Como si su apellido le obligara a dejar el Atlético para crecer y encontrar un nuevo punto de arranque, Óliver Torres aterrizó en un proyecto aparentemente idílico para su momento futbolístico. Al abrigo del entrenador que mejor lo conoce personal y deportivamente, Óliver intentó darse a conocer en este nuevo Porto de Julen Lopetegui, el que ha recuperado el 4-3-3 pero que tiene en Torres uno de sus jugadores más representativos, lo que aleja a los dragones del vertical y agresivo conjunto de ideas más o menos recientes. El ex-rojiblanco tiene la total confianza de su entrenador, lo que ha derivado en una asunción completa de lo que el sistema de Julen entiende como interior de posesión.
Óliver Torres ejerce como interior de posesión en un 4-3-3
Enfatizamos esta denominación porque hubo un tramo de la temporada donde el extremeño se acercó al área, enlazó algunos minutos como falso extremo izquierdo cuando su entrenador pretendía tener un apoyo más en la circulación y eso derivó en la posibilidad de que Óliver redefiniera su papel en el equipo así como el suyo propio como futbolista. No le fue mal, produjo en el último tercio con varios goles y otras tantas asistencias, pero se ha asentado definitivamente en el mismo rol, exactamente el mismo, que Julen Lopetegui le concedió en la sub-20, aunque en su desarrollo no fuera tanto así. Sin trampa ni cartón: jugador que marca el tempo, ordena la fase ofensiva y sirve como punto de apoyo para dar continuidad, mirando siempre a los ojos del mediocampo oponente.
Definiendo «a qué se dedica» Óliver en este Porto que ha pasado con solvencia de la fase de grupos, diremos que a ordenar a un equipo que intenta construirse con pases y combinaciones, que respeta muchísimo las alturas de cada posición para no dar facilidades a los centrocampistas rivales a la hora de buscar el robo y que otorga Óliver Torres juega ‘igual’ que en la sub-21al joven español un papel, en la teoría, clave para conseguirlo. Lopetegui ha entregado a Torres el lado fuerte -el izquierdo- del inicio y posterior franja de creación junto a Héctor Herrera -interior derecho-, orientando siempre su pierna diestra para la descarga o el pase raso. Con Casemiro en el pivote, un jugador más enfocado al equilibrio en las transiciones, jugador durísimo en el choque y el cruce, Torres recibe muchos primeros pases desde los centrales. Es Herrera quien sube un escalón y Óliver busca un socio por delante -Brahimi normalmente- o cambia de frente hacia Danilo, siempre abierto y despejado por la calidad posicional del mejicano. Torres es el que más pases repite, si bien, todas sus acciones se ven más comprometidas. Por ejemplo, su protección y giro se ve más discontinuo en la Primeira Liga que en las inferiores.
Ser protagonista jugando el 95% de las veces de cara es algo reservado a los más talentosos. En sistemas de posesión, poquísimos son los que alcanzan un gran nivel de continuidad, presencia e impacto. Y que Óliver sea, a priori, el aparentemente más dotado para ello en la época post-Xavi añade más dificultad a la tarea. Exceptuando su capacidad para encontrar a los más lejanos -Danilo, Quaresma-, donde su gesto es notabilísimo, es complicado ver en Torres un gran organizador. ¿Es real su impacto en el juego del Porto? Su implicación se ha elevado exponencialmente, ha ensanchado en continuidad en el juego, pero si hay que responder a la pregunta de si la jugada mejora o se aposenta con sus posiciones y decisiones, la respuesta no sería meridiana. En un ecosistema francamente apto para sus particulares aptitudes, la experiencia es positiva porque su titularidad y confianza transmitida desde el banquillo facilitan el camino pero aún está por ver que Óliver Torres sea un verdadero cerebro.
Juan 18 febrero, 2015
Buenas, cual es su top 3 de centrales de la actualidad?