Pocos casos como éste habrá en el fútbol más o menos reciente. Bernardo Silva jugaba la temporada 2013-2014 en el Benfica B. Desde la cada vez más fructífera cantera lusa, el chico, de repente, se encuentra jugando la Copa de Europa con el Mónaco, pasando fase de grupos y compitiendo los cuartos de final con un puesto de titular, más o menos indiscutible. Por el camino, el descubrimiento de un talento fantástico. Uno de los jugadores más estimulantes del fútbol europeo en esta última campaña.
No todo, pero mucho de lo que define y resume a Silva es su relación con la pelota. Lo que puede hacer con la pelota. En un ejercicio de abstracción, si quitáramos las porteríasSu gran pasión: estar rodeado, podríamos condensar gran parte de la técnica del liviano portugués. Su conducción de balón y sus engaños con la cadera, marca de agua. Lo suyo es conducir la pelota con velcro hasta que imanta a jugadores hacia sí mismo, generando espacios que ocupan sus compañeros. No hay lance o imagen del juego que más repita este jugador: en multitud de ocasiones se le va a ver rodeado de numerosos defensores. Como un ratón en un laberinto, va yendo y volviendo entre el pico del área y la cal, hasta que encuentra una salida hacia portería.
En el Mónaco ha sido mediapunta por la derecha en 4-2-3-1
En el Mónaco de Jardim, Silva ha partido siempre desde el costado, pero aunque se ha movido interiormente con una finura a destacar, dando a Fabinho un carril larguísimo, la banda y la cal le encantan. Desde ahí, su relación con el juego: no para de activar zonas del campo. Silva es un maratoniano. Es un jugador al que hay que comprender, pues puede llegar a ser un defecto si los jugadores que le rodean no van compensando. En la parte positiva, es un tipo que aunque aglutina mucho la pelota, la descarga bien, y se asocia con un sentido más que notable. Cuando la defensa bascula sobre su posición, hace del pase atrás un regalo; es un jugador colectivo. Y como apuntamos, no se puede estar quieto: es como un cachorro. Es llamativo que la pelota no la haya acariciado con el exterior antes de cederla, por eso parece más indicado para la zona de 3/4. Se aleja del balón con clarividencia y dando opciones al pasador es formidable. En transición, su velocidad punta destaca.
Su lenguaje corporal se planta en un punto intermedio entre Rosicky, el otro Silva y Mesut Özil. Zurdo como los dos últimos, carece del último pase de ambos, lo que no deja en mal lugar a su toque y timing. Cuando se asoma a buscar y oler el gol, lo encuentra (9 goles en 25 titularidades de Ligue 1). Su juego y su delgado físico le hacen perder más balones de la cuenta, pasando fases del partido inadvertido. Su virtud menos destacable, por complexión, posición y definición, es su carácter. A su perfil fondista le une regreso. No es constante pero trabaja lo suyo. Achucha y muerde. Se entiende un poco más que desde las categorías inferiores se convirtiera en el socio de Moutinho y un top-8 europeo. Jugador de culto.
sobris 9 junio, 2015
De lo mas impresionante es que tenga esa capacidad de recuperar balones que ni silva ni ozil tiene .
( a rosicky lo tengo menos visto).
El monaco a alegrado mucho la ligue 1 este año con jugadores como este.