ofensiva de Benjamin Mendy es abundante, pero en su caso compartiendo la zona con Lemar en más momentos a lo largo de la jugada. A Bernardo, además de la habilidad en el último servicio, corresponde un control de los tiempos que logra a través del desahogo de la pausa y el cambio de orientación, y con una participación más constante por detrás de la línea del balón.
El ataque se reequilibra alrededor de Bernardo Silva y Lemar.
Siendo los dos abanderados del ataque posicional del Mónaco en campo contrario, el sistema confabula para que el esférico les llegue en las mejores condiciones posibles, misión a la que todas las piezas de su alrededor parecen orientarse sin necesidad de ser forzadas. A la mencionada tendencia atacante de los laterales, pues, se suma la doble aportación de los mediocentros, por un lado marcando una altura defensiva general que evite grandes recorridos sin balón a sus hombres más creativos y por el otro haciéndoles llegar la pelota desde atrás sin verse obligados a eliminarse como soluciones por dente del cuero. Como hombres más adelantados suelen esperar Germain y Falcao. Sobre todo el colombiano, atravesando como atraviesa un gran momento de forma, resultan una constante preocupación para los centrales contrarios que como consecuencia limita su posibilidad de ofrecer ayudas correctoras sobre la frontal en la que quieren imponerse Silva y Lemar.
Por último cabe reseñar el impactante papel que, generalmente desde el banquillo, viene representando el jovencísimo Kylian Mbappé, en condición de contrapunto escorado y profundo que entabla con los mediapuntas una relación de simbiosis a partir de la cual, si el rival trata de contraer su defensa contra el mediocampo para reducir los espacios entre líneas, el patilargo atacante francés resulta absolutamente devastador al espacio, y si en cambio el adversario antepone protegerse de su amenaza en el desmarque, concede a Bernardo y Lemar una libertad que desde el lado del principado Jardim ha venido incentivando como punto de partida de la reconversión de su Mónaco. El Manchester City de Pep Guardiola necesita hacer muchas cosas bien ante ellos.
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Foto: JOSE JORDAN/AFP/Getty Images
Genserico 21 febrero, 2017
que gusto ver jugar a bernardo silva y a lemar, este último le recuerdo un partido contra el valencia donde me gusto mas que el propio Martial.
Bernardo silva no tiene un similitud en su estilo con ozil? le he visto 3-4 partidos y me parece que tiene madera de ser una segunda espada en un club que dispute champions.
Entre el dortmund y el mónaco no se quien tiene la camada de prospectos mas excitante.
Saludos.