Ante la mirada atónita de miles de espectadores, gimnastas cirquenses hacen malabares y piruetas por encima de un estrechísimo hilo de nylon que pende en lo alto del escenario. Brillan los colores mientras gritos ahogados se dejan escuchar entre el eco del silencio que embriaga la sala. La imagen es sorprendente e incluso bella. El «Circo del Sol» es sin duda uno los shows más fantásticos y espectaculares del mundo actual, una maravilla en movimiento que reta al peligro y a la suerte con la única misión de entretener.
La segunda Premier en tres años para el ManCity.
A ojos de un ingeniero, orfebre de estructuras tan majestuosas como seguras, los armazones en los que se realizan los números del circo son profanos. Dejar tanto al azar, o bien a la precisión de los intérpretes, es un sacrilegio para aquéllos que sueñan con edificar obras que soporten quiméricas posibilidades. Que un mal paso haga caer a la lona al equilibrista que danza sobre el puente de hilacha, seguramente produce insomnio en todo el gremio. Es por eso, quizá, que Manuel Pellegrini decidió que sus equipos de fútbol fuesen construcciones que apuntaran a lo infalible y que constituyeran a su vez una muestra estética con visos sublimes.
El Manchester City celebró su segunda Premier League en tres años. El título liguero es el primero que obtiene Pellegrini desde que llegó a Europa, tras fracasar en foto-finish con el Real Madrid en 2009. Lo que podría sonar como la redención del entrenador chileno es, en realidad, una nube negra que ensombrece todo. En el juego de los celestes no se reconocen ni el Riquelme amarillo ni el Toulalan andaluz. De hecho, cuando los citizens están en el campo su accionar recuerda más al del «Circo del Sol» que al de un equipo de fútbol al uso. Es un torbellino de fuegos de artificio, luces brillantes y hombres desafiando el destino.
El Manchester City no parece tan de Pellegrini.
La demoledora fuerza ofensiva de los del Ingeniero es una tentación tan poderosa que incluso Pellegrini sucumbió ante sus encantos. Olvidándose de su naturaleza, dejó que Silva, Agüero y Touré atacaran con frenesí. La que se suponía que era la red de seguridad fue un propulsor de la intemperancia. Con la corona doméstica en la cabeza, el objetivo del próximo año deberá ser atar los cabos entre embestir y jugar, alineando la autopista hacía Berlín.
Pablo 12 mayo, 2014
Me alegro por Pellegrini. Espero que sea un puntapié para empezar a sembrar algo importante. Tiene capacidad para hacerlo y muchos recursos a disposición. Y, habiéndose sacado de encima la losa de campeonar, espero que pueda armar algo interesante.
PD: Da un poco de cosa por el Liverpool pero bueno… dejaron pasar un tren único, me parece.