Guus Hiddink se sienta en el banquillo de Stamford Bridge desde el 19 de diciembre. Fue entonces cuando firmó un contrato de seis meses que ratificaba una interinidad que nadie se ha molestado en esconder. El Chelsea no busca construir nada, sólo aspira a salvar los muebles con un mínimo de dignidad deportiva; una situación que no es la ideal para motivar a un vestuario de futbolistas de élite. Pero por suerte para sus fans, el mejor delantero del equipo no tiene plaza garantizada para la próxima Eurocopa. Es Diego Costa; y su necesidad, la energía blue.
Si le permiten replegarse, el Chelsea sale con dos/tres hombres.
Costa está a su mejor nivelEl Chelsea actual presenta un conjunto desprovisto de estructura. Se sabe que utiliza un 4-2-3-1 y que se muestra más o menos abierto según el sitio de Cesc (enganche en cuatro de los últimos seis envites), pero tener dibujo no implica tener sistema. En cuanto a movimientos, rutinas, ajustes… se trata del equipo más simplificado de la Champions. Si le dejan, se limita a defender abajo por acumulación y mandar bolas largas hacia Diego Costa, que debe pelearlas y ganarlas para, después, esperar un socio y atacar en pareja. Los envíos al hispano-brasileño no destilan calidad, quienes los lanzan no son precisamente especialistas, así que, para igualar un poco las condiciones de la batalla, Costa se abre hacia una de las bandas, donde hay más espacios y porfía contra menos rivales.
Costa comenzó cayendo mucho más hacia la banda derecha.
Durante los días de estreno del plan, Costa mostró una preferencia clarísima hacia la banda derecha. Por ejemplo, contra el West Bromwich Albion, más del 80% de sus desmarques se inclinaron hacia dicho sector. Con sentido. Para empezar, si va a recibir solo y con la misión de ganar tiempo, le conviene desenvolverse a pie natural, pues sus maniobras irán hacia fuera y, por consiguiente, se alejarán de posibles ayudas defensivas, favoreciendo una situación de uno contra uno que le beneficia. A uno puede contenerlo usando su cuerpo; ante más de uno, entraría en juego la habilidad de sus pies, y su eficacia se resentiría. Pero aparte de este matiz técnico, había otro más colectivo.
En la izquierda tiene más genteCosta buscó un aliado y lo encontró en Willian Borges, el mejor futbolista de la temporada del Chelsea con diferencia sustancial sobre el segundo -que, pese a todo, seguramente es Fábregas-. Willian le ofrecía dos cosas que le reportaban mucha comodidad. Por un lado, su sacrificio defensivo. El ex-Anzhi baja mucho mientras su equipo defiende, invitando al lateral contrario a subir y fabricando de esa guisa el espacio ideal para que Costa lo ocupe y se enfrente, abierto, a un central sacado de posición. Y muy pocos centrales fuera de posición pueden competir contra un Costa físicamente pletórico. En el otro costado, ocupado por norma por Oscar, a veces Pedro y, desde el banquillo, Hazard, el trabajo se mantiene pero en términos más agresivos, más de intentar presionar que de proteger los huecos, lo que da menos metros de margen al «9».
Con el balón en los pies, Willian es quien más y mejor aporta.
No obstante, aún mayor importancia que lo táctico tiene el propio fútbol de Willian en sí. A Costa y al Chelsea les favorece que sea Willian quien tome el pase atrás del héroe aislado. Tanto por la creatividad del diestro, como por su productividad directa (son 9 goles y 4 asistencias entre Liga y Champions). También por ser quien mejor cuida la pelota.
Aunque con el paso de las encuentros Costa ha diversificado la dirección de sus desmarques -en parte para activar a Cesc, que suele inclinarse más hacia la izquierda-, el Paris Saint-Germain podría ser una invitación a que recuperase la rutina original, ya que los de Blanc tienden a manejar la posesión en la derecha (Verratti/Rabiot, Di María) y a romper por la izquierda (Matuidi, Cavani), haciendo así del siniestro el lado más débil (o menos protegido) de su transición ataque-defensa.
La Champions es mágica y el duelo que nos ocupa está tomando cariz de clásico moderno. La imprevisibilidad se apodera de noches como la que se nos viene, y más considerando que tratamos un club que ganó su única Copa de Europa en la temporada en la que peor juego realizó desde que se hizo grande. Pero si se tratara únicamente de un partido más, sin mitología ni cuentas pendientes, lo único que opositaría a preocupar a Laurent Blanc sería contener a Costa. Y algo tendría que ajustar para no ceder a Hiddink aquello con lo que soñaría: una batalla personal constante entre Diego y David Luiz -que también sueñan con esta-.
Para profundizar en la épica de esta joven rivalidad, recomendamos el capítulo de «La Aventura Original» que rememora sus 4 batallas:
@DavidLeonRon 16 febrero, 2016
¿No os pasa que, en vuestra cabeza, Diego Costa es casi todo el argumento ganador del Chelsea hoy y en la eliminatoria? Imagino al Chelsea dañando a través de él… y casi que solo a través de él.