Imaginen: Bravo; Aleix, Alves, S. Roberto, Alba; Rakitic, Arda; Munir, Messi, Suárez y Neymar. O Navas; Carvajal, Danilo, Kroos, Marcelo; Kovacic, Isco; Bale, Benzema, Cristiano y Jesé. Pues más o menos, esas serían las alineaciones de Barcelona y Real Madrid equivalentes a la que Guardiola se vio forzado a presentar anoche en el Juventus Stadium de Turín, en la casa del subcampeón de Europa. No hay que exagerar en relación a que, al fin y al cabo, contó con once futbolistas de élite, y estos siempre pueden vencer de alguna manera, pero sí hay que ponderar debidamente que ese grupo de atacantes ultra dominase a un rival poderosísimo jugando como le gusta a Pep: como si fuesen once directores de orquesta. Guardiola, ayer, cruzó un nuevo umbral.
Desde el 15 al 45, la Juventus FC no pudo salir de su campo.
Pep redujo el espacio al rivalEl Pep canterano de La Masia era flojo, lento y mediocentro. Tres rasgos que, unidos, hacían presagiar a muchos que no triunfaría en el profesionalismo. Pero Cruyff lo vio emplearse, quedó prendado y le dio el consejo que le permitió mostrar lo que tenía sin que se notase lo que no: «¿Qué es defensa? Defensa es espacio. Yo no sabría defender un restaurante, pero si solo tengo que defender la zona que ocupa una mesa, por aquí no penetra nadie». Y es verdad. Es tan cierto como que Leo Messi no podría desbordar al más fondón de los lectores de este texto dentro de una cabina telefónica. Cualquiera de nosotros podría con el argentino en esas condiciones, se la quitaríamos siempre, la hoja estadística mostraría 10 pérdidas suyas y 10 recuperaciones nuestras. «Defensa es espacio». Y Guardiola es mejor que Cruyff. Sus futbolistas sólo tienen que defender su pupitre. Mientras él ofrece su penúltima lección.
Douglas Costa y Robben, arriba y abiertos, expandían el campo.
En teoría, el once bávaro vaticinaba un 4-2-4; así que empleemos ese orden de partida para precisar sus anomalías. Lahm (lateral) estaba de interior derecho, Vidal (pivote), de líbero con proyección atacante y Thiago (segundo pivote), de mediapunta escorado a la izquierda. La disposición construía una escalera de entre cuatro y cinco peldaños, y a su vez cada uno de sus puntos humanos estaba conectado con al menos dos semejantes por líneas de pase diagonales y liberadas. La pelota, evidentemente, rodaba deprisa, porque no existe modo de cubrir tantas alturas (tantas de esas famosas «entre líneas»), y en el momento de la pérdida, con dicho reparto espacial y la Juve cansada de ajustar, cualquier jugador bávaro con un esfuerzo de tres segundos (casi siempre menos) protagonizaba una presión asfixiante. El sistema de Guardiola es una ilusión óptica. Con el balón, parece una pradera. Sin él, lo ya descrito. Y Thiago defendiendo un metro es muchísimo más eficaz que Luiz Gustavo defendiendo 20. Y Pep consiguió que Thiago custodiase sólo uno formando parte de un once repleto de atacantes sin apenas talento para la recuperación. Eso fue lo que hizo.
Por supuesto, además, el sistema se propagaba como el gas. Cuando, por ejemplo, Alcántara se sumaba a zona de remate, un pivote de la Juventus bajaba hasta su área, y Cuadrado se cerraba como pivote, y Bernat, que ya no tenía que estar pendiente de que el colombiano no le pillara la espalda, tomaba la posición primera de Thiago para hacer sobre Cuadrado lo mismo que Thiago sobre el pivote original. Como en el ajedrez. Si te comes un peón, sube a tu caballo sin miedo y acecha al rey con ahínco.
Bonucci lideró la resistencia anímica bianconera: siempre pasó.
Pero la Juve no se rindió. De hecho, ni siquiera perdió fe. Su entereza anímica fue admirable, y quizá herencia de su cultura italiana. Cada vez que recuperaba la pelota, intentaba jugar. Nunca se la quitaba de en medio. Qué carácter de Bonucci, Barzagli y compañía. Y en base a esa perseverancia, un par de acontecimientos le devolvieron la vida. El concreto consistió en el ingreso de Hernanes donde Marchisio. El brasileño protege mejor el cuero, y entonces no se veía forzado a dar un pase rápido tras la recuperación, sino que podía retenerlo durante un suspiro, desinflar un poco la presión y aclarar el panorama. Y luego, en lo abstracto, fue clave el gol de Robben, que puso el 0-2 en el marcador y activó el modo «Nada que perder» en los de Turín. ¡Guerra!
La sucesión de detalles mágicos de Pogba, la insistencia creyente de Cuadrado, la frialdad de Dybala en la que tuvo, la fricción incesante de Mandzukic y el tremendo impacto de Morata como revulsivo rompieron el hechizo de Pep y destaparon a la Champions un sistema defensivo sin talento ni calidad. O sea, lo lógico toda vez que la zaga estaba compuesta por tres laterales muy ofensivos y un interior de posesión. Y Massimiliano Allegri, que es justo lo contrario que Guardiola en cuanto a brillo pero aun así uno de los legítimos mejores entrenadores del circuito, logró la resurrección después de caído. Y cree en Múnich.
hola1 24 febrero, 2016
Cambio ganador el de Allegri, Hernanes por Marchisio. De primeras no lo entendi muy bien, pero recorde a Marchisio sufriendo ante la presion a la hora de salir jugando, Hernanes aparte de tener mas habilidad y cubrir mejor la pelota, tiene una mayor facilidad para dar pases y cambios de juego con cualquiera de las dos piernas. Muy inteligente lo de Allegri, aunque creo que se equivoco en no darle mas minutos a Morata que tiene "algo" cuando juega Champions.