Lionel Messi se salió, y eso sería demasiado incluso para algún candidato a ganar la Champions League. Porque además no es que no venga jugando bien, de hecho ha firmado un mes de noviembre fantástico, pero lo de anoche fue una película distinta, sobre todo porque anduvo finísimo en el gesto que le metió de lleno en el TOP 5 histórico: el regate. Con el genio así, el Espanyol, que superó al Barcelona en los primeros 45 minutos, estaba condenado sin remedio.
Espanyol: 4-4-2 y V. S. en la izq.Sergio cambió la estructura perica por miedo a él. O eso pareció al principio. El espanyolista más dotado en defensa es Víctor Sánchez, que suele formar parte del doble pivote del equipo, y ayer fue colocado en la banda izquierda. Es decir, en teoría, donde podría echar un cable contra un Messi que, últimamente, suele partir como extremo derecho. Sánchez es uno de los mejores de la Liga en el uno contra uno defensivo, una lapa muy pesada provista de una técnica notable para robar balones, y a fe que comenzó haciendo una buena labor. El problema le sobrevino cuando Leo, transcurrido el primer acto, rompió la cadena y se fue al centro.
Cuando Messi se fue al centro, Víctor Sánchez quedó inutilizado.
En lugar de devolver al Espanyol un orden más normal, Sergio insistió en la idea, manteniendo a Sánchez en la banda y a Salva Sevilla, junto a Cañas, en el doble mediocentro. Y fue demasiada concesión. Alves, que aunque no esté bien es muy listo, subió y fijó a Víctor a la altura de un lateral, anulando cualquier influencia que pudiese tener en el centro y convirtiendo el 4-4-2 original en un 5-3-2 aplastado contra el fondo.
Messi encendió a Jordi AlbaDe ese modo, el Barcelona tenía una superioridad de cuatro contra tres en el centro del campo: Busquets, Rakitic, Xavi y Messi contra Cañas y, aticen, Sevilla y Lucas Vázquez. Para colmo, Messi, que es todavía más listo que Alves, tiró mucho del cambio de orientación hacia Alba sabedor de que Lucas, pendiente de ayudar a los pivotes, no lo iba a perseguir, y así giró al Espanyol con buena regularidad. Precisamente el éxito de esta jugada de Alba permitió a Neymar incidir más que otros días en zona de mediapuntas, haciendo una labor tácticamente similar a la de Messi en el otro lado. En resumen, una vez Leo abandonó la banda y pasó al medio, al Barcelona se le abrieron muchísimas puertas para atacar con facilidad. Y aun así, hasta el 45, fue peor que el Espanyol.
Tácticamente, Piqué no estuvo a la altura de su nivel habitual.
La inferioridad culé nació en su habitual debilidad defensiva, en esta ocasión acentuada por la mala noche de Piqué. Lo hizo muy mal en el gol y quizá eso le llenó de dudas. A partir de ahí, dejó de pensar. Él era un toro y el balón, el capote. En la práctica, cuando más se notaba era en las contras que el Espanyol conducía por el flanco contrario al suyo. Piqué invadía la zona de Mascherano demasiado rápido, como harían Mathieu o Bartra en su lugar, regalando todo su perfil a cambio de nada. Si Sergio García hubiera estado un poco más entonado o si Víctor Sánchez tuviera algo de calidad ofensiva, el Barça no hubiera salido vivo del primer tiempo. No se dio el caso y pudo sobrevivir a la peor actuación de su mejor central. Cosas del fútbol, luego marcó gol.
Antes que él, Messi había coronado su impresionante partido con dos tantos en seis minutos, remontando el resultado y sembrando en su oponente la sensación de oportunidad perdida. Ya con 3-1 en el 52, el Espanyol bajó los brazos y el Barça empezó a gustar. No habría más noticias sobre Caicedo, notable en el primer periodo bajando balones aéreos y dirigiendo transiciones, ni tampoco sobre Eric Bailly, el joven central perico, que se había salido hasta esa hora. Desde el gol de Piqué en adelante, solo hubo un buen Barcelona en uno de esos ratos combinativos que, de cuando en cuando, recuerdan un pasado mejor.
r10 8 diciembre, 2014
Ya no son dos veces por semana pero todavía existe el mejor jugador que ha jugado ha esto