Hace apenas dos meses, Muhamed Besic (Berlín, 1992) no existía en el mapa de Bosnia. “The Ignored One”, lo conocían. Las preguntas se deslizaban sobre la desaparición de este futbolista, el más joven en jugar nunca con la selección, con poco más de 18 años en 2010. El chico carburaba en el Ferencvaros, considerado el mejor futbolista extranjero de Hungría y el mejor central. Pero las puertas de Bosnia se le cerraron en el último año. Besic siempre fue un rebelde. Nació, como tantos otros compañeros de equipo, en la diáspora bosnia, en Alemania. Acabó en el Hamburgo, aunque sus problemas disciplinarios y su alma contestataria lo condujeron a una colisión de caracteres con su entrenador Torsten Fink. A Besic lo mandaron a Hungría al tiempo que la selección bosnia se olvidaba de él. ¿Por qué? Él se había comprometido a defender el país de su sangre pese a la llamada de Alemania en las categorías inferiores. Había debutado con la absoluta como central y era un fijo en la defensa de la Sub-21. Hasta que ese demonio tumultuoso le empujó a una nueva confrontación personal. Esta vez con Vlado Jagodic, seleccionador sub 21, y, por extensión, con todo el edificio federativo, incluido Safet Susic. El jefe bosnio dejó de llamarle a principios de 2013 y Besic desapareció de la vida de la Bosnia que acabaría accediendo a su primera Copa del Mundo.
Pero en mayo todo cambió. Nadie lo esperaba, pero Susic telefoneó a Besic y lo indultó. Detrás de este perdón, había una emergencia nacional. Ninguna selección, posiblemente, en todo el Mundial necesitaba tanto a un futbolista así como Bosnia. Ahora, después de un mes de amistosos y el estreno con Argentina, no hay duda alguna: Besic era la carta secreta de Susic. Tan inesperada como relevante.
Besic fue llamado a última hora por Safet Susic, pero se ha convertido en imprescindible.
Aunque su trayectoria dice que es un defensa central, la naturaleza instala a Besic en la demarcación de mediocentro posicional: tiene personalidad defensiva, detecta los movimientos rivales, posee calidad en el robo y todo eso lo consigue salpimentarEn la clasificación la máxima era que jugaran los buenos de Bosnia con ligereza en el toque, salidas claras y cierta habilidad técnica para regatear a uno o dos, girarse, revolverse y comenzar a jugar. Bosnia se cruzó la fase de clasificación con un déficit sustancial en ese sector. Durante ese camino, se distinguió por un 4-4-2 con rombo estrecho. El modelo de Susic se apoyaba en un concepto esencial. A falta de variedad posicional, limitación impuesta por las singularidades sociodemográficas del joven y quebradizo país, jugaban lo buenos, aquellos con mayor pedigrí. La obsesión de Susic fue reunir a Pjanic, Misimovic, Lulic, Ibisevic y Dzeko, sus futbolistas más reconocidos junto al central Spahic, el porterazo Begovic y otro reclutado desde Alemania, el lateral Kolasinac. Susic diseñó un rombo con Pjanic de interior derecho, Misimovic de enlace con la mortífera dupla de delanteros y el motorcito imparable de Lulic marchando en el sector izquierdo. A Susic le faltaba el vértice inferior. Después de ensayos con Zahirovic o Rahimic (escasos de nivel) o reposicionando a Salihovic (fuera de sitio), optó por inventarse a Medunjanin como pivote y así ganar fluidez en los primeros tramos del juego y activar a sus interiores. Aquello fue rizar el rizo. Convirtió a un volante ofensivo, recordado en Valladolid por su talento gélido en la mediapunta, en la bisagra del equipo.
El resultado fue una Bosnia dominante, ofensiva, atrevida, divertida y amiga de los riesgos. El talento de su diamante era una fuente de caudal atacante gracias a su capacidad creativa, técnica y asociativa. Marcó 30 goles en la calificación (solo menos en el segmento europeo que Alemania, Holanda e Inglaterra) y recibió seis. Ese modelo de aplastamiento ofensivo le sirvió en un grupo accesible, con Grecia y Eslovaquia como mayores oponentes, y Lituania, Letonia y Liechtenstein como comparsas. Para hacer viable esa idea de juego, Susic necesitaba que su equipo tuviera mucha continuidad y volumen de fútbol. Es decir, Bosnia funcionaba (y funciona) como la seda con índices de posesión superiores al 55%. De lo contrario, cuando el hilo se rompía (o se rompe), saltaban sus defectos. Su grieta principal se presentaba en los mecanismos defensivos. Excedía la exposición de sus centrales, le costaba robar, correr hacia detrás y pegarse, y carecía de talento defensivo. Su inocencia táctica nacía fundamentalmente en la posición del mediocentro.
Susic, aun clasificado con solvencia, enfocó la Copa del Mundo en esa dirección. Debía ganar equilibrio por donde fuera. En un torneo así, por rivales, por condiciones de los oponentes, por desventajas físicas y por contexto competitivo,Safet Susic cambió el 4-4-2 por el 4-2-3-1 de cara al competir en Brasil la fórmula debía revisarse. Había dos vías. Primero, reconciliarse con Besic y aprovecharlo de mediocentro (el único con las condiciones naturales y el nivel adecuado en el país para asumir esa función). Y segundo, romper la doble lanza Ibisevic – Dzeko, una solución explosiva, muy sensible: había que desunir a una pareja con 18 goles en la fase de clasificación. Un vendaval. Esta última alternativa exigía una reconversión táctica al 4-2-3-1 y además sentar a Ibisevic. Pjanic es el mejor futbolista del equipo. Dzeko el más determinante e importante. Misimovic el más influyente. Pero Ibisevic es uno de lo más admirados y con mayor ascendencia dentro del grupo. Al final, Susic revolucionó un poco todo: enroló a Besic y gestionó el tema Ibisevic para suplirlo con Hajrovic, un mediapunta zurdo (que llegó a debutar en un amistoso con Suiza) a quien acuesta en la banda derecha. Bosnia olvidó el 4-4-2 y a las puertas del Mundial ofrecía un 4-2-3-1 al que reforzaron las victorias preparatorias ante rivales de cierto tamaño como Costa de Marfil y México.
Safet Susic ha reajustado el dibujo para competir mejor en Brasil 2014.
En esos dos partidos, el impacto de Besic fue notorio. Engranó de modo espontáneo en la nueva fórmula de Susic, convirtiéndose en la clave de bóveda que absorbe todas las tensiones de una estructura táctica compuesta con futbolistas de perfil muy ofensivo. Besic ha sido el jóker de Susic, un comodín con el que nadie contaba y que ha compactado y equilibrado a Bosnia sin traumas, mediante un desembarco natural y exacto en el mediocentro. Desde hace un mes, la relevancia de Besic se explica con el tacto con el que lo ha tratado el seleccionador. Ningún futbolista bosnio ha recibido, de forma personificada, tanta vitamina emocional y motivadora desde Susic: “Es el único chico de la convocatoria capaz de frenar a Messi”. “No tiene misericordia de sí mismo: no se entrena al 100%, lo hace al 150%”. “Besic será un jugador clave en Bosnia durante los próximos diez años. Lo tiene todo”.
El resultado ya lo tenemos: un futbolista de fuerte carácter que ha encauzado su rebeldía y temperamento en el juego, sujetando a su equipo, apoyando coberturas y recuperando balones. Y también dándole los primeros respiros a la pelota. La entrada de Hajrovic en la derecha de la línea de mediapuntas que completan Misimovic y Lulic ha permitido también algo más que balancear tácticamente al conjunto y que sentar a Ibisevic: ha acercado a Pjanic al epicentro del juego, como organizador. Ahí su fútbol, con más metros de panorámica y más terreno para juntarse con más compañeros, desde Besic a Misimovic, es donde mejor se manifiesta. Hay un sacrificado con un mortero de goles, Ibisevic, pero Susic ha ganado garantías en su equipo. Quizá contra Irán vuelva el 4-4-2, pero el 4-2-3-1 con la huella de Besic e Ibisevic en la recámara de las urgencias no solo ha reciclado a Bosnia, también la ha convertido en una selección con más esperanza de vida en la Copa del Mundo.
Abel Rojas 21 junio, 2014
En serio, lo de Chema R. Bravo pasa de castaño a oscuro. Vaya fenómeno.
Yo debo decir que el doble pivote Besic-Pjanic me gustó mucho contra Argentina. En realidad es que Bosnia me convenció, creo que jugó bien, que compitió bien, lo que ocurre es que en ataque hicieron muchísimo menos de lo que era posible, me parece.
Tengo ganas de verla hoy para medir su potencial ofensivo. No soy fan de Dzeko y me da que falta algo realmente rompedor en banda, pero bueno, hay cosas que me gustan y en general me atrae.
Además quiero ver a Onazi ^^