El mejor Bale siempre ha sido fruto de la necesidad. En la gris selección galesa su participación es super-heroica, en los Spurs aprendió a marcar goles cuando dimitió Adebayor y se hizo mediapunta gestor cuando Modric se fue al Madrid, y en el propio Real la historia prosigue. Ha jugado muchos partidos fantásticos, pero en el imaginario colectivo solo perduran dos porque en solo dos él lo quiso así. Fueron las dos Finales. Casualmente, en la de Copa no jugó Cristiano y en la de Champions jugó lesionado. Sin el «7» corriendo, Bale sí copó el ataque merengue, creando o finalizando la mayoría de las jugadas. Si forzamos la máquina, incluso podemos añadir que su actuación más recordada de este año se dio en Córdoba. Durante 80 minutos pareció de prestado, echaron a Ronaldo, se puso las pilas y ganó los tres puntos. En la acción decisiva recibió donde el enganche izquierdo, cambió de orientación, se fue al otro pico del área, recibió de espaldas, se giró, provocó una falta, la lanzó, fue penalti, lo tiró y lo marcó. O sea, sabe ser estrella. Su problema, a título personal, es que si su equipo no lo necesita con desespero, él no se enchufa. Es un actor sin sed de protagonismo rodeado de protagonistas vocacionales.
Ramos, que dice que tiene alma de delantero, Marcelo, quizá el lateral más creativo de Europa, Kroos, para muchos heredero formal de Xavi, James, el golfista del honor, Isco, que atrae la mirada de todos hasta cuando se pone de barrera, etc, etc. En semejante marco, un jugador tan, tan frío como Bale corre el riesgo de volverse invisible. Ancelotti, sabio, creó un sistema que intentaba evitar que así pasara, consciente de que necesita activo a su fenómeno número 2 para que su equipo sea tan bueno como puede ser. Pero sin Modric, aunque todo es igual, nada es lo mismo.
El sistema es para que Bale sea extremo y mediapunta a la vez.
Con Luka, Bale influía dentroEl sistema de los dos Puentes (revisar), responsable del, con permiso de noviembre de 2011, mejor fútbol que ha practicado el Madrid desde el esplendor de Zidane, se basaba, entre otras cosas, en jugar sin mediapunta y en la práctica tener dos. Partiendo del 4-3-3, uno del triángulo subía y uno del tridente bajaba, creando desde el movimiento una nueva altura que por un lado dibujaba nuevas líneas de pase (fluidez) y por el otro otro escalón a superar por el rival al contraatacar (plus táctico en transición defensiva). Aunque el tratarse de un ajuste que nacía en el movimiento hacía que las posiciones no fueran fijas, el mediapunta izquierdo más habitual era James y el derecho era Bale. Gareth suele ser calificado de extremo simple y este apunte puede chocar, así que se recomienda mirar, por poner algo, este resumen de sus jugadas ante el Deportivo en el que fue el pistoletazo de salida del gran fútbol blanco. Un ejemplo más directo puede ser también la acción de este gol de Ronaldo contra el Athletic. Entre los dos vídeos se capta fácil cuáles eran sus zonas.
En cuanto a sus tareas, por supuesto, las principales eran profundizar, cambiar el ritmo, intimidar, resolver. Aunque también ejercía a veces de punto de referencia sobre el que pivotar y moverse en ataque, siendo el mayor surtidor de Carvajal y el hombre que le permitía entrar en carrera en juego siempre. Bale era un futbolista fundamental antes de su lesión en un Madrid que ya había despegado. Y su posición dentro del sistema, prácticamente ideal para que desarrollase todas sus virtudes. Cosa que sigue siendo, pues el sistema casi no cambió.
Bale no hace por entrar en juego. Modric hacía por adentrarle.
Isco no activa a Bale demasiadoDicho esto, resulta evidente que tras su ya lejana reaparición, Bale apenas ha tenido encuentros con tanta presencia como aquéllos frente al Deportivo o el Athletic Club. Pese a estar muy bien -cada vez que lo intenta produce-, su juego es demasiado inconstante. Aparece demasiado poco. De cara a explicar por qué, dos motivos se anteponen al resto. El primero, sí, la baja de Modric. El segundo, que el lugar del croata lo ocupe Isco.
Entre Luka y Gareth existe una química especial, técnica y táctica, y encima, ya de por sí, Luka (que va para 30 años) es un maestro. No solo lee el juego; interpreta las necesidades de sus compañeros y las dudas del enemigo y pone en valor esa información. Por eso su fútbol estaba enteramente comprometido con las cosas de Bale. Lo buscaba más que a los demás aunque hubiera opciones mejores en pos de meterle en el partido, le doblaba por banda derecha para obligarle a moverse, medía cuándo subir y cuándo no para no pisar su diagonal, fijaba su posición abajo para atraer al pivote contrario y crearle espacio en tres cuartos y por supuesto le hablaba. Le hablaba. Amén de ser un complemento ideal para el galés, Modric se preocupaba por él.
Isco es otra cosa. Para empezar, Isco tiene el carácter de jugador franquicia subido al máximo. Messi, Neymar o Cristiano no lo tienen más subido que él. No se puede, solo puede igualarse. Demanda cada balón, aunque lo acabe de soltar, y, aunque cada vez menos, adolece del típico tic del súper genio adolescente, «Quita, quita, dámela a mí que ya lo hago yo». Convivir en el mismo sector con un futbolista tan, tan acaparador como el malagueño es lo peor que le puede ocurrir a un tío tan, tan frío como Bale. Isco no lo necesita y no pondera el valor de avivarlo. Lo borra. Además tácticamente tampoco están hechos el uno para el otro. Isco se pone donde él cree que él directamente aporta más a su equipo, y eso a menudo es la frontal, lo que le lleva a ocupar el pico derecho del área y a aislar a Bale en la cadena de la cal. O sea, no se limita a no potenciarlo, sino que dificulta que otros lo hagan. Por último, la compatibilidad técnica no es la mejor. Siendo Bale un futbolista rapidísimo, Isco halla su gran defecto técnico en el pase al espacio, algo que se ve hasta en las jugadas más fáciles. Todo este cúmulo de circunstancias relaja (o desanima) a un hombre ya de por sí predispuesto a, digamos, descansar sobre el césped, lo que partido a partido ha ido reduciendo sus desmarques y por tanto su participación.
Sin CR7, Bale podría querer más protagonismo. ¿Le dejará Isco?
Hoy sábado el Real Madrid jugará contra la Real Sociedad el primero de los dos encuentros en los que Ronaldo cumplirá sanción. Su baja concederá serios galones teóricos al bueno de Gareth, empezando por ser el lanzador oficial de penaltis y faltas, y muchos esperan que dé ese paso adelante que le introduzca de nuevo en dinámica. Sin embargo, no está tan claro que vayan a darse unas condiciones tan idílicas. Ancelotti adelantó que el sector derecho de su sistema estará formado por Illarra en el medio y James arriba. O sea, Bale actuará por la izquierda. Jugar en esa banda favorece su desborde; una acción muy vistosa que suele encender a quienes la realizan, así que por ahí gana. Pero puede que solo por ahí. Por un lado, al ser Illarra un interior de vuelo bajo, James tendrá mucho espacio en la mediapunta y eso le convertirá en el delantero con más peso en el juego. Por el otro, a Bale hasta la izquierda le perseguirá su pesadilla. En ese sector se les ha visto poco juntos. Quizá sea diferente. Igual a Isco le sale más natural pasársela en ese lado. Pero no es ninguna garantía. Lo que sabemos por ahora es que en la derecha llevan conviviendo tres meses y que todavía no se ha establecido ni la más mínima relación. Y que si Isco goza sin su ayuda, Bale no levanta la mano. Bale solo la levanta si no queda otra. No es un irresponsable, pero no absorbe responsabilidad.
Bale no es jugador de partidos pequeños. Por suerte para él, hasta sin la mayor motivación su producción es excepcional. Pero sabe a poco.
@salaitodelsar 31 enero, 2015
Vamos, que Isco es tan bueno que no necesita a nadie. Ni a Bale. Pero a lo mejor el Madrid sí que necesita a ambos siendo "amigos" para liar una buena y ganar partidos. Me apena esto porque siendo dos grandísimos jugadores si el equipo rival sabe que juegan juntos puede anularlos "fácilmente".