El tema de la espuma en la cerveza no es una cuestión ni mucho menos baladí. Quizás no ha provocado ningún gran conflicto, pero seguramente alguno sí que ha logrado evitar. Porque la presencia de la espuma en su justa cantidad, estipulada en dos dedos, además de vestirla con elegancia, contribuye a liberar sus aromas y a evitar que se oxigene, con su consiguiente pérdida de gas, de vida y de gracia. Sin ella, la bebida fermentada más famosa del mundo seguiría siendo apetecible, no nos vamos a engañar, pero no resultaría tan gratificante. Un pecado éste que en otro sentido estaba empobreciendo también los primeros minutos en Copa América del «Tecatito» Corona, futbolista con apodo y apellido de cerveza, ante la Bolivia de Mauricio Soria. El mexicano estaba ratificando, jugada a jugada, todos los adjetivos que se había ganado tras su buen año en el Twente. La pisaba, la tocaba, la acariciaba y se marchaba. Pero es que luego no pasaba nada.
Todo cambió ante Bolivia con Raúl Jiménez y Aquino.
No marcó, pero Raúl Jiménez sí cambió el dueloAl «Tecatito» le faltaba la corona. La cabeza. Ese futbolista que desde la punta, la cual estaba desconectada por el gran trabajo de Chumacero y compañía, contribuyese a que sus acciones sirvieran para algo más que para protagonizar un más que notable highlights. Y aunque a esta México «B» no le sobran jugadores así, Herrera sí que tenía alguien en el banco que encajaba con el perfil que su estrella demandaba: Raúl Jiménez. La entrada del colchonero, al igual que la de Aquino en banda derecha, aceleró el ritmo del partido, volcó el juego sobre la portería de Quiñónez y convirtió en ocasiones lo que antes sólo eran buenos propósitos.
Y es que Raúl Jiménez es un buen futbolista. Es cierto que en sus primeros meses en el Atlético de Madrid pareció un jugador limitado, carente del talento y de la determinación que definía a sus compañeros de delantera, pero ya en las últimas semanas de competición se fue destapando. Al lado de Antoine Griezmann o, incluso, de Fernando Torres, el mexicano demostró que es un punta que conoce bastantes capítulos del ABC del fútbol. Sabe apoyar al centro del campo, se mueve con sentido, en vuelo es más peligroso de lo que parece y, sobre todo, cargando el área es capaz de influir en el marcador final. Una serie de buenas condiciones que, por ejemplo, volvió a exponer ante la Chile de Alexis & Vidal con el combativo e intenso Matías Vuoso como compañero. Juntos, por envergadura, inteligencia y habilidad, dominaron a Medel, Jara y Albornoz hasta lograr hacer buena la atrevida propuesta del «Piojo» Herrera. De esta manera, sin necesidad de cambiar el sistema ni de intentar grandes revoluciones, México ha encontrado multiplicador al fútbol del «Tecatito» y, por ende, ha ganado en competitividad.
Ambos se están jugando y ganando su futuro con el «Tri».
Porque para entender cómo no se sirve una cerveza basta con un día de pruebas y fallos. Otra cosa es aprender a posarla con acierto sobre el vaso generando la cantidad exacta de espuma que exige tal ritual, pero por suerte para el «Tri», Jesús Manuel Corona, de 22 años, y Raúl Jiménez, de 24, todavía tienen toda la vida por delante.
@RdGarca 19 junio, 2015
Odio destruirle las analogías a Mig pero si bien una cerveza debería llevar espuma, en muchas partes de Latinoamérica se bebe sin espuma XD Quizás por eso Jiménez no empezó de titular :p