Hablar de André Silva no es sencillo. En el mundo del fútbol de élite, cuando con 21 años, en tu temporada de debut en las grandes competiciones, no sólo eres el delantero centro titular de uno de los dos equipos más importante del país y futura esperanza de la reciente campeona de Europa, sino que en tus primeros ocho partidos en Champions League -contando dos de previa- anotas cinco tantos, das dos asistencias y no pareces sentir las dudas que ofrece todo lo nuevo -exigente, que no espera a nadie-, es que vales. Entender ese valor a día de hoy es un camino interesante, porque Silva, como futbolista, parece estar cómodo con lo que le rodea: el Porto no va sobrado. Y eso, a André Silva, le importa muy poco.
Decimos que no es sencillo porque no es un fenómeno y a la vez, sus números y su capacidad para generar expectativas en esta primera mitad de temporada son incuestionables. Pero no lo es desde el punto de vista individual, pues su rango de acción no es ilimitado, su técnica individual tampoco y sus posibilidades como iniciador y finalizador de una jugada que no existe no son muy altas. Rebajado el techo para imaginarse, si no se le conoce, que no es la próxima gran figura mundial, Silva comenzaría aquí a trabajar para negarlo todo.
André Silva no tiene el potencial de una superestrella
Al fin y al cabo, y aunque la naturaleza no lo haya elegido para hacer posible cualquier cosa, el punta portugués es de los que piensa que sí, no por intentar lo que no le corresponde, pues su fútbol le ubica en la intención opuesta, sino porque Silva tiene todo lo que hay que tener a nivel competitivo para triunfar. Su mentalidad está construida para creer que lo mejor está por venir. Ahí nace una virtud que puede tender muchos más puentes de los que pueda uno imaginar.
André Silva es un 9′ tremendamente puro, que alterna la soledad en su línea con la doble punta y que aunque necesita ser asistido sabe favorecer que los demás así lo hagan. Con un sello estilístico y formal más semejante al de décadas pasadas, Portugal lo mira como el ‘9’ que hubiera acabado con el debate. Primero porque no sería reconvertido, no sería un experimento y no tendría que aprender lo que ya se lleva desde la base. Por la punta de la selección pasaron especialistas de juego directo, segundos puntas reutilizados, leyendas goleadoras y un largo etcétera. Y ahora todos coinciden en que Silva era lo que se necesitaba. Lo ven semana tras semana como titular indiscutible en el Porto de Nuno Espirito Santo, quien había contratado al contrastado Depoitre para ello. Y André ha convencido.
Ha convencido porque el Porto no va sobrado. Y el Porto no va sobrado porque aún siendo un gigante en su Liga, sus últimos años han perdido cierto brillo. El conjunto luso experimentó un tremendo repunte desde 2009 a 2013, con proyectos de una calidad individual y colectiva extraordinaria. Bajo el mando de Lopetegui y ahora de Nuno, con otros técnicos de paso entre medias, la estabilidad y la calidad han descendido en pos de una tremenda juventud en toda su plantilla, en la búsqueda de recuperar aquel nivel en los próximos años. Es en el plano táctico, el que corresponde meramente a su cuerpo técnico y sus jugadores, donde se observa que no estamos ante un colectivo formidable.
Silva es un ‘9’ clásico, con un remate más que notable
Para tratar de lograr que así sea, Nuno Espirito Santo ha utilizado esta temporada dos sistemas diferentes, el 4-1-3-2, con Jota y Silva en la punta y un 4-3-3 con Jota y Corona, generalmente, en las bandas. El primer dibujo, o al menos su intención hiperofensiva, ha sido más utilizado en el campeonato portugués, con Danilo escoltando a Óliver, Corona, Otavio, Jota y Silva; y el segundo, con la suma de Héctor Herrera, ha permitido matizar lo que es la esencia de la parte ofensiva de los de Do Dragao. Así, André Silva dispone por detrás de mucho jugador de último pase y grácil conducción. Como ejemplo, el mencionado Otavio, un jugador enormemente desequilibrante en el regate, que llega muy arriba… y que parte, en teoría, como centrocampista de banda.
En ambas configuraciones, las misiones de Silva quedan muy enfocadas a la ocupación del área, facilitar el juego exterior que terminan por desempeñar Otavio, Jota, Corona o Brahimi y auxiliar con un notabilísimo juego directo cuando el rival es superior en la presión. Cabeceador formidable, el canterano maneja con soltura la profundidad a la espalda de la zaga, la caída a banda en contragolpe y los tiempos en el área, zona en la que es el auténtico referente de los de Nuno. Es precisamente en sus desmarques y su conocimiento del remate en lo que se aprecia que André Silva busca estar siempre más preparado que su par y por lo que abre la esperanza de su país para que marque goles el que debe marcarlos. André Silva sabe hacerlo.
Foto: MIGUEL RIOPA/AFP/Getty Images
Abel Rojas 13 enero, 2017
– ¿Es el "9" que necesitaba Portugal?
– ¿Es el mejor "9" de Portugal?
Nótese que son preguntas diferentes.