No hizo sino potenciar lo que Marcelino, Escribá o Alcáraz ya habían intentado usar a su favor. Gracia descubrió acierto en aquellos fracasos. Este Barça tan eficaz es talento individual casi desnudo. Tiene a los dos ases más imprevisibles del planeta, los separa y les da mucho balón, y son tan mágicos que frenarlos resulta complicadísimo; pero a su vez, el sistema que les acoge no reporta complejidad alguna. El Barça es un equipo muy simple: o Messi se va de dos en banda, o Messi mete su pase de rosca al segundo palo para Alba o Neymar, o el propio Neymar, como recurso auxiliar, se va de dos en la banda contraria. Son tres jugadas. De muy difícil defensa, pero sólo tres. Y con tres jugadas se puede ganar, pero no sorprender.
Gracia apelotonó a los suyos para protegerles de Leo y Neymar.
La primera decisión de Javi Gracia fue diseñar un repliegue muy, muy estrecho. Es decir, se metió atrás y regaló las bandas. Lo hizo para que Messi y Neymar no se excitasen regateando. Si se abrían, recibían solos, pero sin posibilidad de driblar a nadie, porque sus teóricas marcas les esperaban más atrás, más cerradas y más protegidas. Cuando las alcanzaban, detrás del primer par de piernas había inmediatamente otro, y la eficacia de los regates, así, se resiente. Y sin regates de Leo y JR, el ritmo ofensivo culé baja mucho.
La curva en la defensa, claveRelativamente atado el asunto de los regates, que es algo que ya habían conseguido otros rivales recientes del Barça, llegaba el turno de la jugada que nadie había podido parar: el pase enroscado de Messi a la espalda del lateral o el central derecho contrario. El Málaga lo afrontó dibujando una curva en su zaga que nacía en Rosales como punto retrasado y acababa, a menudo, en Torres pegado a Lionel, si bien a veces Miguel ocupaba el eslabón anterior y cedía el más cercano a Messi a Darder o Castillejo. En cualquier caso, lo relevante era que la espalda del lateral izquierdo del Málaga estaba desprotegida; tanto Luis Suárez, como Rafinha como Dani Alves podían aprovecharla si querían, allí no había nadie, pero a cambio el Málaga ganaba que Rosales y Angeleri limitasen su atención sólo al balón enroscado de Leo, sin preocuparse por línea del fuera de juego ni ayudas al centro. Javi Gracia simplificó las atenciones de sus zagueros, les aportó tranquilidad y no le fallaron.
¿Y si el Barça hubiera aprovechado mejor la espalda de Torres? Sin duda justo ahí estaba su respuesta táctica, pero no le sacó renta. Si alguien caía en ella lo hacía con lentitud y al Málaga le daba tiempo de sobra para reconfigurar su línea de cuatro a la altura de Rosales, quien, se insiste, era el que la cerraba cuando el balón lo llevaba Messi (o sea, el retrasado era el lejano, y solo, con la única preocupación de la rosca de Leo).
El plan base culé no descubrió problemas; tan solo funcionó peor.
No le fallaron. Es importante esa frase. Se caería en un error si se interpretase que Javi Gracia descubrió la fórmula de la victoria segura frente a Luis Enrique. No es cierto. Se reitera: el sistema del Barça no ha sido un problema para ningún entrenador rival. Al revés. Lo que ha ido ocurriendo ha sido que el Barça, aun previsible, puede ser casi imparable. Para controlar sus tres jugadas, el Málaga había acometido sacrificios que no le dejaban en una situación precisamente idílica: Messi y Neymar iban a tener la pelota controlada en su pico del área entre 35 y 50 veces a lo largo de los 90 minutos. O sea, habría 35 o 50 opciones de milagro ofensivo y también de despiste personal en algún zaguero malacitano. Gracia proveyó a lo suyos con las herramientas adecuadas, pero utilizarlas era muy difícil y ellos lo bordaron porque rayaron a un nivel sublime. Además, superada la primera media hora el Barça cayó en lo único negativo que hubo en su actuación de ayer de cara al corto y medio plazo: abandonó su plan y perdió la coherencia; como si no le tuviera demasiada fe ni tras 11 victorias consecutivas y por tan solo 30 minutos de atasco. Le facilitó mucho la vida al Málaga.
Juanmi a la espalda de Alves fue un foco de problemas graves.
Rosales estuvo impresionanteMessi se escapó de la banda y empezó a ocupar poco a poco cada vez más el centro, obligando a Alves a rellenar la orilla de forma fija para abrir el campo y perdiendo al brasileño como factor protector en transición defensiva. Esto casi nunca le conviene al Barça. El sistema actual no sabe crearle espacios a Leo en el centro, así que para el adversario resulta más sencillo controlarle ahí que en la banda; y lo de inhabilitar a Alves como red de seguridad es mucho más grave de lo que parece. Una vez se destejió la misma, Juanmi, que protagonizó un primer tiempo primoroso, sacó a Piqué hacia el costado todo el rato y fue el destino de todas y cada una de las recuperaciones de sus compañeros, cuya frecuencia iba aumentando. Tras su control, los apoyos de Darder y Castillejo llegaban muy pronto y rara era la vez en la que uno de esos dos no terminaba conduciendo la pelota sin marca por el mismo centro del ancho como Moisés dividiendo el mar Rojo. La fe que mostraban los malaguistas con la pelota era curiosa. La mezcla de superioridad táctica e inocente juventud acabó haciéndoles ver como a Arda Turan, Mesut Özil, Carlos Vela y David Silva jugando juntos, sobre todo en el segundo tiempo, cuando hilaron posesiones en campo azulgrana para sacar de sus casillas a un Barça que terminó con un dibujo táctico raro y una inesperada falta de empuje. Apenas Piqué y Neymar echaron el resto. De hecho, el paulista completó un choque admirable, de campeón, acaparando el grueso del fútbol azulgrana tras la dimisión de Messi en el otro costado. Pero sucedió que Roberto Rosales, entre la excelencia visitante, fue el mejor futbolista sobre el césped del Camp Nou.
Jefatura 22 febrero, 2015
Espectacular el Málaga, sin palabras. Salió victorioso del Camp Nou muy tranquilo. Tuve la sensación de que jugaban andando incluso. Muy grandes.
En cuanto al Barça, lamentable y me quedo corto. De nada sirven tantos partidos ganados si haces lo de ayer. Y me da igual si el martes ganan 0-3. Individualizar hoy me parece correcto, así que diré que lo del manchego ya no tiene vuelta atrás. En 10 años no ha sido capaz de ponerse nunca el equipo a la espalda.