La UD Las Palmas está cumpliendo su parte del trato, le está dando a la Liga lo que ésta esperaba de ella. Estamos ante un equipo coqueto que quiere crecer y gustar a partir del balón, que diseña su estructura para favorecer la posesión del mismo y que asume el riesgo de dejar espacios y alinear muchos jugadores de ataque porque su entrenador, Quique Setién, conoce la verdad: para salvarse, necesita que la lógica se incumpla, y eso solo es posible a través de la identificación canaria.
Vicente Gómez ha explotadoDe cara a conseguirlo, ha propuesto un 4-2-3-1 con bastante calidad técnica -es el único valor en el que está por encima del promedio- cuyos hombres claves se llaman Vicente Gómez, Roque Mesa, Jonathan Viera y Sergio Araujo. También el central Aythami, pero éste no toma tanto peso en el modelo en cuestión. Vicente, que solía mostrar mucha proyección ofensiva, está ejerciendo de pivote fijo con mucho acierto, convirtiéndose, quizá, en la pieza más interesante de la plantilla de cara al resto de clubes (se sabe del interés del Villarreal). Por su parte, Roque Mesa es su fiel escudero en el doble pivote y quien cambia el ritmo y bate líneas, algo imprescindible para que la posesión no se estanque. Y arriba, Viera posee el desequilibrio y el argentino Araujo, con su juego de espaldas, ordena a los demás. Gracias a ellos cuatro, Las Palmas siempre sabe lo que tiene que hacer cuando maneja la pelota; de ahí la sensación de fluidez que emiten sus ataques aunque los goles no terminen de llegar.
Tana es uno de esos jugadores que siempre se quedan atrás.
Pero señalado esto, ponderados ya los cuatro jugadores que permiten a Setién jugar a lo que desea, conviene detenernos en la curiosa figura de Pedro Tanausú. Tana es un mediapunta diminuto de estos que uno se encuentra en muchos estadios de 2ª B o Tercera División cada vez que comete el acierto de visitarlos. Es un perfil muy propio del fútbol español, cada pueblo tiene el suyo y lo luce con orgullo. Son jugadores de gran control del balón que a edad infantil apenas se distinguían de Silva, Iniesta o Cazorla, y que a medida que crecieron, sufrieron cómo compañeros a los que habían burreado en cada pachanga, a los que le habían quitado su primera novia porque suya fue la fama en el barrio, se iban acercando a Primera mientras ellos perdían sin explicaciones la confianza del entrenador. Y así hasta que un día, mitad resignados, mitad rabiosos, aceptaban jugar por amor al arte en algún club que, a menudo, no podía pagarles ni para que hicieran del fútbol su profesión.
El fútbol canario va ligado a la técnica; su gente busca ese juego.
Las Palmas, por su carácter y su sentido, da la oportunidad a uno de ellos contra el Barça, el Atlético y el Madrid. Y Tana está respondiendo con goles, asistencias y lo más importante para lo que nos concierne: evitar que la afición del estadio de Gran Canaria vea a alguno de sus atacantes maltratando la bola sobre el verde, que es lo que la deprime, lo que la aleja de la grada y lo que, casi con certeza, la devolvería a la Segunda División.
Otra moraleja, más optimista, nos revela que el «10» de cada pueblo, con suerte, podría jugar en Primera. Es difícil, pero si en algún lugar le confían el dorsal divino, algo tiene para dar si hay quien ajuste eso que tiene. Los geniecillos de Tercera División, con certeza, hacen cosas con la pelota que la mayoría de jugadores de la Liga no podrían repetir.
Rafa Peinado 19 enero, 2016
Vicente Gómez, Roque Mesa, Tana, Viera, Araujo y un sistema e idea de juego concretos…¿qué le falta a esta UD Las Palmas para no pasar muchos apuros para descender? Tiene mimbres colectivos e individuales para ello pero…