Italia ha viajado a Francia con las ideas extremadamente claras. Antonio Conte ha hecho una reflexión previa al torneo y su conclusión es simple: existen en la Eurocopa no menos de cinco o seis equipos con más calidad que su grupo de futbolistas. Tras vencer en el debut ante Bélgica, Italia ya tiene lo que desea: la opción de salir campeón sin tener que volver a ganar. Esto, una quimera improbable, provoca que los tetracampeones del mundo salgan a verlas venir incluso si, como ayer ante Suecia, el rival es de menor entidad. Con el cero en su puerta, el gol y la victoria siempre son una posibilidad. Y por ahora, fiel a su historia, la acción decisiva está cayendo de su lado.
Italia está exprimiendo a tope y con carisma el hecho de ser Italia
La primera mitad fue, sin matices, aburridísima. No hubo ocasiones y entre ambos conjuntos sumaron la friolera de un tiro a puerta. Ninguno de los dos consideraba un drama el empate, así que obraron en consecuencia. Suecia, organizada en 4-4-2, no presionó nunca la salida rival. Italia, por su parte, hacía los citados cálculos y celebraba el hecho de poder avanzar sin límite en la Euro sin necesidad ni siquiera de marcar. El riesgo que lo pongan otros a partir de ahora.
En este áspero escenario, pocas eran las piezas que lograban salirse del guion. El lateral izquierdo Martin Olsson se dejaba ver arriba y abajo en las escasas oportunidadesOlsson, casi lo único de suecia que se lo permitían. Suecia jugaba compulsivamente en largo hacia sus puntas, en un fútbol directo abortado con autoridad por los centrales italianos. Forsberg, volante izquierdo, abandonaba su zona en busca de participación, pero el discurso de los suyos, vacío en lo asociativo, no le favorecía. Aburrido de verlas volar, Ibrahimovic bajó a eso de la media hora a pillar balones al centro del campo, pero tampoco obtuvo nada digno de mención.
En el lado italiano, la ausencia de presión hacía que De Rossi filtrara pases verticales con sencillez, pero estos eran desperdiciados sistemáticamente por la imprecisión de Eder y Pelle. Giaccherini y Parolo, los interiores, no aportaban ninguna solución. Solo Candreva y Florenzi, los carrileros del 3-5-2, completaban algunas subidas que acababan en ligerísimo peligro para la portería de Isaksson.
Los de Conte esperaron su momento para apretar… ligeramente
La reanudación trajo un desarrollo de partido tan similar que nos temimos cuarenta y cinco minutos más de duro espectáculo. Casi todo lo que pasaba era repetido con respecto al primer acto: Bonucci lanzaba envíos de gran clase, recogidos a menudo por un Pelle que se colocaba y recibía bien entre líneas pero que fallaba grotescamente en cada gesto técnico posterior. Candreva continuaba subiendo y centrando en Italia, mientras que Olsson lo hacía en Suecia. Lo más gratificante era sin duda la pugna entre Chiellini y Zlatan, resuelta por el defensor de la Juventus con enternecedora superioridad.
Y he aquí el cuarto de hora final. Como Italia ya lo hizo antes en la Eurocopa, daremos por hecho que fue buscado, que no fue casual, que hay un plan tras todo esto. De repente, el cuadro de Conte dio un paso adelante sobre el césped. Giaccherini, interior izquierdo, empezó a abrir el campo, adelantando su posición y la de los suyos. Parolo, el otro interior, se descolgó hacia el área en un par de situaciones, rozando el tanto en un cabezazo a la madera. Finalmente, el 1-0 italiano llegó en el minuto 88, tras un saque de banda peinado por Zaza que Eder convirtió en un golazo fuera de sus posibilidades. Que este tipo de futbolistas firmen obras de arte de tal calado tiene significado especial con esa camiseta. Es la historia de Italia. La única que, jugando así, permite pensar en finales felices
Foto: PASCAL PAVANI/AFP/Getty Images
@DavidLeonRon 18 junio, 2016
Me parece imposible que Italia repita partido cinco veces más. ¿Alguien lo ve viable?