
Ivan Rakitic es un centrocampista maravilloso y en estado de gracia que llega a Barcelona para intentar triunfar donde no pudieron ni Thiago Alcántara ni Cesc; o sea, en una posición, la de interior, en la que él no se ha desenvuelto nunca. Además, a día de hoy es imposible adivinar qué funciones desarrollará el interior derecho azulgrana en el Barça de la 2014/15, pues cabe la opción de que el nuevo técnico quiera acometer esa revolución táctica que marque un cambio de ciclo con respecto al de los últimos seis años. Desde tan etéreo escenario, realizar el análisis del fichaje es más que difícil; tanto que no podremos hacerlo siguiendo los patrones de los más recientes, que sí se basaron en realidades más tangibles. Así pues, lo que procuraremos en lo que sigue será aportar el mayor volumen de información posible sobre el jugador en si, sobre el «caso Xavi» y sobre lo que la pretemporada orquestada por Luis Enrique ha dejado entrever, pero sin relacionar demasiado estos tres factores, una tarea ésta que, esta vez, corresponderá a cada uno. El futuro de Ivan en el Camp Nou no está pre-escrito. Deco, Song o Keita. Todo guion cuadra tras esta intro.
ha jugado de pivote, extremo y mediapunta, pero de interior, pocoRakitic se convirtió en una estrella a lo largo del último curso. Desde que en 2007 fuese nombrado mejor promesa de la Liga Suiza, Europa coqueteó con su potencial porque su toque de pelota era sobresaliente, pero tanto en el Schalke 04 como en el Sevilla pre-Emery fue cambiando de posición y de rendimiento con cadencia casi mensual. Se le probó de extremo en ambas bandas, de segundo pivote, de mediocentro puro, de mediapunta… y en todos los roles el resultado era más o menos el mismo: detalles estimulantes, en muchos casos decisivos, pero encuadrados dentro de una irregularidad manifiesta. Y así fue hasta que el año pasado, tras desechar un par de ideas, Unai Emery decidiera apostar por un 4-4-1-1 muy defensivo en el que las dos líneas de cuatro se agolpaban prácticamente sobre su área y cuyo plan ofensivo consistía en que el «10», a la contra, se la echase al «9». No sería en absoluto exagerado incluir a Ivan Rakitic y Carlos Bacca entre las parejas más determinantes del territorio UEFA entre enero y mayo de 2014. Ambos, y muy en especial el rubio croata, rindieron como cracks ultra resolutivos. Mandaban, brillaban (mucho) y ganaban.
Rakitic explotó como jugador cuando se le entregó, de todas todas, el liderazgo del Sevilla FC.
Visto con perspectiva, lo que hizo explotar a Rakitic no fue su reformulación. Maticemos, está muy claro que el rol de mediapunta de contragolpe le viene a pelo, es pura magia -no solo precisión, sino magia- dirigiendo transiciones verticales, y no debería extrañar que no encontrase con ningún otro compañero la complicidad que construyó con Bacca, porque parecían comunicarse por telepatía, pero más allá de todo eso, lo que permitió a Rakitic dar un paso al frente y romper a crack fue sentirse el líder absoluto del club. Eso de que resultase tan, tan obvio que un entrenador había tomado decisiones drásticas porque confiaba en su respuesta y que la grada del Pizjuán afrontase con tanta fe en él cada partido le dejó en paz consigo mismo y le mejoró en cada ámbito. Desde aquel momento, incluso cuando le tocó re-visitar la posición de pivote -recurso habitual de Unai ante rivales modestos o en intentos de remontada- enseñaba virtudes que antes no le habían pertenecido: intensidad defensiva, despliegue físico y, lo más destacable, una presencia total en el juego sevillista; y esto es crucial en clave Barça: Rakitic sí tiene la actitud de pedir la pelota siempre. Esto no es una cuestión de calidad, sin ir más lejos Iniesta carece de ese chip y a nadie se le escapa que es un genio; esto se trata más bien de una actitud y el croata, al menos cuando ejerce de líder, la expresa. Tampoco es que hacerlo sea garantía de triunfo en esta empresa, Thiago Alcántara es omnipresente y está en Múnich, pero el Camp Nou acepta mejor a los que se exponen que a los que a veces parecen invisibles -caso Cesc-. Dicho lo cual, las grandes virtudes de Rakitic son su conducción, sus pases de larga distancia -de banda a banda o entre líneas-, su disparo y, apunten, su frenética velocidad de ejecución. Es decir, lo rápido que adapta su cuerpo y carga su pierna para controlar y pasar -una de las grandes taras de Thiago-.
Y si antes se lanzó la chinita de Song fue para usarla llegados a este punto. Se entiende que ahora suene a chino, pero la virtud que más chances de triunfar en el Barça le daba al camerunés era que parecía, tras Sergio Busquets, el pivote más eléctrico de Europa en materia asociativa. Era rapidísimo pasando la pelota y un especialista en la pared. Más aún, cuando llegaba a la frontal del área rival, o sea, a una zona en la que no se dispone de espacios y se actúa bajo presión, se sacaba unos primeros toques para asistir dignos de un nº 10. Pues, con estos credenciales, llegó al Camp Nou y no supo sumar… porque resultó lentísimo. Asociativamente el FC Barcelona pertenece a otro nivel. Ni Bayern, ni Real ni Paris. Nada. La exigencia que plantea el Barça en esta materia, lo bueno que hay que ser para no estropearlo, es de locos. Por eso, hasta que un jugador -especialmente si es centrocampista tocón- no demuestra adaptarse a su ritmo pasador no puede concluirse que vaya a poder hacerlo. Y menos si, como en el caso de Rakitic, su cultura combinativa es escasa -nunca ha jugado en un equipo de posesión- y encima no protege el esférico con garantías ante presión. ¿Puede Rakitic ser uno más dentro de la circulación culé? Sí, es uno de los pocos que tiene esa calidad potencial, pero la experiencia reciente nos obliga a ser cautos. Y, si no pasa esta prueba, no podrá ser importante en el sistema. ¿O sí? Entramos en terreno farragoso. Llegó el momento de hablar del Rey.
Mientras Busquets siga siendo el mediocentro del Barça será muy difícil que el sistema evolucione.
El Barça no ha sido siempre así. Ni siquiera el Barça de los últimos 25 años, y sirva como prueba que ni los interiores de Cruyff, ni los interiores de Van Gaal y quién sabe si los de Rijkaard podrían jugar en el sistema actual. Dicho de otra manera, este listón casi inalcanzable no es algo propio del club, sino del proyecto de equipo que Pep Guardiola diseñó en el verano de 2008 y que todavía sigue vigente. Si Luis Enrique tuviese entre sus planes suponer un reboot, como supusieron en su día los cuatro entrenadores recién nombrados, el margen de maniobra para los nuevos fichajes, con Rakitic a la cabeza, sería superior, porque no haría falta alcanzar esa excelencia tan sumamente elitista en la asociación en corto. Ahora bien, ¿de verdad pretende Luis Enrique implicar un punto de inflexión de este calado? Vista la pretemporada, no tiene pinta.
En efecto, en los amistosos disputados por su Barcelona Luis Enrique ha mostrado ajustes y movimientos nuevos que en cierto modo refrescan la base táctica, pero también Tito Vilanova y el Tata Martino aportaron sus invenciones cuando les tocó. Sin ir más lejos, Tito en las primeras jornadas pareció cambiar hasta el dibujo, porque Xavi estaba tan fijo atrás que aparentaba formar un doble pivote con Busquets. Pequeñas novedades siempre va a haber; los equipos son entes vivos y están en constante desarrollo, para bien o para mal. En el caso de Luis Enrique, sus dos retoques más llamativos afectan a los interiores y a los extremos. Los interiores están posicionándose mucho más arriba, desvinculándose por completo de los primeros pases, y los extremos se están cerrando muchísimo, dejando las bandas para los dos carrileros casi en exclusiva. ¿Pueden ser estos detalles la presentación de un nuevo Barça? Quizás sí, pero la prudencia invita a pensar que, más bien, lo que intenta Luis Enrique es, sobre todo, recuperar el ánimo del vestuario. Al fin y al cabo, con la moral por los suelos, Messi lesionado y el sistema de siempre más descuidado que nunca, el equipo se quedó a nada de firmar un doblete de Liga y Copa. No debe olvidarse que el Barça es así de bueno todavía. Realmente es que Guardiola encontró la fórmula de la Coca-Cola. Sí. Fue tal cual. Sustituirlo sería renunciar a algo que, guste hoy más o menos, siempre compite hasta el final.
Y una vez aquí, la esperanza de los ávidos de revolución se repite vez tras vez: que los pequeños ajustes calen tanto que se termine fabricando, poco a poco y sin sobresaltos, un sistema nuevo. Pero eso tiene pocas opciones de suceder porque el Barça tiene varios jugadores de enorme poder de influencia que, al menos en este momento de su carrera, no son muy versátiles. Entre ellos, el siempre mencionado Xavi y el nunca citado Busquets. Busquets es un buen jugador y en determinados momentos puede ser de utilidad en escenarios variados, pero hablando a este nivel, nivel FC Barcelona, un club que aspira a ser el mejor del mundo, solo resulta fiable en el sistema de los últimos seis años y solo si se ejecuta bien. Si a Busquets se le saca de ese cuadro, se diluye, porque no es un mediocentro completo. Hay demasiadas cosas en las que Sergio no sobresale, algunas tan básicas como defender en campo propio o dirigir una posesión de balón. Sergio es presionar en campo contrario para defender y pasar la pelota muy, muy rápido sin perderla nunca, y, a un mediocentro, esas dos funciones solo se las asigna un sistema: el del Barça de Guardiola. Por eso mientras, no solo Xavi, sino también Busquets, sigan siendo básicos, el paso a un modelo diferente sonará a utopía. Para muestra, un botón: el tema de adelantar a los dos interiores como Luis Enrique está intentando en la pretemporada. Ese movimiento hace reposar sobre el mediocentro todo el peso creativo del equipo, amén de exigirle algunos gestos técnicos que el jugador no domina -pase largo, por ejemplo-. De ahí que lo más probable sea que, con el paso de los partidos, las novedades se vayan mitigando y el sistema se acerque más a la herencia de Pep. Y esto, se insiste, no tiene por qué ser una mala noticia. De hecho, si el Barça volviera a ejecutar con convicción y orden cada parte de su guion, volvería a ser tiránico.
Mascherano es uno de los grandes aliados potenciales que Rakitic puede encontrar en el Camp Nou.
Si Luis Enrique abre al Barça, I. Rakitic sí será casi, casi una garantíaCambiemos de tercio y valoremos, ahora sí, que Luis Enrique presuma que el sistema de Guardiola ha cumplido su ciclo y que la única manera de reavivar la ilusión más pura en su vestuario sea evolucionar el modelo como hicieron Van Gaal, Rijkaard o el propio Pep; asumiendo de este modo el sacrificio de Xavi y, directa o indirectamente, del mejor Busquets. De cara a semejante desafío, que sin duda sería complicado aunque también excitante, la pieza de más valor que tiene el entrenador asturiano es Javier Mascherano. El Jefazo del Mundial de Brasil es ese centrocampista con la entidad, el carácter y la calidad necesarias para cambiar de verdad al FC Barcelona, sobre todo porque implicaría canjear a un defensor incompleto por un defensor, prácticamente, perfecto. Canjearlo o acompañarlo, que a fin de cuentas sería lo mismo: ganar esa solidez y versatilidad defensiva suficientes en la medular como para poder ser más agresivo con el balón, perderlo más veces (la clave es esta, poder perderlo más veces y en más situaciones diversas), dividir un poco más la posesión y conseguir así algo que resultaría muy productivo: espacios para Messi, Neymar y Suárez. De aceptar y propiciar Luis Enrique una dinámica en esta línea, evidentemente Rakitic saldría reforzadísimo. Un Rakitic que además podría jugar en cualquier puesto de mediocampo en adelante.
Sintetizando, volvemos al principio: el sistema de Xavi y Busquets fija el listón asociativo en un punto casi inalcanzable que no se le puede presumir a ningún centrocampista antes de que lo contraste, Rakitic nunca ha jugado en la posición que le parece destinada -interior en un 4-3-3- y no manejamos si Luis Enrique matizará el sistema actual o si querrá evolucionarlo hacia un punto nuevo, y mucho menos todavía qué funciones específicas desempeñaría Ivan en ese hipotético modelo por nacer. Analizar este fichaje no es como estudiar las posibilidades de Mandzukic en un Atlético de Madrid que será continuista con respecto a su última versión en todo lo que pueda. Lo único que podemos hacer constar es que Rakitic como líder del Sevilla FC fue una maravillosa preciosidad asesina, que aun así el jugador no es un fenómeno de los que llegan arrasando allá donde van y que sus acciones como futbolista del Barcelona cotizarían mucho más al alza si Luis Enrique tuviese en mente romper con el pasado más reciente. También que por su mentalidad vertical y por su capacidad para producir goles ya sea desde el disparo, desde el último pase o desde el balón parado, puede ser una herramienta muy efectiva a modo de revulsivo desde el banquillo si no termina de cuajar en el once. Ir más allá, dar más cosas por hechas, sería imprudente por nuestra parte. Tiempo habrá a lo largo de la temporada para hablar con propiedad y certeza de Ivan Rakitic y sus aventuras en el Camp Nou. Por suerte, cuando llegue la hora de afrontar la gran incorporación del curso, la del uruguayo Luis Suárez, el propio fútbol ya nos habrá ofrecido pistas de sobra acerca de los planes de Luis Enrique Martínez García.
James 21 agosto, 2014
Rakitic me parece demasiado ofensivo para jugar como un interior con Iniesta. Pero es un jugador inteligente que debe adaptarse. @Abel Sé que esto no es el artículo adecuado para preguntar, pero ¿qué es lo que espero de Özil esta temporada? ¿La llegada de Alexis ayudarlo? ¿Habrá un artículo sobre su fichaje? Gracias! (Lo siento por el pobre español, yo no soy un hablante nativo)