En el camino de Argentina hacia octavos primero llegó Bosnia-Herzegovina; la debutante, una de las más esperadas por novedad y calidad, amparada por una historia breve pero intensa para su casi recién cumplida mayoría de edad. Y la albiceleste sorteó la primera piedra. Se topará después con Nigeria; histórica africana de los mundiales y con el aura de ser el rival frente al que ellos mismos cuatro años más jóvenes disputaron su mejor encuentro en Sudáfrica. Y por encima de todos ellos, Leo Messi. Pero el escollo inmediato, y quizás aparentemente el más discreto, es el que puede tornarse en el hoyo más hondo para los chicos de Sabella.
Irán, la selección entrenada por Queiroz, es un equipo muy trabajado que, pese a disponer de una nómina de estrellas inferior a otros participantes, sabe muy bien lo que se hace. Es un equipo construido a base de pizarra. Aunque está pensado para formar un 4-2-3-1 muy claro, el combinado iraní suma a sus cuatro hombres de arriba a la primera presión, con un esfuerzo defensivo hacia atrás muy notable incluso de Dejagah, su hombre más dotado con la pelota y el que debe recoger toda la magia de los persas. No obstante, su línea de cuatro, pese a requerir de cierta habilidad en el primer pase para ser sorteada, no es, ni mucho menos, infranqueable. Hay espacio a su espalda. El muro está más atrás.
Carlos Queiroz ha hecho de Irán un buen conjunto a nivel táctico
Los iranís prescinden de defender los carriles porque todo su esfuerzo defensivo está concentrado en la frontal. No es que su línea defensiva sea estrecha, no es que los laterales cierren en exceso, es que el compromiso de su pareja de mediocentros para con los centrales es tal que éstos carecen de lateralidad. Nekounam y Teymourian no pueden defender hacia atrás porque el espacio a su espalda no existe. Sólo pueden defender hacia adelante, y pueden, pero no deben. Pese a ser ‘unidireccionales’, el único al que Queiroz le permite ‘una alegría’ es a este último, seguramente porque ostenta una mayor calidad en la recuperación. Así lo exhibió ante Nigeria. Y en la zona del impecable Teymourian caerá la conducción de Messi. Ahí se definirá todo.
Leo Messi será vigilado por el enérgico Andranik Teymourian
Hasta aquí, la adecuación de Irán a la selección argentina es total. La albiceleste es un equipo con poca amplitud, que concentra sus recursos ofensivos principalmente en el carril central y cuya profundidad depende de Higuaín y Kun, la ayuda para Leola figura de Leo Messi. En Sabella recae la responsabilidad de arroparlo para que Teymourian no complete una actuación aún más meritoria que la de Pjanic en la primera mitad del estreno bosnio. Para ello, ante una primera presión exigente, romper la horizontalidad en salida del 5-3-2 es imprescindible, y Gago es el más capacitado para filtrar balones a Messi. En punta, Kun Agüero e Higuain tendrán su utilidad para dividir el pase y ofrecerle al 10 un escenario más amable en cuanto a espacio y apoyos por delante de balón. Además, los centrales iranís sufren con el dentro-fuera, movimiento que ambos pueden dibujar. Moverlos es fundamental.
El retorno al 4-3-1-2 de la segunda parte frente a Bosnia parece la opción más plausible para no chocar con el muro. La protección en el área que persigue la elección de tres centrales no es prioridad ante una selección iraní que, si bien tiene muchas virtudes, no tiene entre las mismas la de pisar área con asiduidad. Por encima del desempeño defensivo primará la comodidad futbolística de Leo Messi, tan imprescindible para la victoria como para ilusionar a un país, e incluso a un equipo, necesitado del brillo de su estrella. Veremos si la albiceleste derriba el muro… O si sólo lo esquiva a medias.
Abel Rojas 21 junio, 2014
¿Solo Nerea, Marc y yo esperamos con ilusión ver si Irán es de verdad o si es que Nigeria jugó demasiado mal en el debut? ^^
Veo menos expectación por aquí de la que tiene un servidor.