Es absurdo pedirle buen juego a un encuentro tan marcado por la condena del fútbol italiano. Seguramente, los protagonistas jugaron con vergüenza, con la concentración anulada y solo poniendo, y por pura profesionalidad, su técnica y su físico al servicio de sus escudos. Nápoles y Fiorentina firmaron una Final errática hasta el límite en la que ninguno supo defender y que quedó definida porque, en partidos así, suele fallar más quien asume el peso de la posesión que quien se resguarda para salir al contragolpe. 1-3 venció el equipo de Rafa Benítez, que sigue cosechando títulos allá por donde entrena.
El intercambio de posiciones no beneficiaba a la defensa viola.
El Nápoles era muy peligrosoMontella ordenó a los suyos sobre un 4-3-1-2 muy enfocado al intercambio de posiciones, algo bien favorecido por una doble punta más móvil y poco fija como la formada por Joaquín e Ilicic. En principio, Pizarro era el mediocentro, Vargas y Aquilani los interiores y Valero el enganche, pero el español caía a recibir a los costados cuando quería y mandaba al peruano o al italiano a la mediapunta de forma automática. Como la posesión no era de calidad, la flexibilidad del dibujo restó más de lo que sumó. El Nápoles esperaba a la Fiore en un 4-4-1-1 muy en la línea de lo que venimos viendo en el Madrid de Ancelotti; robaba, se la daba a Callejón o Insigne, los violas basculaban hacia ellos y Hamsik se quedaba solo en el centro para conducir y matar. Los campeones creaban peligro sin apuro. Antes del 0-2 (min 17), Higuaín ya había marrado dos claras.
Montella no aprovechó debidamente la expulsión de Gökhan İnler.
En el segundo tiempo Benítez decidió replegarse hasta prácticamente su área para que su defensa cubriese menos espacio y, en teoría, se minimizase el número de errores sin balón, algo que, efectivamente, consiguió con el ajuste. La Fiorentina tuvo más posesión incluso pero no logró romper el sistema napolitano. Solo cambió el guion con la expulsión de Inler a un cuarto de hora del final, un suceso contestado por Vincenzo Montella con el ingreso de Matri en lugar de Aquilani. Fue un movimiento natural que debe entenderse, se requería un gol y entró alguien con cierta -o supuesta- habilidad para meterlo, pero de cara al juego pareció una equivocación. Una vez se había logrado la ventaja en el centro del campo, se regaló con dicha sustitución para dar cabida a una pieza que ocuparía justamente el sector mejor ocupado por el Nápoles. Solo tras una salida celeste encontró la Fiore espacio para crear una clara, pero Ilicic la falló. En la siguiente jugada, Mertens convirtió el 1-3 y ganó la Coppa más triste que se recuerda. Día negro.
donmarcelobielsa 4 mayo, 2014
Día triste, desde luego. Algo tendrán que hacer por el bien y el futuro del Calcio.
Por sacarle algo positivo al partido: qué potencial tiene Hamsik, ¿eh? Este tío en la Premier podría ser leyenda.
Por otro lado, lo de Higuaín en los momentos clave ya raya la locura, ¿no? Le tienen comida la moral, sino no lo entiendo…