Parecía que ayer sucedería por primera vez. Todo apuntaba a ello. El Sevilla Fútbol Club ha logrado edificar un dominio irracional de la Europa League gracias a un factor del que nadie puede escapar: las eliminatorias siempre se juegan al ritmo que ellos quieren. Los de Unai Emery proponen la locura en ocasiones y sus enemigos compran, sin ser conscientes de que, fuera de la Champions, la mejor mezcla de físico, potencia, velocidad y gol siempre es la de los andaluces. Encajar dos goles en la primera parte de una final es anti-competitivo menos para el Sevilla FC en la Europa League. Ellos se clasifican anotando cinco al Villarreal, cuatro al Zenit, cuatro al Oporto, cinco a la Fiorentina… Es su estilo. Pero ayer, ante el Shakthar Donetsk del viejo Lucescu, el Sevilla estuvo a punto de perder el control. Luego llegó su reacción final. Qué equipo.
El Sevilla demostró por qué gana tanto en la Europa League: sufrió y renació con enorme grandeza
El arranque de encuentro solo te lo puede firmar el Sevilla dentro de esta competición. Los diez primeros minutos mostraron a un conjunto que se sitúa a otro nivel en el torneo. Los sevillistas, con Konoplyanka, Carriço –central– y Mariano como novedades, comenzaron presionando arriba al Shakhtar de maneraEl arranque del Sevilla, muy del campeón que es que la recuperación de pelota era inmediata. Los ucranianos se la quitaban de encima. Cuando tocaba jugarla, el Sevilla empezaba a desnudar las carencias de su oponente. Especialmente en la zona central, donde el doble pivote formado por Stepanenko y Malyshev parecía de goma. Se movían hacía lugares poco recomendables y liberaban espacios a tutiplén. El Sevilla lo aprovechó de maravilla con una aparición escalonada y constante de sus extremos, Konoplyanka y Vitolo, bien nutridos por N’Zonzi y Banega. Había tanto hueco para recibir ahí que Gameiro enganchó fácil de espaldas para habilitar a Vitolo y que el canario hiciese el 0-1 encarando solo a Rakitskyy. El Shakhtar era plastilina y el campeonísimo Sevilla lo aprovechaba sin pudor.
Fue entonces cuando el Sevilla estuvo a punto de ser derrotado por su propia fórmula. Tan acostumbrados a ver ganar en Europa a los grandes equipos de nuestra Liga, con frecuencia olvidamos que estos torneos son complejos, sobre todo cuando compites de visitante. El rival halla en su estadio, al calor de los suyos, una energía extra que puede tumbarte sin que, en ocasiones, seas capaz de darte cuenta qué ha pasado. El Shakhtar se volvió loco y casi triunfa.
El conjunto de Mircea Lucescu adoptó una actitud ultraofensiva y ¿suicida? que sin duda le salió bien
Y si decimos que los de Lucescu enloquecieron es porque sus comportamientos no obedecieron a la lógica de un minuto 20 de una eliminatoria de 180. Para entender bien lo que hicieron hay que hacer un difícil ejercicio mental. Intentaremos resumirlo lo mejor posible. Como el Sevilla ya tenía su gol, la presión adelantada disminuyóLa locura del Shakhtar, infierno para el Sevilla ligeramente. Le tocaba al Shakhtar atacar contra repliegue. Y vaya si atacó. Stepanenko y Malyshev, citados pivotes, se iban arriba permanentemente, primero uno y después otro, tirando diagonales hacia las bandas sin preocupación alguna. Taison, el extremo izquierdo, jugaba libre por el centro, dejando un espacio que ocupaba Ismaily, el lateral que ya ejercía de extremo. En la derecha regateaba Marlos y subía Srna, ante un Konoplyanka que trabajó en defensa hasta que se cansó, que fue pronto. El Shakhtar era un vendaval ofensivo al que dejó de importarle todo lo que no fuera atacar. Los ucranios entraron en trance y presionaban como lobos a un Sevilla desnortado que ya no la podía sacar ni a través de la magia de Banega. Los chicos de Unai la perdían atrás todo el rato. Y gol del Shakhtar. Taison hacía lo que quería entre líneas, Marlos parecía Robben. Y otro gol del Shakhtar. El Sevilla se quemaba en el infierno.
Faltaba comprobar si el descanso apaciguaría la enajenación local. No fue así. Tras la reanudación seguimos viendo a Stepanenko presionando hasta los centrales y a un Sevilla que sufría para elaborar. Aquí debemos criticar a Konoplyanka. Como Banega (mediapunta) tenía que bajar para sacarla, el Sevilla quedaba sin suficientes piezas entre líneas. Ese hueco debía ser rellenado por los extremos, pero Yevhen no salía de su lado. Cuando Krohn-Dehli salió del banquillo para calentar, todos adivinamos el nombre del futuro sustituido. El danés saltó al césped con la clara misión de jugar centrado para dar continuidad a la exhibición técnica de Banega, dejando la izquierda a Escudero. Su efecto fue inmediato. Entonces llegó la terrible imagen de su lesión, heladora para el alma de cualquiera… menos la de un gran campeón.
El conjunto de Mircea Lucescu adoptó una actitud ultraofensiva y ¿suicida? que sin duda le salió bien
Y es que la reacción del Sevilla al cruel infortunio fue de verdad grande. Enorme. El mérito radicó en que la desgracia no cortó el ritmo al Sevilla, lo que hubiera sido comprensible y hasta normal a tenor de las escenas de dolor de un compañero. Dos hombres fueron los héroes absolutos de este tramo. El primero, Vitolo, que a diferencia de Konoplyanka, sí hacía una lectura correcta del rol que debían acometer los futbolistas exteriores en el partido. Mezcló apariciones por dentro y desmarques por fuera. Se trataba de que a Banega, el gran protagonista, no le faltara una opción de pase. Y es que lo de Ever fue gigante. Desde el minuto 1, en las buenas y en las malas, pero especialmente en el tramo final. Fue como si el argentino decidiese que aquello había que empatarlo viniera lo que viniera. Su caudal de regates, fintas y caños enamoró. Banega lideró un repunte sevillista que hizo menos valioso el del Shakhtar, y que deja al Sevilla como favorito para buscar su triple corona el próximo 18 de mayo en Basilea.
@DavidLeonRon 29 abril, 2016
Puede que Banega no vaya a estar nunca en el once FIFA como alguna vez soñamos para él, pero al menos ya es imposible decir que no ha llegado a ser un notable futbolista.
En el otro lado de la moneda señalo a Konoplyanka. Todavía puede dejar una acción decisiva en cualquiera de las dos/tres finales que le quedan al Sevilla, pero su rendimiento me parece una decepción innegable.