El Madrid tenía la receta pero añoraba un ingrediente; requería un interior derecho con personalidad para tirar hacia adelante, llevarse consigo al Atleti y dejar libre al pivote Toni Kroos. Los especialistas teóricos, Khedira, Illarra y Silva, por motivos variados, no convencían a su míster. En esas que éste le preguntó a Ramos si se atrevía a jugar de Modric. Contestó que sí. Y el Real dominó el partido.
Ramos anuló la zona fantasmaRamos como interior derecho (4-3-3, sistema de los dos puentes) definió el encuentro en cada vertiente. Primero, la científica. Interpretó su rol con notable exactitud, supo cuándo cerrarse (poco), cuándo abrirse (mucho) y cuándo escalar (lo justo), permitiendo al resto de sus compañeros, que sí ocupaban sus lugares clásicos, seguir el plan como si nada hubiera cambiado. Y como cuando el Madrid ejecuta su idea, y crea espacio a Kroos, cruza la divisoria con constancia, y como cuando cruza la divisoria con constancia, Iker no ve al Atleti, Ancelotti dotó a los suyos de aquéllo que compete a un técnico: seguridad y superioridad táctica.
El Madrid contrarrestó como nunca el juego área del Atlético.
También pesó Ramos en la economía del detalle. Exceptuando el 4-0, la base asentada de los derbis siempre fue parecida; el Atleti se encerraba y la escasez de su contragolpe quedaba patente. Atacaba poquísimo. Casi nada. Sin embargo, se hacía valer a partir de dos pormenores: el balón parado y el juego directo hacia Mandzukic o Raúl García. Pasó que con Ramos, Varane y Pepe juntos, más Coentrao, Chicharito y Ronaldo, Ancelotti contó con una batería aérea que anuló estas ventajas para el Atleti sempiternas, lo cual también derivó en que Casillas no fuera exigido en ni una sola jugada en 90 minutos de fútbol.
Isco estuvo muy espeso. Se notóEn última instancia, aunque en este caso negativa, Ramos afectó al ritmo ofensivo del Real. El Madrid dio en cada ocasión el pase oportuno, sobrecargó su sector derecho, no abusó de los centros, buscó mucho juego interior y apenas concedió pérdidas comprometidas, pero pese a lo estudiada que se vio su circulación, ésta adoleció de lentitud. Ramos se empolló a Modric y lo imitó cuanto pudo, pero Luka no es. Además, Isco, chof, estuvo muy lejos del dinamismo que James, como interior izquierdo, mostró en el Calderón. Esta falta de electricidad dio cierto margen al Atleti, que a intervalos ofreció señas de gran entereza y que nunca aparentó el desorden perdedor que el Madrid le indujo en la ida.
Chicharito, un mosquito zumbando por la noche al oído de Godín.
No obstante, por goteo, las ocasiones le iban cayendo sin prisa pero sin pausa. El primoroso James entre líneas y los ultra móviles Ronaldo y Chicharito sí rayaron a gran nivel, y aprovecharon que las rutinas buenas, las ganadoras, las que generaban las ventajas, eran las de su equipo. Asimismo, Godín, Saúl, Koke y compañía hacían lo contrario. Iban alternando errores de aspecto aislado que en verdad respondían a una inferioridad táctica repetida. El Real, aun yendo a ritmo modesto, le pedía una solución defensiva diferente en cada ataque propuesto, lo cual dejaba al Atleti en una posición distinta tras cada recuperación, propiciando pérdidas que, tarde o temprano, iban a acabar en gol para los locales. Al menos eso era lo lógico. Pero el tiempo corría. Y rápido.
Los achiques de Oblak influyeron mucho en la ineficacia blanca.
Que el Madrid no homenajeó a Ronaldo Fenómeno a la hora de definir quedó contrastado, pero lo de Oblak mereció aplauso de igual manera. La velocidad de sus achiques resultó súper decisiva. Cada control imperfecto de los delanteros blancos se veía castigado con el fracaso por la decisión que exhibió el portero para salir y acortarles el campo. Que Oblak hiciera un solo paradón imposible no se debió a que sus rivales sólo desbordasen una vez, sino a que, con su extraordinario manejo del área, previno antes de curar en no menos de cuatro o cinco ocasiones. Territorialmente, Jan dominó a Chicharito, Ronaldo y Rodríguez como hacía Gianluigi Buffon cuando era el amo de Europa.
Así envió vivo a su Atleti al minuto 75, momento en el que el Madrid miró al marcador, vio el resultado, el tiempo que restaba y, por primera vez, tembló. No decayó, pero perdió hechuras. Arda Turan, nervioso, salió en su ayuda. Se cometen más errores cuando en los partidos no sucede lo que uno busca. La competitividad no es solo una virtud de base; también es una consecuencia de lo que transcurre. Y Simeone no supo, en ningún compás, darle control a los suyos. Ni con el 4-4-2 del inicio –Koke en el medio y Saúl sobre Ramos- ni con el 4-1-4-1 que siguió al primer cuarto de hora. Tampoco con García por Griezmann, ni con Gabi por Saúl. Los únicos avales que presentó el Atleti, lo único que sembró dudas sobre la victoria del Madrid, fueron Jan Oblak y los siete resultados precedentes. Pocos subcampeones de Europa dijeron adiós a la Champions atacando menos. No ha sido el cruce del Cholo.
El Madrid superó una presión mental dura con suma grandeza.
En cuanto al Real, poco que reprocharle. Su derrota en el Camp Nou supuso un punto de inflexión solidísimo porque se cimentó sobre lo menos voluble del fútbol: el fútbol. Cuando un equipo pierde no ya un Clásico, sino media Liga, y sale recrecido debido a que, simplemente, le ha encantado su juego, algo muy fiable hay detrás del asunto. Ayer lo enseñó. Las bajas, Oblak, su racha en el derbi y el reloj exhalaron una atmósfera desquiciante y nunca perdió el juicio. Creyó firmemente en sus ideas. Contar con profesionales doctos como Chicharito, héroe en clave lírica, suma poso y diligencia. Contar con fenómenos como Sergio Ramos, héroe en clave balompédica, le hace amigo de la Copa.
Abel Rojas 23 abril, 2015
@ Jorge
En realidad Cristiano hizo lo de siempre… Por su lenguaje corporal, a mi juicio algo incómodo de ver -aunque me consta que hay gente que lo adora-, se alude una y otra vez a que no sabe jugar sin espacios. Luego uno rememora los partidos cerrados que ha desnivelado Ronaldo mira rematando, bien asistiendo o bien haciendo jugada y te sale que, durante su era, solo uno ha abierto más.
Cristiano es buenísimo. Absurdamente bueno. Y el motivo principal, seguramente con cierta distancia sobre el segundo, por el cual el Madrid lleva cinco semifinales de Champions consecutivas. Para empezar, en la presente edición ha resuelto las dos. En las dos ha pasado el Madrid por un solo gol y en una hizo tres goles y dio una asistencia y el otra ha dado el pase.
Ronaldo, como Messi, "pone a su equipo en la semifinal todos los años". En semis es cuando empieza a necesitar ayuda, lógicamente.
@ Perea
Ramos de interior derecho 😉 Kroos fue el mediocentro. Kroos nunca más en su carrera no va a ser el mediocentro salvo sorpresa mayúscula. Porque ya es mediocentro y su nivel está siendo, quizás, el mayor que ha dado nunca. El rendimiento que ha dado Kroos en sus dos partidos contra el Barça o en este cruce contra el Atlético ha sido intachable. Sus mejores partidos con el Bayern, haciendo de interior, siempre fueron de bajísimo ritmo. A ritmo alto, como contra el Madrid o el Dortmund, sufrió.