No hay baja de un jugador de la Liga que vaya a tener tanto impacto en su equipo como la de Sergio García en el RCD Espanyol. Y, salvo noticia histórica, no la va a haber. Krohn Dehli era fundamental en el circuito asociativo del Celta, Carlos Bacca daba sentido a cada contragolpe del Sevilla y Alberto Bueno hacía provechoso el juego de bandas del Rayo. Pero lo de Sergio va mucho más allá. Era el mejor defensa, el mejor centrocampista y el mejor delantero de un equipo del que, además, era santo y seña en el aspecto emocional. Sus toques entre líneas, su capacidad para ganar metros en solitario, su talento para juntar al equipo, su recuperada determinación… El «delantero de las Casas Baratas» era el futbolista más decisivo de la segunda mitad de la tabla y, como demostró año tras año, su presencia se convirtió en una especie de comodín que garantizaba la permanencia a sus entrenadores.
Sergio García definía el juego y el estado de ánimo perico.
Sergio deberá reconstruir al Espanyol sin su gran estrellaContando con Sergio García a este nivel, construir una estructura sólida que aumentase el techo competitivo del equipo resultaba mucho más fácil. Por eso los equipos de Javier Aguirre y Sergio González, dos técnicos con estilos muy diferentes, se terminaron pareciendo. Al final, el que terminaba definiendo la identidad del Espanyol era «Falete», y el resto de medidas técnicas o tácticas iban dirigidas a acompañarle lo mejor posible. De ahí que ahora, con su marcha a Qatar, se abra una etapa desconocida en el equipo perico. Su ausencia lo cambia absolutamente todo, pero es que, además, a ésta se le unen las de Kiko Casilla, Diego Colotto, Lucas Vázquez y Christian Stuani.
Cuatro nombres en cuatro líneas diferentes que representan un problema común: el Espanyol se ha quedado prácticamente sin certezas para construir un futuro ya de por sí incierto. No se trata del nivel o de la ascendencia de estos futbolistas, sino de la naturalidad con la que cada uno, a su manera, cumplía con su rol particular. Kiko Casilla, con sus altos y bajos, es un portero que en momentos de inspiración puede llegar a parecer insuperable. Menos irregular y más constante es Diego Colotto, cuya jerarquía marcaba los tiempos, el orden y la actitud de toda la línea defensiva. Lucas Vázquez, como buen extremo clásico, se erigió el año pasado en un gran generador de juego ofensivo desde la línea de cal. Y Christian Stuani, el asombroso «Wingman», fue el mejor complemento de Sergio García, acudiendo siempre a las zonas que éste no pisaba.
La labor de Sergio González de antoja apasionante.
Cada uno de ellos era, en definitiva, un argumento de peso para creer en un Espanyol competitivo en la 2015/2016. Sin su presencia, la baja de «Falete» se va a notar aún más. Quedan Héctor Moreno, Víctor Sánchez, José Alberto Cañas y Felipe Caicedo, más los que aparecieron en Copa (Pau López y Duarte) y los que están llegando en verano (Burgui y Hernán Pérez), pero el gran reto no está en las piernas de los jugadores, sino en la cabeza de su técnico. Sergio González tiene ante sí un folio completamente en blanco. No hay margen ni renglones. Veremos lo que escribe… y cómo lo escribe.
JAUME 23 julio, 2015
El Espanyol cada año vende a sus mejores jugadores y compra casi a coste 0, la labor de Perarnau es espectacular.
Sin ir más lejos, el año pasado se trajo a Álvaro, Arbilla, Cañas y Caicedo casi sin coste y a un entrenador capaz de confiar en gente del filial como Duarte y Pau.
El Espanyol está lejos de competir por Europa pero tampoco sufrirá: Pau será un buen portero, Álvaro y Duarte (tras la probable marcha de Moreno) formarán un gran pareja de centrales, Cañas y Sánchez forman un doble pivote solvente y arriba continúa Caicedo, dicen que viene Asensio incluido en la operación Casilla, se habla de Gerard del Villarreal y como Burgui les salga la mitad de bueno que Callejón o Vázquez, habrá buen ataque.