Uno es bastante blanco y el otro muy negro. Uno nació al otro lado del charco y el otro muy al sur del mare nostrum. Pero los dos son altos, pintorescos a su manera, futbolistas ambos y depositarios de una vieja tradición en el marco del oficio común: nueves de referencia, los llaman. Puede que porque se les ve desde lejos, destacando fijos en el horizonte del equipo. O quizá porque son una parada ineludible en muchas jugadas que no existirían sin su particular participación. Expertos los dos en el juego de espaldas al marco rival, duchos en la recepción del fútbol directo, ambos son arietes que juegan mirando hacia la portería que no toca, argumentos de peso en una salida simplificada, socios de todos allí arriba y goleadores cuanto menos sospechosos. Troncos, los llaman a veces con cierta sorna. Pero los troncos de verdad no hacen tantas cosas.
Manucho llega al Rayo tras un año oscuro en Pucela.
Larrivey salvó el estilo JémezTan parecidos y tan distintos, Joaquín Larrivey y Manucho han protagonizado temporadas dispares. El argentino llegó a Vallecas sin hacer demasiado ruido y se acabó convirtiendo en el mayor as en la manga de Paco Jémez. Sumido en una nueva crisis de su peculiar modelo futbolístico, el Rayo acudió al delantero tronco en busca de soluciones y el futbolista respondió con creces. Su tremenda efectividad bajando balones directos dotó de seguridad a un equipo que protagonizó una reacción histórica a base de recepciones, apoyos de espaldas y testarazos certeros de Joaquín Larrivey. El curso de Manucho en Valladolid, por el contrario, fue bastante más oscuro. Al angoleño se le presupone mayor calidad y protagonismo que a su colega argentino, pero ni una cosa ni la otra destacaron en el año del descenso pucelano. Como el Rayo, el Valladolid fue un equipo con problemas en busca de reacción, pero, a diferencia del conjunto madrileño, la catarsis castellana nunca se concretó. Al contrario que Paco Jémez, Juan Ignacio Martínez acudió poco a su delantero tronco y cuando lo hizo las lecturas positivas -que las hubo- no desbordaron entusiasmo. Actor secundario en la negra campaña vallisoletana, Manucho llega este verano al Rayo al tiempo que Joaquín Larrivey cambia Vallecas por Vigo.
El Celta espera mucho de Larrivey tras su curso vallecano.
Paco Jémez lamenta la marcha del nueve argentino. Su relación con el proyecto fue tan intensa, y el rendimiento del jugador tan incontestable, que un recambio de garantías como Manucho suena a poco. Buen futbolista, el angoleño es un buen fichaje para un club con recursos muy limitados. Por sus características, al delantero africano se le pueden pedir cosas similares a las que hacia Joaquín Larrivey, incluso mayores recursos si despierta el espíritu competitivo de un delantero que parece algo ensimismado. Pero emergen más dudas que certezas mientras el héroe de Vallecas llega a un Celta que no viene tirando en exceso de las habilidades con las que el punta argentino rescató al Rayo del descenso. En espera de conocer los planes que Eduardo Berizzo reserva para su flamante nuevo tronco, queda preguntarse si Joaquín Larrivey no será de nuevo una respuesta sencilla y eficaz para un primer pase conflictivo.
@DavidLeonRon 26 julio, 2014
"Su relación con el proyecto fue tan intensa, y el rendimiento del jugador tan incontestable, que un recambio de garantías como Manucho suena a poco"
Bueno, esto nunca se sabe. Yo no creo que Manucho sea menos futbolista que Larrivey. De hecho es posible que sea más potente aún en el juego directo, ¿no?
Lo que sucedió es que Manucho el año pasado perdió fuerza por la explosión de Javi Guerra, pero si el Rayo hace de Manucho su referente nos podemos divertir bastante con él. Yo soy muy de Manucho vaya.