Espiar la vida deportiva de Paul Pogba es como formar parte de un estudio socio-biológico. La humanidad se ha topado con una nueva especie en la familia de los pulpos que ha resultado adaptarse perfectamente a su deporte favorito, el fútbol. Y mucho más no se sabe por ahora. El hecho de que sus virtudes naturales sean tan heterogéneas dificulta vaticinar su evolución; su supervivencia en el ecosistema parece garantizada, pero aún no se le puede atribuir un rol específico dentro de su fauna. Solo resta darle partidos y analizarlos con atención. Dentro de este proceso, la noticia radica en que, en los últimos meses, se han observado anomalías en su comportamiento. El sujeto empieza a presentar importantes síntomas de… explosión.
La Juventus ya estaba hechaHablando más en serio, Pogba aterrizó en la élite de la mano de la Juventus de Conte, un proyecto que fue particular donde los hubo: propuso un passing-game que hizo temblar los cimientos del Calcio, recuperó la moda de los tres centrales y la figura del carrilero y eligió como grandes pilares a Andrea Pirlo y Arturo Vidal, es decir, al mediocentro más carismático -y perezoso- de la modernidad y al interior que más terreno ocupaba en los campos de Europa. Esa Juve era un equipo hecho, ganador y referente, y quizás ese fuese el motivo de que Pogba cambiase pocas cosas cuando llegó a Turín. Podría escribirse que terminó quitándole el puesto a Marchisio -aunque no fue así, siempre hubo mucho vaivén- y que asumió su oscuro papel: interior izquierdo de escasa participación, bastante despliegue físico y mucha llegada al área. En el primer nivel no había otro centrocampista que tocase el balón menos que él, pero sus intervenciones eran tan, tan, tan brillantes y decisivas que llamaba mucho la atención.
Conte no pudo sacar nada realmente constante de su fútbol.
Esa dinámica tan, digamos, conformista, la que le llevaba a ignorar el juego casi siempre y a cumplir expediente con tres detalles por noche, duró demasiado. Duró demasiado tanto para él como para la Juventus. La Champions había descubierto limitaciones en el sistema bianconero que le impedían competir contra los mejores, sobre todo le faltaba creatividad. Pirlo huía de los marcajes y las presiones porque ya no tenía agilidad para sobrevivir a ese ritmo, lo cual hacía que los tres cuartos de la Juve careciesen de cualquier viso de magia o capacidad de improvisación. Pogba tenía, pero no respondía a la llamada.
Allegri cambió su aportaciónEl pasado 4 de noviembre de 2014, consciente de que el Proyecto Pirlo había cumplido un ciclo, el nuevo entrenador de la Juventus de Turín, Massimiliano Allegri, cambió el esquema táctico bianconero por un 4-3-1-2. A efectos prácticos, se canjeó un central por un mediapunta. Esa nueva posición de enganche sería interpretada por Vidal, que tendría dos misiones principales, una en ataque y otra en transición defensiva. En ataque aportaría esos desmarques rápidos en profundidad que solo Morata ofrecía si no. En transición defensiva, su tarea consistiría en proteger la salida por el medio cuando el interior izquierdo abandonase su posición y…
Desde el cambio de sistema, Pogba participa muchísimo más.
Pongamos las cartas sobre la mesa: en los cinco últimos partidos que completó en el 5-3-2, Pogba promedió 46,2 intervenciones por noche. En los cinco últimos partidos que ha disputado en el 4-3-1-2 actual, la cifra asciende a 76,1. Estamos hablando de 30 participaciones más por choque. Esto se debe a que, por fin, el sistema de la Juventus ha dado a Pogba un papel clave hecho a una de sus medidas.
Pogba juega de falso extremoAprovechando el gusto que siempre manifestó Paul por caer a la banda izquierda, y con la intención de romper con la máxima de entregar la banda entera a un defensa, Allegri está usando a Pogba de algo así como de falso extremo. Cuando la Juventus tiene el balón, una de las variantes trata de que Pogba suba dos escalones, que se abra hacia la izquierda y que adopte una gama de desmarques parecida a la que puedan tener tipos como Hazard, Neymar o Ribéry. Su surrealista dominio del balón y su cambio de ritmo le postulan como una amenaza de regate, y su fantástico chut da sentido a una conducción en diagonal que abre la puerta a Patrice Evra para que le doble y reciba solo y en carrera, dinamizando el juego. Del mismo modo, al pisar el pico del área con tanta asiduidad, su último pase, que es genial, está emergiendo. El sistema de la Juventus contempla como una alternativa ofensiva seria y troncal a Pogba haciendo de Ronaldinho. Y Paul así está mejorando.
Una vez se ha integrado en el juego, puede seguir creciendo.
Considerando que un pulpo tiene ocho tentáculos, cuatro en cada lado, y que su forma es redondeada como un reloj, Pogba está musculando el brazo que marcaría las menos diez. El primero de la izquierda. Pero sin renunciar a la particularidad que le define: sigue haciendo de todo. Sin balón es presión, ajustes en la medular y coberturas a Patrice Evra en la misma jugada. Y aunque seguramente el rol ofensivo que actualmente desempeña no sea aquél que más potencial le otorgue, el haberlo involucrando por fin en el juego le ayudará a ir absorbiendo todo lo que le falta. Recuérdese que Modric en el Tottenham comenzó jugando de extremo. Paul cuenta 21 años. 21 años solamente. Tiene todo el tiempo del mundo para madurar lo suficiente como para poder usar su brutal uno contra uno para lo mismo que lo usa el mago croata.
Adam 9 enero, 2015
A partir de «hablando más en serio» el artículo va cuesta abajo, Abel. Menos mal que lo has levantado luego explicando lo de las menos diez.