Tras los primeros Mundiales de la década de los 90 y el Balón de Oro del impactante George Weah, se instauró la idea de que el futuro del fútbol pasaría por África. Su superioridad física era una evidencia, su pasión por el juego no desmerecía a la de los clásicos y parecía percibirse una mejoría técnica que, en cuestión de tiempo, limaría la última barrera que la separaba del dominio. Un cuarto de siglo más tarde, el continente negro está en el mismo punto que estaba. Es más, si en la pasada generación coló en la Champions a fenómenos como Essien, Drogba y Eto´o, en la actual solo hay un africano (Benatia) en los cinco onces titulares que aparentan aspirar a levantar la Copa de Europa. Ni Madrid, ni Atlético, ni Chelsea ni Barça cuentan con alguno en sus filas. Aunque, eso sí, todos poseen alguna bestia física que pasaría perfectamente por una nacida en Nigeria.
Francia dominó Europa bajo la tiranía del músculo (y Zidane).
J. Mourinho, de los más hábilesY es que ignorar la importancia de la calidad física en el fútbol tampoco procede. Siempre estuvo presente y en la época tratada se ha usado aún más. La selección francesa, por ejemplo, edificó sus triunfos en base a dos conceptos: Zidane y el poderío físico. Thuram, Desailly, Gallas, Abidal, Vieira, Makelele, Malouda, Wiltord o el genial Henry fueron algunos de los acompañantes de Zinedine en su década de dominio, saldada con dos títulos y una final. El desaparecido Andrés Montés los apodó «Los hombres de Harrelson». Del mismo modo, el entrenador José Mourinho construyó sus dos mejores equipos tirando mucho de músculo. En el Chelsea, la pareja Makelele-Essien permitió una presión en campo contrario de locos; mientras que en el Real no solo se aprovechó de la exuberancia de Cristiano para diseñar un contraataque terrorífico, sino que, y eso fue aún más importante, preparó la única defensa capaz de reducir la importancia del mejor Messi en un partido de fútbol, gracias, en parte, al físico de Ramos y Pepe (o Varane). Leo seguía marcando goles y sembrando el pánico, pero dejó de dominar los encuentros con el mismo grado.
El Lyon de Cris, Abidal, Diarra, Essien, Malouda, Govou y Carew, otro equipazo.
Dicho todo esto, en cada uno de los casos de éxito mencionados la calidad física se vio amparada por un talento de primer nivel para jugar al fútbol. No solo en los protagonistas citados, sino también en quienes les acompañaron en sus respectivos onces. En cambio, en lo referido a las selecciones africanas, con las que se inició este texto, no es de la misma manera. El talento, ahí, escasea, y puede ser la causa del desorden que muestran y las lastra. Podría esgrimir el lector, y no sin razón, que si en vez de un equipo nacional se tratase de un club, en el que los técnicos disponen de muchas más horas de trabajo, una buena preparación táctica podría disimular ese déficit y potenciar la calidad física sí presente para marcar la diferencia. Y a este respecto también existe algún caso de estudio interesante. El Sevilla de Monchi, una vez apagó su ciclo de oro, se obsesionó con dotar su estructura de una capacidad atlética excepcional sin reparar en el talento de sus fichajes. En pocos años aterrizaron en el Sánchez Pizjuán jugadores negros como Konko, Dabo o Zokora y otros de musculatura africana como Martín Cáceres, Sergio Sánchez, Alexis Ruano o Gary Medel. Y el Sevilla jamás jugó peor que entonces. Nadie supo hacerles funcionar.
La reflexión viene a colación del futuro de la UD Almería, que acaba de destituir a su entrenador y hoy jugará contra el líder de la Liga. La principal virtud colectiva de su plantilla, sin duda, es su exuberancia física. Ximo, Partey, Azeez, Édgar, Zongo o Thievy son algunos de sus hombres clave. Y, como puede percibirse, el talento, aunque hay, no está a la altura de su poderío. A ver si le va mejor que a Monchi.
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geryon 12 diciembre, 2014
Como decía aquel anuncio de neumáticos "la potencia sin control, no sirve de nada".
Creo que el africanismo permitió que el fútbol abandonase la fortaleza estática por una dinámica (más velocidad, más resistencia, más capacidad de reacción…) y ello abrió la puerta a que futbolistas de talento técnico excepcional se acabasen haciendo imprescindibles.
Tras la revolución española el perfil técnico de todos los equipos ha mejorado y la ventaja comparativa de contar con defensores dinámicos se ha perdido: Una de las enseñanzas mourinhianas fue que además de velocidad y resistencia debías contar con cierta calidad técnica, algo así como que para frenar a un futbolista de técnica 10 y físico 7, necesitabas uno de físico 10 y al menos técnica 7, por eso en los últimos años han conocido el protagonismo futbolistas como Cambiaso, Motta, Matic, Di María, Schweinsteiger etc.
Por cierto, uno que reescribe la historia con estos principios es mi admirado Van Gaal, el cual está construyendo un equipo "abstracto" que acabará siendo muy competitivo: https://twitter.com/geryon001/status/543338822910…
¿Qué le falta a Africa? Creo que la finura. Aún no hemos visto un futbolista verdaderamente dotado en este sentido, salvo quizás Yaya. Los africanos (subsaharianos se entiende) que más triunfan en el presente como Gervinho o Aubameyang lo hacen por su velocidad.