¿Quién fuiste, Johan? (Parte II) | Ecos del Balón

¿Quién fuiste, Johan? (Parte II)


La de Cruyff es una historia que no hubo de reanudarse porque nunca se detuvo. Mucho de lo que fue sobre el campo no le requería allí abajo para prolongar sus consecuencias, y como el fútbol le molestaba si no se jugaba a su manera, tomó cartas en el asunto y decidió cambiarlo, en esta ocasión, para siempre.

Cruyff se sentó en el banquillo para que nadie ocupase el asiento. Así de simple. Él no quería entrenar, la mayoría de las funciones del oficio le aburrían soberanamente, pero para conseguir sus nuevos propósitos, necesitaba que no hubiera otro por allí pululando que discutiera sus decisiones o confundiera a sus futbolistas. 20 años de carrera, y por consiguiente bajo la dirección de gente que, en teoría, sabía mucho, no le habían modificado ni una frase del credo futbolístico con el que había nacido y que describimos en la primera parte de este artículo, sin cuya lectura no podrá entenderse lo que viene a continuación.

Por eso hasta cierto punto cuesta dividir su aporte en dos fases diferenciadas. En el fondo, lo que le llevó a competir como Di Stefano, Pelé, Maradona y Messi -pese a carecer de la perfección individual de estos- había sido esa filosofía suya, esa idea arraigada en él, y sólo en él, de que, por ejemplo, un buen defensa no era un jugador que protegía su área, sino un jugador que defendía muy bien, y que, a veces, resultaba más útil como mediapunta porque era en dicha zona donde más tajada se sacaría de un gran trabajo defensivo puntual. Cruyff como entrenador no fue la creación de un sistema perfecto; sino la aplicación, sin ningún tipo de grillete, de esa lógica exclusiva habitante de su mente. A pequeña y a gran escala.

Cruyff, interiormente, respetaba de modo reverencial a cada futbolista que se atrevía a ser sí mismo.

De ahí su fe en sus elegidos. Le urgía que cada uno se expresase tal y como era, que fuera exactamente el jugador que sería en sus circunstancias favoritas aunque él los ubicase en unas muy diferentes. Que Laudrup, en posición de “9”, pensara en qué haría Salinas no le reportaba ninguna ventaja; lo que daba sentido a sus inventos era que Laudrup intentase resolver como Laudrup cualquier reto en cuestión, donde fuera y cuando fuese.

En pos de favorecerlo, Cruyff les hacía partícipes no sólo físicos, sino también intelectuales de sus propios trucos. Había un sistema base (el 3-4-3) y un par de variantes, y cada miembro de la plantilla debía conocer las leyes de cada demarcación (ejemplo: los extremos tenían la misión imperativa de abrir el campo); pero más allá de lo estrictamente espacial, una vez Cruyff situaba, por imaginar algo, a un teórico lateral en un lugar en el que no había jugado en su vida, no añadía ningún comentario. Se ofrecía a aportar su consejo en caso de duda, pero si el futbolista no preguntaba, ahí se cerraba el asunto. En su papel de comunicador excepcional -que lo era pese a su castellano-, solía esgrimir: “A mí me da igual cómo solucione sus problemas cada uno; con que los solucione, me vale”. Dicho de otro modo, hacía responsable a la persona para que cada cual recurriese a aquello en lo que más confiaba, que obviamente, coincidía con sus mejores virtudes y sus jugadas predilectas. Es decir, las que Cruyff buscaba ver plasmadas allá donde las ponía.

Sus reproches públicos a las estrellas ponían como motos a gente como Laudrup y Stoichkov.

Esto derivaba en una presión ambiental casi insoportable hacia sus propios jovenzuelos. Él confiaba en su calidad, en su talento, y si no respondían, el invento se caía, pues la estructura en sí, ya lo apuntamos, ni atesoraba ni pretendía atesorar la fiabilidad de una de las de Sacchi. Para mantener a todo el mundo alerta, practicaba la hoy extinta costumbre de criticar a sus futbolistas en declaraciones públicas. En especial, a los mejores. De cara a triunfar en el equipo de Cruyff, con un, a su vez, imprescindible nivel deportivo elevado no bastaba. También se requería una fortaleza mental extraordinaria. ¿El desahogo? El desahogo era el estilo. Cruyff hacía de poli malo, pero, en compensación, convirtió al resto de la humanidad en el poli bueno.

Como jugador, su carrera se había repartido en dos etapas: la inocente y la especulativa. Durante la primera, jugó cada minuto a tope por él y por la gente. Durante la segunda, se hizo amigo del cronómetro y,La idea de apostar por el espectáculo tenía un sentido práctico si su equipo iba ganando, provocó segundos tiempos que no se recomiendan a nadie. Esta dinámica se acentuó, sin disimulo, cuando cambió el Ajax por el Barcelona, debido a que su físico fue decreciendo y a que, en general, el nivel técnico que le rodeaba se había reducido. Y Cruyff pudo medir con perspectiva las diferencias que hay entre ser el conjunto que, mediáticamente, alza la bandera del fútbol y no serlo. Cuando el neutral celebra tus victorias, ejerce una influencia sobre compañeros, rivales y demás personas presentes en la industria que, en el momento más caliente, condiciona el aspecto más relevante del juego: el estado de ánimo. El equipo de Cruyff era Goliat, pero despertaba la simpatía de David. Eso, y los elogios unánimes y enfervorecidos de una sociedad entregada, fue lo que el Flaco regaló a los suyos a cambio de que lo aguantasen cada día. Y sus broncas se fueron, pero su legado persiste. Y para todos. Lo disfruta Messi cuando sale a jugar al Camp Nou y Laudrup cuando visita un restaurante en cualquier rincón del planeta. La gente, debido a Cruyff, les da las gracias.

Cruyff no era un entrenador normal, así que, en una situación normal, no hubiera podido hacer nada.

En fin, recapitulemos. En 1988, existía un visionario más fiable que la ciencia con la única desventaja de que necesitaba demasiadas cosas para poder realizar su trabajo. A grandes rasgos, una plantilla de futbolistas sensacionales y la garantía de que le concederían un mínimo de tiempo para instalar sus ideales sin que nadie los discutiese. Siendo francos, lo tenía en chino. Sobre todo porque, al contrario que cuando cruzó la frontera de Holanda en 1973, no llevaba precisamente tres Copas de Europa bajo el brazo a modo de inmunidad frente a opiniones ajenas, sino una primera experiencia como entrenador en el Ajax que no pasaba de discretita. Pero el fútbol es como el Anillo de Sauron, Gollum, Bilbo y Frodo: tiene voluntad propia y precipita su destino.

La situación deportiva y social del Barcelona era, por ir directos al grano, peor que la del AC Milan en los tiempos que corren. Se había quedado a 23 puntos del campeón en Liga (36 con un sistema de puntuaciónSu mayor obsesión era que le dejasen mandar de tres por victoria), su estrella lo tenía hecho con el Madrid, la plantilla había pedido la dimisión del presidente en el famoso “Motín del Hesperia” y, como resultado de ello y más cosas, la afición se había despegado del club hasta el dramático punto de vaciar el Camp Nou. La directiva precisaba de un golpe de efecto y prometió a Cruyff, el antiguo ídolo, autonomía total. El hecho de que José Ramón Alexanco, el rostro más representativo del motín, fuese escogido como capitán del nuevo proyecto probaba que, en efecto, Cruyff haría y desharía a su antojo. Lo que son las cosas. Una desesperada cortina de humo germinó en el nacimiento del modelo de club más poderoso del siglo XXI.

Su ex-compañero Charly Rexach, más metódico, fue su complemento ideal como segundo entrenador.

La plantilla cambió a más de la mitad de sus componentes, se realizaron 13 fichajes y subieron cuatro chavales de la cantera. Llamó la atención que siete de las 13 incorporaciones eran futbolistas vascos -aunque Goikoetxea salió cedido a la Real Sociedad-. Cruyff siempre dio un valor extremo a la procedencia de sus reclutas; para él, cada pueblo conllevaba ventajas e inconvenientes culturales que influían en la práctica del deporte, y explicaba que el jugador vasco ofrecía una obediencia incondicional que para lo que se proponía resultaba impagable. En la temporada 1988/89, el objetivo consistió en la implantación del 3-4-3, un esquema táctico que causó la misma incredulidad que hoy provocaría un 2-3-5.

La primera consecuencia no se hizo esperar: de repente, en Barcelona todo el mundo hablaba de fútbol, del juego, incluso de táctica. Atrás quedaba aquella triste rutina en la que lo que menos contaba eran los ecos del balón. ¿Valdría la propuesta de Cruyff en la competitiva Liga española? Esa era la cuestión.

Su primer Barça fue acusado de fragilidad defensiva, pero su problema real era no marcar goles.

Según sus propios futbolistas, no. No lo dijeron entonces, pero ahora sí lo confiesan: pensaban que estaba chiflado. Y mírese que Cruyff explicaba sus decisiones y parecían más simples de entender que aquellas que la gente asumía como normales. Si los 19 equipos del campeonato empleaban un 4-4-2 en el que, contra los grandes, sólo atacaban los dos de arriba, ¿por qué dejar más de tres defensas custodiándoles? Ocurre que combatir creencias arraigadas durante décadas cuesta mucho trabajo, y a aquella zaga culé se le atribuyó el apelativo de “hitchcockiana” por el suspense que generaba… pese a que el Barça terminó la Liga como el conjunto menos goleado junto al Valencia de Ochotorena, Bossio, Camarasa, Voro y Giner.

El motivo principal de tan poco reconocido éxito también era sencillo: el adversario gozaba del balón muy poco tiempo y atacaba menos veces y con menos energía. Aunque con más espacios. A este respecto,Zubizarreta era de los más incrédulos Zubizarreta hubo de adaptarse. Cruyff le pedía que ejerciera de líbero, que controlase los pases a la espalda de su defensa, lo cual al cancerbero le sonaba muy extraño. “¿Y si me tiran una vaselina?”, preguntaba. “En ese caso, si entra, aplaude”, le respondía. Cruyff consideraba que el talento más puro era tan indefendible que no merecía la pena ponerle la zancadilla. Aplicaba esta visión tanto en las acciones improbables, como la que preocupaba al buen Andoni, como a las más factibles. Si un punta destacaba por su desmarque, no había que marcarlo. Si un extremo sobresalía por su regate, convenía no meterle el pie. Si un ariete bajaba al piso cada pelotazo de su portero, lo mejor era no saltar a su lado. No había que potenciar la concentración en aquello donde se sufría la desventaja, sino donde residían las superioridades. Dicho esto, hablemos sobre el ataque, que era lo primordial.

La instalación del nuevo sistema de juego fue muy complicada pero se realizó con maestría.

En su afán de que sus futbolistas interiorizaran cuanto antes el nuevo modelo, organizó 14 partidos amistosos para las dos semanas que les ocuparon en el recóndito complejo deportivo de Papendal. A cada uno de aquellos choques le precedía, entonces sí, una charla interminable explicando las normas de cada posición. Se cuenta que, tras el debut, Txiki Beriguistain andaba un tanto hundido, pues no había tocado la pelota. Al día siguiente, Cruyff llegó al entrenamiento y sentenció: “El mejor de ayer, Txiki. El único que me hizo caso”. La razón, que se había pasado cada minuto abierto en la banda con paciencia sin acercarse al balón ante el hecho de no recibirlo. La asimilación del 3-4-3 y los principios de su juego de posición capitalizaba la atención del holandés.

Quizá el encuentro que simbolice el éxito de la misión y la esencia de la temporada se disputase bien pronto, el 21 de septiembre: un Madrid 2-Barcelona 0 perteneciente a la ida de la Supercopa de España.Amor, Eusebio y Bakero conectaron muy bien Tras encadenar tres victorias en las tres primeras jornadas de Liga, visitó el Bernabéu y se atrevió a exponer el esquema del escepticismo con una respuesta, en cuanto a juego, muy prometedora. Milla, un canterano que empezaba a destacar, dominó la posesión y los espacios formando eje con Bakero, que completó su primera exhibición como mediapunta que, de espaldas, repartía el juego hacia los costados con energía tempestiva. Milla y Bakero fueron, junto a un Eusebio que fue de menos a más y el optimismo de Guillermo Amor, las grandes noticias individuales del curso. La peor, aunque de calado colectivo, derivó de la molesta falta de gol. La holgada victoria del Real se comprendió a través de ese déficit. El Barça había superado a la todopoderosa Quinta del Buitre en su versión más animal, la dirigida por Schuster. Y tan apenas dos meses de trabajo con Cruyff.

Lineker personalizó uno de los grandes debates puramente futbolísticos que generó Cruyff.

Sucede que los resultados definen las valoraciones y el tema del gol escamaba. Más si cabe teniendo en cuenta que Cruyff había sacrificado al “killer” de aquel plantel, Gary Lineker, en favor del juego posicional de Salinas. Fue una de esas primeras decisiones que el entorno se negó a consentir. La diferencia individual a favor del inglés parecía demasiado vasta como para que una supuesta mayor adecuación táctica de Salinas compensase el dislate. Pero Cruyff lo tenía claro, Lineker era un delantero contragolpeador y, en su modelo, el “9” carecía de espacios, así que, o accedía a ejercer de extremo derecho, donde sí hallaría pistas por las que correr, o el banquillo sería su lugar. Gary se encontraba entre quienes no le compraban esa moto, y fue una pena, porque, con el combustible de la fe, aquella moto hubiera corrido un montón. Valga como prueba la Final de la Recopa de aquel curso ante la Sampdoria, conquistada por 2-0 y en la que Lineker, abierto hacia su diestra, originó el tanto que abrió el marcador. La aldea global llamada Tierra empezaba a sospechar que aquellos barroquismos de Cruyff sí tenían fondo.

Cruyff comenzó la temporada 1989/90 más encantado de conocerse que en 1974, que ya era decir. Encima había incorporado a Koeman y Laudrup, un líbero de golpeo sin igual y un mediapunta danés que se la había pegado en la Juventus pero hacia quien él profesaba una confianza infinita. Además, lo más importante radicaba en que el sistema 3-4-3 había sido asimilado, sus jugadores ya habían memorizado las leyes fijas de cada posición, así que sus charlas pre-partido minimizaron su duración, a veces, hasta los cero minutos. Y apareció su vena más creativa.

Durante el primer curso, con eso de que había que asentar unas bases muy alternativas y de que no dejaba de ser su presentación, se había cortado un poco aunque pareciera mentira, pero tras ganar la Recopa de Europa… estaba listo para ser él. Cruyff fijó el punto de partida en una derrota frente a Osasuna. Reflexionó en voz alta que los rivales ya conocían su modelo, y que por lo tanto se imponía tratar de sorprenderlos con pequeñas modificaciones adaptadas a cada encuentro. Fue un no parar. Y todo era incomprensible. Como el hecho de que Koeman, que estaba muy gordito, debutase contra el Mallorca jugando de interior derecho. El resultado fue terrorífico. Pero, cuando sucedían estas cosas, Cruyff decía que no era culpa suya, sino del jugador, que no había creído en aquello que él había diseñado. Estudiado con la perspectiva del tiempo, se tiende a concluir que llevaba la razón.

El caso del andorrano Lucendo resumió la segunda temporada de Cruyff como míster en el Camp Nou.

La campaña, en cualquier caso, fue mala. El vestuario no había visto aún milagros suficientes como para creer en aquella nueva fe con toda la sinceridad de su alma; y además, si el año anterior ya había faltado gol, imagínese tras la marcha de Lineker. En la reunión de compromisarios de la entidad mantenida en la primavera, los socios demandaron al presidente la destitución del entrenador. Protegido por la victoria en la Final de Copa, el club se mantuvo firme y preparó la temporada 1990/91 bajo las directrices de Cruyff.

Se repescó a Goikoetxea, que la partió, y apenas se produjo un fichaje extra, el del búlgaro Hristo Stoichkov. No se precisó más. La continuidad del proyecto alicataba cada vez más el argumentarioStoichkov hizo que todo cobrase un sentido cruyffista; y aquella solitaria pieza equilibró cada balance. Laudrup, mediapunta caracterizado por sus conducciones desde la izquierda hacia el centro y por su último pase, desembocó en la posición de “9”, y Hristo, delantero centro contragolpeador, en la banda izquierda. Uno salía para que el otro entrase, uno para recibir y el otro para finalizar. La comunión táctica era perfecta como la de Ronaldinho y Eto´o, como la de Xavi e Iniesta, como la de Messi y Suárez. Y el pase largo de Koeman adquirió un potencial desconocido, porque bien acababa en control, o bien en tanto; cuando en los años anteriores su destino había sido el intento de desborde de un extremo. Con el añadido de que, al consagrar los envíos de Koeman, las defensas rivales siempre miraban hacia atrás y el centro del campo se agenció unos espacios que le permitieron tocar el balón a una velocidad inusitada. No fue un curso sin desgracias, el propio Cruyff padeció graves problemas de salud que le inclinaron incluso a dejar el tabaco, pero la fuerza de su fútbol resultaba incontenible. Como mayor legado, un 0-6 en San Mamés con cuatro goles de Stoichkov que levantó a la grada leona para emitir un fastuoso aplauso. El FC Barcelona era, oficialmente, una maravilla. Por supuesto, conquistó la Liga. Con 10 puntos de ventaja.

Guardiola era la persona que con mayor facilidad interiorizaba los extraños mensajes de Cruyff.

La 1991/92 determinó como única y exclusiva meta levantar la primera Copa de Europa. Por eso la trayectoria en Liga fue tan sumamente irregular, a pesar de que el proyecto había sumado dos efectivos de enorme relevancia para el presente y para el futuro, el canterano Pep Guardiola y el mallorquín Miguel Ángel Nadal. Guardiola era un mediocentro frágil y lento que movía la pelota a un ritmo que la dotaba de invisibilidad. Se albergaban serias dudas sobre su papel en defensa; más si cabe considerando que el 3-4-3 de Cruyff se seguía desabrigando sin prisa pero sin pausa: Ferrer se había asentado como lateral y subía tanto y hasta tan arriba como los carrileros propios de un 5-3-2. Sin embargo, Cruyff aplicó su lógica, se la explicó a Guardiola y aquel enclenque la comprendió como si le entendiera de verdad. O sea, Guardiola no realizaba un acto de fe; no lo necesitaba, su mente procesaba las razones casi al ritmo de la del holandés. “Defender es relativo. Depende del espacio. Cualquiera puede defender medio metro cuadrado, y cualquiera sufriría defendiendo 55. Jugamos en un 3-4-3; tienes dos interiores justo por delante de ti, uno a tu izquierda y uno a tu derecha. Lo único que tienes que hacer es colocarte, en función de ellos, de aquella manera en la que menos espacio te corresponda custodiar”. Y Makelele no era, pero bastaba. Y de sobra.

Cruyff comenzó a recolectar los frutos del «árbol de la suerte» que él había plantado.

No descubriremos ningún desenlace: el Barça ganó la Copa de Europa y repitió en Liga. Ambos triunfos con mucha, mucha fortuna. Para usurpar el primero, requirió un milagro de Bakero en Alemania que, atendiendo al análisis riguroso, el equipo no mereció. El súper físico FC Kaiserslautern lo sacó de la pista y creó ocasiones como para golear. Y en Liga, necesitó de aquella remontada del Tenerife ante el Madrid en la última jornada para adelantar “in extremis” a la vieja, pero orgullosa, Quinta del Buitre. Ahora bien, mal se haría depositando los motivos de esta suerte en la mera casualidad. Aquí conectamos con los primeros párrafos de este texto: el papel de protagonista del cuento conlleva acontecimientos inesperados que siempre se resuelven a favor. Algunos lo llaman “justicia poética”, pero no es tan lírico. Es algo más sólido y está más al alcance de quien lo busca: es el poder de la energía positiva. El lector de este texto también puede invocarlo si quiere.

Después del éxtasis, vino una campaña de recesión. Se ganó la Liga, y exactamente del mismo modo que la anterior, con victoria del Tenerife en Tenerife frente al Madrid en la última fecha del campeonato, pero no se compitió en Europa y no gustó tener que ir tan al límite en España cuando, en realidad, el Barça tenía un potencial que desarbolada por cualquier costado al caduco proyecto merengue. Cruyff achacó las circunstancias a la relajación de sus estrellas, y se pasó semanas y semanas trabajándose su gran sueño: el fichaje de Romario da Souza Faria. Le recompensaría firmando nueve meses de antología inolvidable.

1993/94 fue la temporada de los cuatro extranjeros cuando sólo podían jugar tres juntos. Y el tema era que los cuatro del Camp Nou (Koeman, Laudrup, Stoichkov y Romario) estaban considerados entre los 10 mejores jugadores del mundo. La obligación de dejar a uno en la grada en cada jornada, según los cálculos de Cruyff, fomentaría la competencia y aumentaría el nivel de los susodichos, pero quizá se excedió de optimista. La tensión ambiental fue algo realmente insoportable, él mismo lo describía como una guerra abierta, y le echaba la culpa al entorno: “He tenido que hacer esto porque los habéis dormido con vuestros elogios”. Quizá por este motivo, un Deportivo de la Coruña que competía muy bien pero que, al fin y al cabo, estaba lejísimos del que era, con una diferencia abismal, el equipo más talentoso de Europa tuvo la opción de arrebatarle la Liga si Djukic hubiera marcado en Valencia aquel penalti en el último minuto de la última jornada. Dicho lo cual, el título de esta serie se pregunta quién fue nuestro héroe, y en esta campaña estuvo desatadísimo, así que vayamos a la nuestro.

Ferrer y Sergi proporcionaron otra dimensión a la salida desde atrás y al ataque del equipo.

La defensa más habitual se componía de Ferrer, Koeman y Sergi. Dos laterales ultra ofensivos y un líbero de 31 años sin físico de futbolista que se quedaba solo, literalmente solo, en muchísimos momentos. La lógica de Cruyff, de nuevo, simplificaba lo que aparentaba complejidad: “Si el Chapi y Sergi suben, pueden pasar dos cosas: que nadie los siga y hagan la jugada de gol, o que el extremo rival baje con ellos y no esté arriba para atacar a Koeman”.

Aparte, también fue la campaña más versátil de sus tres piezas maestras: Goikoetxea, Eusebio y Nadal. El primero, extremo natural bendecido por un desborde y una rapidez de vértigo, se transformó en su herramientaGoiko, un atacante, se convirtió en su Gentile más empleada para realizar marcajes al hombre. Su velocidad y el hecho de que él representaba precisamente el perfil de futbolista al que iba a cubrir le otorgaban, según Cruyff, las cualidades ideales. En el famoso 5-0 del hat-trick con cola de vaca de Romario, Goiko comenzó el Clásico como lateral izquierdo -con Sergi de extremo-, debido a que el madridista Luis Enrique constituía la principal amenaza merengue y arrancó en el ala diestra. Pero tras la lesión de Alfonso, que aquel día empezó de extremo izquierdo en el 4-5-1 de Benito Floro, Luis Enrique se cambió hacia ese lado, lo que provocó que Goikoetxea hiciera lo propio. Como reajuste, Sergi bajó y se puso de lateral, y Ferrer, que empezó de lateral, subió y se puso de extremo. Y Stoichkov trocó su costado.

Nadal fue uno de los futbolistas más apreciados y rentabilizados por el alquimista holandés.

Nadal, por su parte, personificaba el recurso físico. Genéticamente venía del futuro, se asemejaba a estos centrocampistas de hoy que unen técnica y despliegue destacando en los dos apartados; y Cruyff le asignaba tareas que, en lo territorial, eran casi exageradas. Por ejemplo, en el calificado como partido más brillante del “Dream Team”, el Barça 4-Dinamo Kiev 1 de aquella Copa de Europa, Nadal ejerció de interior derecho con balón y de… ¡central izquierdo sin él! No en términos rigurosos, pero sí en los prácticos. La idea estribaba en que bajase hasta la altura de Koeman cuando los de Rebrov pasasen al ataque para formar línea de cuatro y elevar la solidez, pero como Ronald prefería el sector derecho porque su acción favorita era el pase diagonal hacia su número “11”, el reparto de espacios quedó de esa manera.

Y qué podemos contar de Eusebio Sacristán, un interior asociativo que fue empleado indistintamente como lateral derecho (contra el Valencia, para ganar control en salida y desahogar a Koeman y Guardiola) o como extremo izquierdo, como en la vuelta de la Supercopa frente al Zaragoza del verano siguiente en la que se le asignó la tarea de custodiar a Belsué, que, inspirado por Víctor Fernández, había destrozado al Barça en la ida de La Romareda. Cruyff respetaba mucho a aquel Zaragoza. No en vano, incluso formó una línea de cuatro (Ferrer, Nadal, Abelardo, Sánchez Jara) para tratar de frenar, esa vez sin éxito, al Paquete Higuera.

Antes ya se había producido la fatídica noche de Atenas, en la que el joven AC Milan de Fabio Capello arrasó a un Barça desdibujado al ritmo de Marcel Desailly; una derrota sonada que se identifica como el finalFalló en sus últimos fichajes de extranjeros de la plantilla campeona. Zubizarreta abandonó la entidad, Laudrup se marchó al Madrid tras declarar, en público, que no soportaba más a Cruyff y Romario se tomó varias semanas de vacaciones sin el consentimiento del club que terminaron precipitando su prematura salida. Cabría señalar que el holandés supo recomponerse, y que apoyado en la generación conocida como “La Quinta del Mini”, la primera que floreció en La Masia bajo el sol de su influencia y de la remodelación que hoy distingue al Barcelona tanto o más que el mismísimo Leo Messi, diseñó un equipo que, por instantes, practicó un fútbol primoroso. Que le pregunten al FC Bayern Múnich. Pero le faltaban esos futbolistas capaces de marcar la diferencia. De Romario, Laudrup y Stoichkov al precioso pero escaso rumano Hagi había un trecho excesivo, y el fútbol es de los futbolistas. No se celebró ningún título.

Cruyff quería reunir con Figo a los jóvenes Giggs y Zidane. También le interesaba el portero Molina.

No obstante, las bases quedaron sentadas y, además, con una firmeza que no se escapaba ni a nuestros incapaces ojos, así que estaba por servirse un nuevo proyecto imperial. En la denominada como “Reunión de los Sándwiches”, Cruyff pidió tres extranjeros que, consideraba, volverían a dar el salto de calidad que se había extraviado: Ryan Giggs, Zinedine Zidane y un tercero nunca revelado (se habló de Aaron Winter, David Ginola, Rui Costa e incluso Dennis Bergkamp). Una cita a sus espaldas entre el club y Bobby Robson que se filtró en los medios de comunicación desató su ira y decantó su marcha. Para no macharse nunca.

Los valientes que hayan alcanzado la última palabra de este artículo de dos partes quizá puedan hacerse una idea -remota- de quién fue aquel hombre llamado Johan. Pero la única manera de responder dicha pregunta con verdadera precisión consiste en contestar, simplemente: una idea llamada Cruyff. Porque, al no haber habido nada ni cercanamente parecido, cualquier frase que se le dedique entra en el terreno de lo metafórico, y es difícil que así nos entendamos las personas como nosotros. Así que, de antemano, léase nuestra disculpa.

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34 comentarios

  • vi23 1 abril, 2016

    Abel, no sé si ya está escrita esta parte pero una de las mil cosas que me fascina de esta etapa es la increíble proporción de jugadores que pasaron por sus manos que acabaron siendo entrenadores (o secretarios técnicos top). Seguro que me dejo alguno pero: Guardiola, Koeman, Valverde, Laudrup, Eusebio, Bakero, Ferrer, Sergi, Oscar García, Carreras… Más Txiqui y Zubi en los despachos y, por ejemplo, Julio Salinas en los micros. Es que es alucinante. ¿Será que él les enseño algo especial que pensaron que debían transmitir o ya lo llevaban dentro?

    Perdón por anticiparme, Johan es mi adolescencia

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  • Gravesen 1 abril, 2016

    Solo un pequeño apunte, Cruyff si que contó con un pequeño respaldo para llevar a cabo ese trabajo con más "normalidad" de la que se podría presuponer, y es el recuerdo de dos Barcelonas que si bien fueron escasos en títulos, eran superiores en juego: La memoria de Rinus Michels en sus dos periodos (1971-1975 y 1976-1978) con quien consiguió un badaje de titulos "escaso" (una Liga y una Copa) pero con quien siempre tubo un juego especialmente vistoso para una decada de los 70 dificil para el fútbol español, y con quien además fue un gran competidor europeo (una semifinal en Champions y 3 en Copa de la UEFA); y en menor medida la memoria de un bastante más reciente Cesar Menotti (1983-1984), quien volvió a intentar plasmar el juego de posesión en el equipo, y si bien no pudo plasmar ello en una gran cantidad de títulos (una Copa, una Copa de la Liga y en menor mención una Supercopa y la primera Copa Catalunya), dió siempre la impresión de que de haber llegado un pelín antes (empezó casi acabada la temporada anterior) y de no haberse lesionado Maradona, es bastante probable de que hubiera conseguido esas dos Ligas con relativa solvencia.

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  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ Gravesen

    Bueno, bueno, bueno. Me he tragado todo lo tragable sobre el Barcelona de Cruyff como jugador y puedo garantizarte que, salvo durante finales de 1973 y el principio de 1974, eso de que daba mucho espectáculo… no se ajustaba mucho a la realidad ^^ Vamos, no es que no se ajustase mucho, es que no se ajustaba casi nada ^^ Lo que sí es cierto es que fue un mito porque recuperó la Liga tras 13 campañas y añadiendo el 0-5 en el Bernabéu y, en especial, por el peso social que adquirió. Y obviamente su condición de mito no solo le dio crédito, sino que directamente le dio la oportunidad de dirigir al Barcelona.

    Sobre le Cruyff jugador se habla en la primera parte 😉

    @ vi23

    Te comento lo mismo que en la primera parte, la dedicada a su etapa como jugador. La idea del artículo era plasmar quién fue y cómo era como entrenador; entonces el detalle que comentas no nos parecía especialmente imprescindible en este espacio en particular. No obstante, por supuesto es un tema muy interesante y que, desde luego, no es casual. Cruyff, en primer lugar, creó un ambiente de puro fútbol. De cruce de argumentos, de debate, de intercambio de ideas. Sus propios futbolistas dicen que en el vestuario se hablaba más de fútbol que de mujeres. Y aparte, evidentemente, les abrió los ojos. Hablar con Cruyff abría tu mente, reconfiguraba toda tu concepción sobre el juego, era inspirador. Y claro que eso tiene que guardar relación con el hecho de que casi todos sean entrenadores o directores deportivos.

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  • vi23 1 abril, 2016

    @Abel

    Es que este lo escribí antes de que lo colgases. A mi, desde la perspectiva de su influencia en el futbol y de su legado, es que me parece absolutamente alucinante. No sé si hay datos estadísticos de porcentaje de jugadores entrenados por él que han hecho carrera en el futbol (versus los de otros grandes como HH, Sacchi o el propio Rinus Michels). Me da sensación de outlier al estilo de Messi en los gráficos que saca @barcanumbers

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  • @_H___H_ 1 abril, 2016

    Era un genio, no puedo concluir otra cosa, lo que lo llevó a lo más alto siempre fue su genialidad, plasmada en todos los aspectos de su relación con el fútbol, la construcción de su personalidad de líder para poder transmitir; su análisis y entendimiento total del fútbol en su totalidad, su manera de comunicar y de convencer… El genio más grande es el que más allá del las circunstancias puede adaptar su conocimiento para superar las dificultades del medio, lo hizo no sólo en el fútbol sino en la vida, consiguió mantener su visión hasta el final porque fue lo suficientemente inteligente y valiente para nunca abandonar lo que su verdadera intuición le decía y además de todo buscó siempre que no sólo los jugadores aprendieran a pensar como él sino que adaptaran su propia intuición y su propia esencia a lo que él les propuso.

    El genio más grande, gracias por presentárnoslo a los que, por cosas del tiempo, no pudimos conocerlo en su auténtica magnitud.

    P.D. Zidane y Giggs en el Barca dirigidos por Cruyff,.. Hay para muchas horas de imaginación ahí, es una lástima que el final de su gestión fuera ese, así como lo mencionado respecto al post 74 de su carrera como jugador, evidentemente la vida le dio ciertos dolores de los que le costó mucho recuperarse, eso se vio plasmado en aquel hábito del que fuma, reemplazando la felicidad por fuego en sus pulmones.

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  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ _H__H_

    Pero tal cual ^^ Tú lo analizas como jugador y descubres a un futbolista extraordinario. Pero, individualmente, extraordinario como Best, Platini o Roberto Baggio; no como Di Stefano, Pelé, Maradona o Messi. Sin embargo, domina el fútbol como los cuatro mejores, pese a que era un atacante que, por ejemplo, no tenía un gran chut. Una estrella ofensiva sin un gran chut. Pero lo compensaba con esa genialidad a la hora de leer el juego que el Ajax y Holanda le permitieron plasmar porque todos confiaban en aquello que proponía y que parecía una locura.

    Y como entrenador es parecido. Sus jugadores dicen que Cruyff no sabía cómo defendía los córners el Dream Team ^^ Y que en cuanto a método de entrenamiento estricto, no era imitable, no era un hombre de quien aprender -en ese sentido todos elogian más a Van Gaal, que llegó dos años después-. Pero sin embargo era tan absolutamente genial tanto en su concepto del equipo a gran escala -el proyecto, las líneas maestras- como en los ajustes particulares que sencillamente estaba en otra dimensión.

    Cruyff era Shakespeare haciendo un examen de inglés en una universidad española del siglo XXI.

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  • @_H___H_ 1 abril, 2016

    @Abel
    Es que incorpora una mezcla de genialidad, voluntad de hierro y locura que lo hizo llegar siempre a donde se lo propuso, superar toda limitación y toda oposición, todo obstáculo. Entendió que siempre había una respuesta para todo, así fuera una locura.

    La anécdota de los córners está genial y la analogía del final aún más. Probablemente con el tiempo lo descubramos como una figura de incluso mayor magnitud, cuando sus respuestas a las preguntas se hagan más comunes y nos demos cuenta de que la locura eran los tiempos y no el personaje, tal vez eso ocurra cuando el fútbol alcance como deporte y organización al nivel de la mente de Cruyff.

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  • iltuliponero 1 abril, 2016

    La anécdota siendo director deportivo ajacied con Benhakker me parece historia pura y dura del fútbol. La GRANDEZA es ese episodio.

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  • @DavidLeonRon 1 abril, 2016

    @iltuliponero

    Tan cierto como que es otro ejemplo de las cosas que el fútbol de hoy no permite.

    Imaginad por un momento a Zubizarreta bajando en diciembre de 2014 al banquillo y diciéndole a Luis Enrique que se quitara, que ya dirigía él. Madre de dios ^^

    Obviamente la jerarquía de Cruyff es otra cosa, pero da igual. En cualquier caso, sí siento que hoy nos estamos perdiendo mucha grandeza de los grandes. Ahí no hemos ido a mejor. Cortamos la libertad de expresión.

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  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ David León Ron

    Mientras me sumergía en la prensa de la época, recordaba o descubría cosas alucinantes en ese sentido. Por ejemplo, en la temporada 1989/90, había rivales que se reían del Barça públicamente. No tengo los apuntes delante y no recuerdo ahora el nombre del jugador, pero un extranjero del Mallorca, por ejemplo, declaró que jugar contra el Madrid era pasar el peor rato de tu vida y que el Barça de Cruyff lo único que hacía era dormirte. Y que si conseguías no dormirte, le ganabas. Y muchos otros hablaban de ese tema del aburrimiento. Los jugadores decían ante micrófono lo que estoy convencido que se siguen diciendo ahora pero tapándose la boca para que las mil cámaras de los estadios no les lean los labios. Y sí, para mí eso es una pérdida, porque es algo que sigue existiendo y de lo que no nos enteramos. Y que, estoy seguro, tiene influencia sobre el juego.

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  • KAISERJOZE 1 abril, 2016

    Yo no sé ponerlos pero aconsejaría a cualquier interesado ver en YouTube tos Recorda mister sobre Cruyyf en los que él explica sus años en el Barça. Creo que está subtitulado en Castellano las partes en que se habla en catalán. Es un must para todo interesado en Cruyff

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  • iltuliponero 1 abril, 2016

    No puedo estar para nada de acuerdo con lo que comenta Abel. Cruyff jugador individual le mira a los ojos a cualquiera. Pero a cualquiera. Y lógicamente tampoco concuerdo en lo que tenía mal disparo. Una cosa es que no chutase fuerte, porque potencia de disparo la justa. Pero en cuánto a técnica y precisión, 9.5 sobre 10

    Respond
  • 3-7-0 1 abril, 2016

    Se habla mucho de lo que hubiera podido articular Cruyff con Figo, Zidane y Giggs, y realmente me fascina hacer ejercicio mental de retro-fútbol-ficción. Pero lo que realmente me hubiera gustado ver es lo que hubiera ocurrido con los que realmente si llegaron: Ronaldo, Giovanni, Blanc…Aquel Barça de la 96-97 fue una de las plantillas mas potentes que jamás ha tenido el club. La conexión Pep-Ronaldo o De la Peña-Ronaldo era fascinante. Figo y Luis Enrique eran portentosos, Blanc era pura finura ideal para un contexto Cruyff. Y por supuesto Ronaldo (96-98), el jugador más aplastante que he visto después de Messi en los últimos 30 años.

    Respond
  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ 3-7-0

    Pero era una plantilla un poquito difícil para Johan, creo. Por supuesto estaba repleta de jugadores extraordinarios, sublimes, pero por ejemplo me hablas de Giovanni. No sé yo si hubieran sido muy compatibles.

    El que sí que me quedé con ganas de ver entrenado por Cruyff a tope y con tiempo es Luis Enrique. Luis Enrique para Cruyff hubiera sido una cosa impresionante.

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  • javier30 1 abril, 2016

    Para mí la genialidad de Cruyff reside cuando cree que ha de poner a Busquets padre como portero, y no lo digo en broma, es la piedra definitiva de lo que es hoy el fútbol moderno.

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  • vi23 1 abril, 2016

    @Abel

    Muy de acuerdo contigo. La plantilla 96-97 no era para nada Cruyffista. Pero con Luis Enrique hubiera hecho animaladas

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  • Pablo 1 abril, 2016

    Hay alguna relación entre Cruyff y el éxito de la Selección española a partir de 2008? Digo, en el estilo de juego, en la idea de fútbol, etc…

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  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ Pablo

    A ver, influencia de Cruyff hay en prácticamente todo lo que viene detrás de él. Cambia el paradigma, instala un estilo y demás. Más allá de eso, que es mucho pero tan aplicable a esa selección como a muchos otros equipos, creo que su contribución a ese éxito estuvo en que, sin él, Xavi no hubiera sido Xavi, y Xavi fue evidentemente capital. Pero a nivel táctico y tal, era un conjunto muy diferente y poco típico de Cruyff. Tanto con Luis como con Del Bosque.

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  • Pablo 1 abril, 2016

    @Abel.

    Claro, pero yo hablo de una concepción de fútbol. No tanto de una táctica puntual. O incluso de un jugador puntual. Digo, España deja de ser "la furia" un poco (o mucho, no sé) por Cruyff? Porque evidentemente, ha habido un cambio de paradigma, no? Es el flaco uno de los padres de ese cambio? O incluso la piedra fundacional del cambio?

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  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ Pablo

    Pienso que no. Ese cambio de filosofía-gusto-tendencia, en mi opinión, se inicia con el fracaso en el Mundial que organizamos en el 82. Fue un desastre y encima se presenció lo que era Brasil, que no alcanzó ni la Final pero fue lo más parecido al Dream Team de Jordan, Magic y Bird que se ha visto en el fútbol.

    Enseguida, se formó la Quinta del Buitre, que fue un equipo exageradamente ofensivo y técnico que pareció como el hijo. Y que culturamente en España no tuvo precisamente menos impacto que el Dream Team. Y justo cuando se acababa la Quinta, llegó el Dream Team, hasta el punto de que convivieron un poco. Para mí es ese combo de tres acontecimientos sucesivos lo que va transformando nuestro fútbol. Y ahí ya salió casi a la par del Dream Team el Zaragoza de Víctor Fernández, por ejemplo (temporada 90/91). Entre unas cosas y otras, se enganchan casi tres lustros seguidos viendo algo muy diferente a "La Furia" que, encima, ganaba.

    Para mí el germen es Brasil 82 en el Mundial de España. Y luego vinieron varias cosas encadenadas.

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  • César 1 abril, 2016

    Solo vengo para decir que Tom Bombadil también cogió el anillo.

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  • @eumd 1 abril, 2016

    Hay unas declaraciones de Luis Maria López Rekarte durante la primera pretemporada con Cruyff (que además son fantásticas por su inocencia) cuando dice que por inercia a veces se olvidan que están jugando con sólo tres defensas, sin líbero detrás y con tantos metros a la espalda, que me parecen muy reveladoras de lo novedoso que realmente era todo aquello. De lo raro que sonaría Cruyff para ellos y de lo totalmente instaurado que estaba “lo otro”. ¿Qué tipo de novedad en la actualidad haría decir a un jugador que a veces se le olvida que no está jugando como antes? ¿Jugar sólo en un carril sin que nadie esté ni use la banda contraria?^^

    “Le urgía que cada uno se expresase tal y como era, que fuera exactamente el jugador que sería en sus circunstancias favoritas aunque él los ubicase en unas muy diferentes.”

    Al respecto de esto, hay una coletilla que usaba Cruyff que a mí personalmente me encanta: el “sus cosas”. Cuando habla de alguna situación del partido, de algún retoque táctico que había hecho o de algún principio del juego, muchas veces terminaba la frase con un “y ahí ya Laudrup hace sus cosas”, con un “para que Romario pueda hacer sus cosas” o un “y así, con Txiki haciendo sus cosas…”.

    “El primero [Goiko], extremo natural bendecido por un desborde y una rapidez de vértigo…”

    La temporada 90-91 que se marca el bueno de Jon Andoni es una locura. De hecho, si no me falla la memoria, fue elegido como el mejor o uno de los mejores de la Liga aquel curso. Jugando como extremo. Y después, como se dice en el artículo, Cruyff lo recicla a lateral y, además, la mayoría de veces el izquierdo. La avanzadilla de lo que posteriormente es Sergi (que también en la cantera había sido delantero). La verdad es que me encantaba Goiko, fue mi favorito del equipo la primera vez que me acerqué al Dream Team.

    Y Nadal otro que tal baila. Se lo suele vincular más a los últimos años que a la época de apogeo, pero ya entonces era una pieza muy importante. La cantidad de terreno de juego que abarcaba no era ni medio normal. ¡Era al mismo tiempo central e interior llegador! No descartamos que Guardiola se inspirara en él las veces en que con el 3-4-3 usó a Busquets como “falso central” para cerrar a veces con cuatro, ¿no?

    @Abel

    Al leer las dos partes (la del Cruyff jugador y la del Cruyff entrenador) del tirón, me ha asaltado una duda. ¿Ves relación en ese intercambio entre Hristo y Laudrup que como técnico propuso en banda izquierda, con el que él mismo protagonizó con Sotil en su etapa de futbolista?

    Respond
  • vi23 1 abril, 2016

    @eumd

    Lo de Goiko en la 90-91 es sencillamente alucinante. Me atrevería a decir que fue el jugador más importante/desequilibrante del equipo en esa temporada (por cierto, la única liga ganada con comodidad) en la cual faltaron mucho tiempo Stoichkov (por el pisotón) y Koeman por lesión. Creo que era una opinión bastante generalizada que Eusebio-Goiko era la mejor banda derecha de Europa ese año (de hecho, recuerdo haberlo leído en varios lugares).
    Al año siguiente se lesionó de gravedad y, cuando volvió, había perdido parte de su velocidad y elasticidad. Seguía siendo muy bueno pero era más rígido. Y a Johan, para aprovecharlo, se le ocurrió el lateral izquierdo. Pero no recuerdo que lo hubiese ubicado allí antes de la lesión

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  • @eumd 1 abril, 2016

    Aprovechando que ha salido el tema de “¿qué habría hecho Cruyff con Luis Enrique?” comparto una cuestión que siempre me ha intrigado mucho sobre el paso de El Flaco por el banquillo del Barça y sobre el rol de Bakero. ‘El 6’ era un futbolista absolutamente fundamental en un rol muy concreto, que además Jose Mari interpreta de manera bárbara. La cosa es que, de todos, Bakero es el único jugador que con Cruyff es el titular en su puesto todas las temporadas (en el resto tuvo al menos dos inquilinos: Busquets, Rekarte, Robert, Roger, Popescu, Nadal…) y eso me plantea la cuestión de, en este caso, al respecto del 6, hasta qué punto el jugador hace a la posición o la posición al jugador. Es decir, ¿qué habría sido ‘el 6’ sin Bakero? En cualquier otro puesto y con cualquier otro nombre sí podemos responder a eso en base a lo que sucedió.

    Y a la vez esto me provoca una intriga grande aventurando cuál podía haber sido el relevo ahí. Porque, claro, el 6 no es un mediapunta al estilo Zidane o De la Peña. Había sido, ya digo, un rol muy particular. A veces pienso que por cómo se movía entre líneas y por su tremenda llegada, quizá era el propio Luis Enrique al que, recordemos, ficha Cruyff meses antes de su cese.

    Respond
  • @DavidLeonRon 1 abril, 2016

    @KAISERJOZE

    Los Recorda Mister son, en general, una absoluta maravilla. Recomendación total para quien no los haya visto.

    Respond
  • vi23 1 abril, 2016

    @eumd

    Sin duda, podría haber acabado Luis Enrique en ese papel. Aunque fliparía si Cruyff ya lo tuviese en mente porque en Madrid estaba jugando siempre en banda. Pero viendo lo que hizo con Robson y luego con Van Gaal no hay duda de que ahí hubiese tenido lugar. Yo creo que Cruyff vio en él a un tipo con múltiples posiblidades y esos jugadores le encantaban

    De Bakero te diré que mi padre le llamaba "las bragas del Barça".

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  • @AntonioGil7 1 abril, 2016

    “¿Y si me tiran una vaselina?”, preguntaba. “En ese caso, si entra, aplaude”, le respondía.

    Me encantan estas frases.

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  • José Luis 1 abril, 2016

    Espectacular artículo. El Johan jugador no lo he leído aún. Pero el entrenador me lo he tragado dos veces. Por si acaso. Y explico. En mi familia, mi abuelo y mi padre era/es del Madrid. Pero de esos que solo hablan de fútbol cuando le preguntan. Yo, que a principios de los 80 llevaba mi chándal MEYBA del Barsa, prestado por mis primos, aún no tenía muy claro qué equipo era el que me gustaba. Claro, la Quinta hizo mucho para que me decantase. Pero, curiosamente, mi madridismo fulgurante nació en el peor momento posible: el 3-2 de Tenerife. Hasta entonces, un chaval de 10-12 años que estaba acostumbrado a que su equipo se pasease por España, lo que le hizo sentir unos colores fue el rival. Y ese rival era Cruyff. No el Barsa. Era Johan.

    Cruyff fue un adelantado a su época. Manejaba a los jugadores mejor que Ancelotti. Manejaba las ruedas de prensa mejor que Mourinho. Manejaba el equipo mejor que Guardiola. Y manejaba "su" idea mejor que nadie hasta hoy día. Aragonés, en la Euro 2008 se le acercó. O Paco Jémez en la actualidad. Solo que Johan, además de una fe ciega en lo que hacía, ofrecía resultados. Esa "flor en el culo" de la que siempre se habló existía. Y existió. Pero solo para él.

    Una de las cosas que más me entristecen del fútbol actual es que una personalidad como la de Johan sería devorada por la prensa a poco que no acompañen los resultados desde el primer momento en un club TOP como el Barsa. Es inconcebible que nadie hoy día pueda hablar de los jugadores como él lo hacía; que tratase a la prensa como él lo hacía; que hablase del rival como él lo hacía… Tengo claro que un tipo con esa personalidad, hoy día dura en un club grande menos que un caramelo en la puerta de un colegio.

    Grande Johan. Cómo me hiciste sufrir, carajo. […y disfrutar]

    D.E.P

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  • Miguel C. 1 abril, 2016

    Buenas:

    Dice Abel en los comentarios de la primera parte del post de Cruyff lo siguiente: "Muchísimas gracias por los desmedidísimos elogios, chicos. Sois cracks." Discrepo en que los elogios sean desmedidos. Entiendo poco de pocas cosas en esta vida, pero de leer (que por melodramático que suene ahora mismo me salva la vida) y escribir (por mucho que tenga mi faceta de juntaletras abandonada) sí entiendo un poco. Y desde ese poco entender me explico:

    He tardado un rato en ponerme a leer los artículos que dedicáis hoy a Cruyff para no dejarme los ojos en el móvil, que ya bastante castigados los tengo. Me ha encantado la espléndida postal de Fernando Ajenjo, la fina comparación Quijotesca de Javier Alberdi, la poesía de Chema R. Bravo, y lo bien traído del recurso al pase largo de David León, pero con todo lo buenos que son cada uno de estos textos, no superan a las dos partes del de Abel. Los párrafos destilan la pasión del que se ha tirado horas y horas viendo partidos de Cruyff para poder escribir este artículo (lo considero como uno solo, con dos partes para facilitar su lectura), están escritos con sencillez a la par que precisión, y sin una pizca de jactancia. En general, uno de los grandes defectos de la caterva de intelectuales, intelectualillos e intelectualoides de diverso pelaje que pueblan el mundo es su manera de darse ínfulas y despreciar al lector, al que considera un ignorante. Abel escribe con el bagaje que dan horas de visualización y de aprendizaje, pero en ningún momento se cree ni más ni mejor que quien lee sus escritos, lo cual es de agradecer. La suma de todo esto, mas algo de ese intangible tan real como difícil de explicar, la inspiración, hace que los mejores artículos de Abel sean una maravilla tan emocionante.

    Claro que luego el propio Abel y Miguel Quintana alucinan porque escribo de él en términos elogiosos, como dijeron en Luces de Ciudad hace unas semanas. Es verdad que Abel también tiene sus cosas (y quién no), como cuando se sobreexcita como en la vuelta del Atleti-PSV metiéndose con Quintana y sus "análisis de porteritos" (comparto con mi hermano la teoría de que la emoción Hitchcockiana de esa tanda de penalties no le sentó nada bien), o cuando da caña al bueno de Albert Morén por coger a Draxler en "La próxima luz". Pero cuando acierta de pleno es brutal, y a mí no me duelen prendas en reconocerlo. Creo que no soy el único.

    Aprovecho este tocho para daros las gracias a todo el equipo de Ecos por vuestra labor. En este homenaje a Cruyff os habéis salido todos. Yo también escribí uno que, la verdad, es bastante flojo sin necesidad de compararlo con los vuestros. No estaba inspirado. Aún así, tengo la sensación de que ni en mis mejores momentos, y quizá ni en el terreno que más me favorece (ese estilo noir de frases afiladas, bruscas y metáforas contundentes), os llego a la suela del zapato.

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  • José Luis 2 abril, 2016

    Por cierto, nos quedará la duda de qué habría sido un segundo proyecto de Johan en el Barsa con Giggs-Zidane-Figo, como dice el artículo. Yo creo que aquél último equipo de Cruyff fue competitivo hasta el final. Se hundió en la recta final del campeonato, pues perdió la liga en casa ante el ATM de Antic (1-3), perdió la final de Copa en la prórroga también ante el ATM, y le faltó poco para llegar a la final de la UEFA de ese año, pues en el Olímpico de Munich empató a 2. Ese equipo se desinfló al final. El recuerdo que tengo de aquél FC Barcelona era su megacompetitividad a pesar de no tener en el equipo a ninguna gran estrella de las que definen partidos. Figo era muy joven, Hagi no era Stoichkov ni Laudrup; Kodro donde antes estaba Romario fue un fiasco; en la portería estaba Busquets (Angoy en el banquillo), que no tenía nivel de equipo TOP; Prosinecki venía de vuelta y Cuéllar tampoco salió bien.

    Creo que la tripleta de ataque más Cruyffista para aquél momento hubiera sido Overmars-Litmanen/Djorkaeff-Figo. Y sobre todo, Molina en la portería (había hecho doblete con el club atlético y era el prototipo de portero que quería Johan).

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  • Abel Rojas 2 abril, 2016

    @ José Luis

    Como dice Albert, Cruyff demostró que no era fundamentalista de un determinado perfil para cada posición. Tenemos conceptualizado "un Bakero" como mediapunta porque fue lo único que vimos. Pero igual hubiera probado otras cosas. Quién sabe.

    Sobre lo más parecido a Bakero… pues ni idea. Litmanen tenía su llegado, pero en mi opinión su juego de espaldas era muy inferior. Igual Cruyff hubiera probado ahí un Kluivert por ejemplo. Van Gaal en el Ajax jugó con Kluivert de "10" y Kanú de "9" algunas veces.

    Y jugadores como Raúl o Rooney yo creo que le hubieran fascinando brutalmente ahí. Cruyff declaró su admiración por el fútbol de Raúl varias veces, de hecho.

    @ Albert Morén

    A mí Goiko en la 90/91 me pareció lo que pensábamos que iba a ser Deulofeu o lo que pensábamos que iba a Lucas Moura. Un extremo absolutamente constante e imparable. En serio, era una pesadilla terrible para los rivales.

    En cuanto a lo de Luis Enrique, ni la más remota idea. Es que lo veo en cualquier posición menos líbero y pivote. Lo veo de lateral izquierdo y derecho, de interior izquierdo y derecho, de mediapunta, de extremo izquierdo y derecho y de delantero centro. Quizá si me pones una pistola en la cabeza digo "de sucesor de Amor". Pero es que creo que donde Ferrer podría haberla roto también.

    Que Luis Enrique al final con Van Gaal fue un súper llegador, pero el Luis Enrique previo, el de Robson y su último tiempo en Madrid, era súper desequilibrante en conducción. De hecho, en el 5-0 de Romario, uno de los jugadores más impactantes vistos hoy es Luis Enrique, pese a que jugó en el equipo que perdió. Daba pánico cuando cogía la pelota.

    Respond
  • Abel Rojas 2 abril, 2016

    @ Miguel C.

    Muchísimas ganas por el cariño, tío. Viniendo de un escritor, me emociona más si cabe.

    Sobre mis ataques a mis compañeros en radio 38ecos, no te lo tomes a mal ^^ Todo va con buen rollo. Hay muy buena química entre todos nosotros y a mí se me va un poco más que a los demás cuando estamos en on air ^^ Luego se cierran los micrófonos y me dan a mí todos.

    A propósito, soberbio ojo: era un artículo. Pero cuando vimos que iba por más de 6.000 palabras y que quedaba un 25%, lo dividimos 😉

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  • @JRatazzi 3 abril, 2016

    Buff, Abel telita, que grande ha sido el buen Johan. He disfrutado muchísimo con este artículo doble, gracias.

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  • Jugador fino 23 febrero, 2019

    En aquel partido contra el Real Madrid que acabó cinco a cero, Miguel Ángel Nadal también jugó de medio por la izquierda cuando el Barcelona tenía el balón y, cuando el rival se lo arrebataba y superaba la presión, de central por la izquierda. No recuerdo si fue antes o después del partido contra el Dinamo de Kiev.

    Sergi también cambió de posición según las circunstancias: cuando el equipo tenía el balón, jugó de extremo izquierdo; cuando lo perdía y la presión no surtía efecto, se retrasaba y se situaba de lateral izquierdo para echar una mano a Jon Andoni Goicoechea en la marca a Luis Enrique.

    El primer genio en los banquillos del Barcelona fue Laureano Ruiz: eligió a los pequeñitos en detrimento de los altos y fuertes; fomentó la técnica sobre la fuerza y las cualidades atléticas; adelantó al portero; retrasó al delantero centro; inventó el rondo; e hizo formar a sus equipos en el 4-3-3. Cambió la forma de pensar de Cruyff, a quien entrenó durante un breve período de tiempo tras el cese de Weisweiler: según Ruiz, a Cruyff le agradaba por aquel entonces el juego de estilo inglés.

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