En cuestión de ocho días, Leicester y Tottenham se han llevado seis puntos del Etihad Stadium. El golpe para los de Pellegrini ha sido duro, pues pese a seguir a tan solo dos partidos de la cabeza, perder en casa y tan seguido ante aquellos rivales por el título a los que, quizá, menos tenía en consideración ha reestructurado el estado de ánimo de la Premier League. Y seguro, en su contra. Les ha cedido su jerarquía.
El City cedió la pelota en casaLa dictadura de los resultados, cuya importancia no debe discutirse nunca en cuanto a poder de influencia a C/P, así lo asevera. Sin embargo, si aludiéramos únicamente al juego que exhibió ante los Spurs, la lectura no debería ser tan negativa. El Manchester City supo equilibrarse y, a los puntos, estar más cerca de la victoria que Pochettino y sus chavalería, lo cual tuvo valor añadido porque Pochettino y su chavalería compitieron bien.
Pellegrini echó mucho en falta la determinación de De Bruyne.
Pellegrini optó por un 4-1-4-1 con Fernando de pivote, Fernadinho más suelto y Touré de supuesto segundo interior que en realidad iba a su aire. Pero más allá del esquema y los futbolistas seleccionados, su verdadera propuesta fue entregar la posesión al joven Tottenham y plantear un choque de repliegue y contragolpe. El ejercicio defensivo de Silva y Sterling no fue exuberante pero sí digno, y en general se vio un City que ocupaba su mitad y que protegía con acierto a Otamendi y Kompany, y que a la postre, con su corto 37% de posesión al minuto 45, había llegado más y mejor a la meta adversaria. Cortesía de Silva.
El Tottenham mueve la pelota con responsabilidad contracultural.
En cualquier caso, la superioridad skyblue no era vasta, y ahí el mérito correspondió a los de Pochettino. Excluyendo a Dele Alli, que pareció tener un chip diferente al de sus compañeros, los londinenses lucieron sumamente cautelosos a la hora de arriesgar el cuero. Son, Eriksen, Dembélé y Kane no lograban percutir y probar a Hart, pero su trabajo derrochaba madurez de cara a asegurar su transición ataque-defensa. Sus desmarques de apoyo se inclinaban hacia las bandas, para que Fernandinho y Yaya no pudieran cortar pases y activar rápido al Kun, y una vez alcanzaban la zona de mediapuntas, sus asociaciones eran muy precisas. El City salía mucho menos de lo que su correcta labor sin pelota le hubiera garantizado ante cualquier otro rival de la Premier.
Puede decirse, por tanto, que el Tottenham fue ganando tiempo. Y en una acción aislada y sin demasiado peligro aparente, se encontró el 0-1. El gol inclinó a Pellegrini a quitar a Fernando y poner a Iheanacho, que, a propósito, anotó el empate. Pero sin Fernando, y con Touré en el doble pivote, las reglas tácticas giraron. El envite, hasta entonces de pocos aciertos pero aún menos errores, se abrió para bien y para mal. Y pudo escribirse cualquier final, pero ocurrió lo que más a menudo se da: el más frío de los dos se apropió de la victoria tras un fallo del otro.
Abel Rojas 15 febrero, 2016
Quedé satisfecho con el Manchester City. Quizá es que espero muy poco, pero encontrarme un equipo serio, ordenado, con plan, con pocos errores… me sorprendió favorablemente. Me quedó la sensación de que con De Bruyne donde Sterling o Touré, ganaba con comodidad a un Tottenham que también me gustó.
Sterling, por ahora, está entre las decepciones del año según mi criterio. No solo en la Premier, sino en Europa. Pero bueno. Queda todavía mucha Liga y mucha Champions para revertirlo.