Con 22 años recién cumplidos y con un histórico como el Stuttgart con el agua al cuello, la actuación de Antonio Rüdiger en uno de los partidos más importantes de la temporada pasada confirmaba que la Bundesliga estaba gestando un defensa con claro potencial para asentarse de forma constante en la selección alemana. Era la penúltima jornada, y Hamburgo y Stuttgart se enfrentaban en un choque de trascendencia vital de cara a conseguir la permanencia. Rüdiger, después de una lesión que le tuvo alejado de los terrenos de juego durante cuatro meses, había regresado para el tramo final de curso -disputó cinco partidos tras su regreso en abril, en los que su equipo obtuvo cuatro de las nueve victorias que logró en el campeonato-, y su concurso en ese decisivo partido disputado en el Mercedes Benz Arena resultó clave para la permanencia del mítico club de Baden-Wurtemberg. El Stuttgart venció 2-1 y acabó confirmando su estancia en la primera división, y Rüdiger fue su gran bastión defensivo.
La Roma de Rudi necesitaba a un gran centralCon Benatia ya en Múnich y tras el duro varapalo que significó la lesión de larga duración de Leandro Castan, la Roma debía de encontrar un compañero de garantías para el ya asentado Manolas. La primera opción fue Yanga-Mbiwa, pero las hechuras de gran defensor que se dejaron ver en su época del Montpellier -aunque su paso por Newcastle habían reducido las expectativas en torno a su figura- no se mostraron en el Olímpico. La segunda y quizás la de mayor esperanza por parte de la afición fue la llegada de Davide Astori, un defensor con experiencia en la Serie A e internacional absoluto con la nazionale, que tampoco cuajó como se esperaba en primera instancia. Por supuesto, la espiral autodestructiva en la que entró el club capitalino tras la visita del Bayern situó en una tesitura complicada a cualquier futbolista de la plantilla, pero tras Marquinhos y Benatia, la Roma echaba en falta un defensa que volviese a ofrecer soluciones dominantes desde el punto de vista individual. Y Rüdiger se está mostrando como un tipo capaz de hacerlo.
El impacto de Antonio Rüdiger ha sido inmediato.
Ya asentado de forma regular como defensa central -en Alemania, e incluso en la selección, le hemos visto en alguna ocasión como lateral derecho-, sus prestaciones encajan bien en algunas de las principales ideas de Rudi García. Para empezar, en lo que está relacionado con el balón, ofrece algunas soluciones en la salida de las que carecía la plantilla. Es cierto que hay que matizar que la llegada de Dzeko y su inclusión en el once por Totti ha cambiado de forma radical el enfoque en esta fase del juego, pero por supuesto esta Roma no toma la única vía del juego directo, y ahí Rüdiger está tomando un papel importante. No lo ha hecho a partir de la precisión en sus envíos o de la creatividad, pero sí gracias a su arrojo y potencia. Su conducción genera dudas en el rival, y ese tiempo que transcurre en tomar la decisión de salirle al paso o de guardar la marca suponen instantes de ventaja para la Roma.
A nivel puramente defensivo, Rüdiger explota sus virtudes en escenarios en los que ha de aprovechar su zancada, potencia y elasticidad. Partidos en los que la Roma tiene el control territorial, y él ha de abarcar muchos metros hacia atrás, o hacer cruces largos a ambos costados, son donde el equipo cuenta en él con un factor realmente diferencial. De hecho, en este sentido, el doble enfrentamiento ante el Bayer Leverkusen -un gran ejemplo de partido de transiciones- dejó claro que su aportación a nivel individual luce más en este contexto. Además, sus piernas largas y su atrevimiento le hacen también un factor realmente potente cuando tiene que salir a anticipar a zonas muy adelantadas, de modo que resulta un complemento realmente efectivo para planteamientos de defensa alta y presión agresiva. Estas virtudes no le impiden ser muy útil en fases de defensas posicional, donde también suma gracias a su juego aéreo y esa agilidad para orientar los despejes, ya que a pesar de su altura no es en absoluto tosco.
Como suele ser habitual por su juventud, es muy tendente al fallo.
Todavía comete muchos fallosLlegados hasta aquí, parece que estamos hablando de un futbolista que puede alcanzar la cima dentro de su posición en el mundo del fútbol a no mucho tardar, pero lo cierto es que para conseguirlo aún debe de enderezar un grave problema que le lleva a cometer errores impropios de la élite. Quizás provocado por su exuberancia física y por el hecho de ser capaz de resolver, gracias a ella, situaciones límite por pura calidad individual, su rendimiento dentro de un funcionamiento colectivo deja que desear en demasiadas ocasiones. Rüdiger comete errores de concepto que llevan a desajustes globales. Le cuesta acompañar los movimientos del central más cercano al balón, aguantar la posición en el área para proteger un posible centro si han encontrado la espalda al lateral de su perfil, o mantenerse como el más retrasado si ya su acompañante en la zaga ha salido a robar a zona de centrocampistas. Son conceptos clave que deberá pulir para asentarse de forma definitiva en el lugar que le reservan sus condiciones: la élite más selecta.
Abel Rojas 24 noviembre, 2015
Cada vez hablamos más de centrales de este tipo. En los últimos meses hemos dedicado textos a Bailly, los del Leverkusen, Gabriel… Veremos a ver quiénes son los que llegan.
Yo le tengo muchísima fe a Gabriel.