Si el fútbol, el nuestro, de repente fuese football y defensa y ataque fueran conceptos parcialmente independientes, este Villarreal ya estaría levantando títulos. Los de Marcelino García Toral andan rozando la excelencia en sus resultados sin que sus defectos, todos ellos ofensivos, terminen arruinándoles nunca la fiesta. El Villarreal aprendió a exprimir al máximo sus botines goleadores gracias a un poder sin la pelota cada vez más notable. Anoche volvió a suceder.
El Villarreal sufrió muchos ataques pero nunca se vio eliminado
Al descanso el chiste estaba servido. Nápoles y Villarreal habían intercambiado por completo las nacionalidades. El conjunto español ejercía de italiano para contrarrestar a un rival que empleaba armas muy españolas.La movía bien el Nápoles pero… Los de Maurizio Sarri finalizaron el primer acto con un 63% de posesión, decenas de pases más completados y un 90% de acierto en los mismos. El 4-3-3 napolitano se mostraba muy paciente a la hora de elaborar, con un Hamisk (interior izquierda) muy pegadito a Valdifiori (mediocentro). El eslovaco bajaba mucho para involucrarse en las labores creativas. El Villarreal, con su 4-4-2 de siempre, esperaba atrás con firmeza, pero la circulación local era de nivel. El Nápoles la conservaba y luego filtraba a los desmarques de sus extremos (Insigne y Mertens), que, al pie o al espacio, finalizaban jugadas.
Metido atrás por el control de su oponente, el Villarreal apenas pudo salir. Solo lo hizo una vez, aunque de forma extremadamente clara. La fórmula, la habitual: Soldado enganchó entre líneas hacia Bakambu y éste enfrentó a la carrera al portero. Como suele pasarle demasiado a menudo, falló. El saldo de disparos en los 45 minutos iniciales fue de 11-3 para el Nápoles. Sin embargo, los castellonenses estaban muy vivos. Aun sufriendo, ejecutaban su plan con entereza. El Villarreal no perdía balones en salida ni cometía errores atrás. Todo su padecer lo estaba generando las virtudes ajenas. Al fin y al cabo, el Nápoles solo pudo marcar a través de un chutazo de Hamsik.
Tras marcar, la clasificación pasó a ser una cosa 100% segura
Con 1-0 y la eliminatoria igualada, el Nápoles disminuyó riesgos tras la reanudación. Su movimiento de balón se aplatanó lo suficiente como para que el Villarreal la robara un par de veces y cruzara a terreno enemigo. Dicho esto, el tanto amarillo llegó un poco de la nada y bastante cargado de azar. Tomás Pina quiso ponerla en el área y su envío se coló por la escuadra. Una vez más, el Submarino hallaba el gol con poco. Un gol que les legitimaba para, ahora sí, centrarse exclusivamente en lo que más les gusta: defender.
Lo mejor que puede decirse del Villarreal es que, con más de media hora por jugarse y “solo” dos goles de ventaja, la eliminación jamás fue una posibilidad. Un equipo con Insigne, Hamsik o Higuaín ni siquiera soñó con la remontada. Un Higuaín al que, por cierto, nadie secó así esta temporada. El punta argentino se obsesionó con recibir en zonas centrales para rematar y ahí el Villarreal es casi impenetrable. Ayer lo fue especialmente gracias a dos hombres. El primero, Bruno Soriano. El zurdo representa la evolución del proyecto; de crack asociativo con movilidad constante a cerrojo de ayudas defensivas permanentes. La otra cara fue Areola, cuya presencia física bajo palos y en juego aéreo empieza a ser decisiva. Así es este Villarreal, que defiende y defiende hasta la victoria final. ¿Aguantarán así hasta mayo?
@DavidLeonRon 26 febrero, 2016
Por cierto, no sé si tiene que ver el contexto del equipo y tal, pero va volviendo Musacchio, ¿no? Igual le da para ir a la Copa América. Al Tata le gustaba.