Suena profundamente descabellado creer que un equipo que se encuentra a cinco puntos del descenso -puede que a tres si hoy gana el Granada- haya obtenido 10 de sus 18 puntos ante los cuatro mejores equipos del campeonato, con el añadido de comenzar perdiendo en tres de esos cuatro choques. Probablemente, la Real Sociedad, un equipo con dificultades para imponer un fútbol equilibrado cada domingo, se sienta aliviado psicológicamente al competir contra equipos muy superiores, pues tiene calidad ofensiva para intimidar y, sin demasiado que perder, suma esfuerzo y concentración a la hora de acometer retos que le hacen ser el pequeño.
Esta vez, ante el Barcelona de Luis Enrique, con Leo y Neymar suplentes de inicio, ni siquiera tuvo que recurrir a hacer nada extraordinario. Incluso tampoco estuvo cerca de hacer cosas notables. Leo y Neymar, suplentes ayerDavid Moyes se dio de bruces con un gol en propia puerta de Jordi Alba a los 80 segundos de partido, así que encontrado medio planteamiento aún con las manos frías, más reforzada quedaba la otra mitad, la que colocaba las piezas sobre el campo como imaginábamos. El Barça tendría que generar flujo ofensivo sin Messi, medio y fin de este proyecto actual. No lo consiguió en toda la primera parte, básicamente por los problemas que atraviesa.
Canales se desfondó tanto arriba como de ‘3’. Tremendo
Una de las maneras de describir a un Barça sin Messi y Neymar es cómo poner de cara a cualquier jugador para que tire a puerta, con qué mecanismos y con qué potenciales garantías. Algo tan básico en la teoría como crucial y determinante en la práctica para ser o no un equipo competitivo. La Real, en un 4-4-2 con Chory y Xabi Prieto en las alas y Canales y Vela en punta, fue jugando con la posición de Xavi e Iniesta para fijar a estos con Granero sobre el ‘6’ y sobre todo con Markel sobre el ‘8’ para que el propio Canales, quien mejor lanza y protege el cuero, diera tiempo a Vela y Chory para galopar… cosa que no sucedió nunca, al menos con ventaja.
Fuera por tener a Busi liberado en la construcción para estar pendiente del primer apoyo txuriurdin en la contra, fue Mascherano quien ejerció de primer pasador, bien para tocar hacia Xavi o con su cambio de frente hacia Alba. Bergara sobre Iniesta, claveNunca hubo salida de tres sobre la doble punta realista, pues el bloque local era muy bajo y la salida nunca fue comprometida, pero tampoco fue Sergio una opción de pase por delante; simple desatención. Con los pivotes blanquiazules sobre los interiores culés, el Barça comenzó a ahogarse. Montoya y Munir no tienen esa calidad para crear una jugada aislada y Luis Suárez, viniendo constantemente en apoyo, dependía de la acción individual o de un primer toque que nacía muerto, sin socios. La Real había puesto el piloto automático y el Barça, sin focos de atención para distraer y soltar, ni de ese piloto dispone sin su estrella.
La entrada de Messi embotelló a la Real… y también le dio salida
En la reanudación salió Messi y con él, el efecto muralla en la organización defensiva donostiarra, o más bien lo que se entiende por acumulación. La inagotable capacidad del albiceleste para activar todo el campo obligó a la Real a formar una línea de seis que impidiera que los laterales culés ganaran línea de fondo o que Luis Suárez fuera habilitado con el guante del ’10’, o lo más peligroso de todo y probable consecuencia de estas dos cosas: que Messi cerrara el área en su corona para tras girar al rival con una proyección de Alba o posteriormente Alves, el de Rosario tirara a puerta. Las posibles ocurrencias pasadoras de Leo fueron tapadas por cuatro centrales en lugar de dos, más Xabi Prieto y Canales como laterales en funciones por si el asalto se cometía por fuera.
Con la entrada de Neymar y Dani Alves, Luis Enrique formó línea de tres atrás, Leo libre por zonas centrales, y el resto a esperar que Messi eligiera con quien concursar, como en ‘Ahora Caigo’. Todo esto embotelló a los hombres de Moyes, pero como en toda configuración de emergencia y acoso, el Barça sufrió más atrás. El balón iba más rápido y llevaba más vértigo, ergo volvía más rápido. Con un Busquets al que cada vez se le pide más peso defensivo individual que no puede dar actualmente, esto no tuvo mayores consecuencias, pero evidenció que en la pausa, la prisa, la ausencia o la comparecencia al Barça le seguirá costando producir sin desarmarse, por más que siga manejando cifras de goles encajados cuanto menos sorprendentes.
@allan_ha 5 enero, 2015
El partido del Barcelona fue horroroso. No me molestó tanto la alineación, como si me empieza a preocupar que LE no es capaz de conseguir diseñar situaciones ventajosas para Messi o Suárez.
Otra cosa si el Barcelona sabe que no puede fichar podría empezar a "audicionar" a sus fichajes del B de la próxima temporada. Si el futuro es Rafinha y Cia es hora de averiguarlo, en lugar de agarrarse a Xavi como un clavo ardiendo.