Se movía de un lado para otro sin que nadie lo pisase. El balón estaba brillando. No reflexionaban los de rojo, no les era necesario, conocían de antemano el siguiente movimiento y la ejecución era tan fluida, tan arquitectónicamente fluida, que ni siquiera se deparó en que su ritmo era tranquilo. Nada abruma más que la sencillez; el sencillo parece sobrado y lo sencillo es casi imparable. La unión entre los campeones de Europa y el entrenador de la creación había plasmado sobre el césped del Bernabéu un arranque de fútbol de carácter imponente. Cada pase del Bayern Múnich parecía dibujar una aureola dorada sobre la calva de Guardiola y llevarlo al centro del campo para que lo viese la grada entera. Hasta el eco de los toques evocaba su grandeza, «pep, pep, pep, pep» sonaba la pelota. Y entonces, tras 18 minutos en el infierno, corriendo y no jugando, el esférico cayó en pies de Benzema y éste hizo la pausa. Y luego fue a Isco, que no tenía solución y decidió guardársela hasta que el tipo de Cristiano perdiese la marca. Sucedió, y Ronaldo se quedó solo. Y así, un contragolpe gestado desde la más absoluta tranquilidad giró la partida por primera vez. El Real había sufrido hasta el silencio de su estadio y su sistema nervioso no mostraba ni un rasguño. Carlo Ancelotti, como en Dortmund y en Mestalla, sintió que su equipo estaba listo para ganar.
El cambio de banda de Kroos a Robben, claveEn cualquier caso, vayamos por partes, que todas son bonitas. El dominio inaugural del Bayern Múnich fue un río con tres afluentes. El primero, la confianza y el carisma de los alemanes. Presentarse de un modo tan imperial solo es posible si uno se ve capaz, y Pep dispuso de once hombres con tal auto-consideración. El segundo afluente fue la Final de la Copa del Rey. Seguro que Ancelotti explicó a sus jugadores las diferencias entre catalanes y bávaros, pero seamos serios, eso no sirve para nada. Los jugadores del Madrid habían ultra dominado a Xavi, Iniesta, Neymar y Messi con el 4-4-2 y su entrenador les había colocado de manera calcada, ¿cómo no iban a hacer lo mismo? Y el tercer afluente fue, precisamente, la diferencia. El Barça es juego interior, y que Isco, Alonso, Modric y Di María estuviesen juntos y centrados lo controló por completo, pero el Bayern es juego exterior, sus cracks son Robben y Ribéry, y Guardiola los abrió y abofeteó el esquema merengue. La jugada que resume la superioridad es el cambio de orientación de Toni Kroos -en posición de lateral zurdo- hacia Arjen. Isco, volante izquierdo merengue, quedaba lejísimos del holandés, y Alonso más aún, y lo que tardaban en llegar hasta él lo aprovechaba el Bayern para subir efectivos y aplastar al Madrid. Toni Kroos, Robben y la confusión táctica del centro del campo blanco tenían a Pepe y Sergio Ramos demasiado atrás.
Casillas y Pepe completaron una noche impropia de ellos ante los centros laterales del Bayern Múnich.
No obstante, los de Ancelotti resistían bastante bien el intento de asedio. Resultaba más preocupante su falta total de salida que la producción de su adversario. Digamos que el gol del Madrid era difícil de imaginar y el del Bayern una cuestión de tiempo. Pero de mucho tiempo. Un par de futbolistas extraordinarios, David Alaba y Philip Lahm, lo entendieron y propusieron una solución. La ventaja táctica residía en que la línea de cuatro medios blanca iba y venía de izquierda a derecha llegando tarde a los dos sitios, pero no podían aprovecharse porque no había nadie en el centro para descargar sobre él y pillarlos a contrapié. O sea, el Madrid llegaba tarde, pero el Bayern lo esperaba porque no tenía otra cosa que hacer. Lahm (pivote) y Alaba (lateral izquierdo) tomaron la iniciativa y empezaron a ocupar callejones de mediapunta para crear peligro. Recibieron e inquietaron. Ahora bien, dicha propuesta, sobre todo cuando Lahm la protagonizaba, debilitaba la estructura defensiva roja en caso de contra blanca. Y una vez el Madrid asestó el golpe del 1-0, se lo re-pensaron y frenaron sus subidas. Respetar a Benzema les arrebató el recurso ofensivo que más les daba.
Alonso es metros, juego y carisma para el RealA su vez, la medida conservadora del Bayern y el propio peso del golazo cedió tiempo al Real Madrid para que reordenase sus ideas; si era por banda por donde le estaban empujando, sobre las mismas debían aumentar la protección. Allá por el minuto 20, la cacareada línea de cuatro cambió su concepción. Lo que hasta entonces había sido algo único, estrecho y cerrado pasó a dividirse en dos células de dos hombres que se separarían mucho más: a la izquierda, sobre Robben, Isco y Alonso; a la derecha, sobre Ribéry, Di María y Luka. La zona regalada sería el centro, justo donde el Bayern Múnich va más corto de talento. Y llegados a este punto, hay que anotar dos cosas. De parte bávara, que aún no se conoce la función de Bastian Schweinsteiger. Interior, mediapunta, llegador, tocón… nada, realmente. De parte blanca, que Coentrao y Carvajal se salieron. Una vez recibieron ayudas y dejaron de estar mano a mano contra los demonios, subieron tres niveles su agresividad y empezaron a ganarle metros al Madrid. Seguramente, Fabio y Daniel esgrimieron las primeras muestras de esperanza real de su equipo. Fueron los primeros en imaginar que los suyos podían jugar mejor que los de Guardiola.
Guardiola tuvo que meter a Javi Martínez porque el regate de Modric estaba despedazando a Kroos.
El primer tiempo acabó de ese modo. El Bayern había acaparado el 73% de la posesión y el Madrid había tenido tres de las cuatro ocasiones más claras del partido. Sin embargo, pese a la claridad de las mismas, su goteo no era ni uniforme ni constante. Cada acción ofensiva era aislada de la anterior y fruto de alguna barbaridad técnica de Karim Benzema o Isco Alarcón que, eso sí, luego el grupo aprovechaba para jugar bien. El problema que evitaba una regularidad mayor radicaba en que Cristiano Ronaldo estaba sin estar. El portugués, el rey del movimiento sin balón, no se movía. El Bayern atacaba más por Robben que por Ribéry, así que Alonso e Isco lanzaban más que Modric y Di María, pero Ronaldo no les ofrecía ni el apoyo ni la ruptura. Aunque tácticamente el partido le sonreía, sus piernas no le permitían hacer la diferencia. Al revés. Estaban cohibiendo a su equipo. Ancelotti tenía que encontrar otra manera de mostrar la parte más débil de la eliminatoria: el sistema defensivo del Bayern Múnich. Rafinha, Boateng y Dante contrastan con el nivel medio de los 22, y colectivamente tampoco puede decirse que Guardiola haya edificado una fortaleza.
Ancelotti propuso una alternativa que hundió moralmente a su oponente: tener el balón. Increíble. El Real Madrid iba a buscar mover la pelota y dividir la posesión ante un equipo de Pep. O sea, estaba rompiendo la regla no-escrita a partir de la cual el Bayern Múnich había cimentado su superioridad anímica. No le costó demasiado conseguir su objetivo, pues el circuito de salida muniqués muy fiable no resulta y además parecía abrumado por el cambio de chip local. Detrás, Pepe y Ramos comandaron una transformación total. Fomentaron una actitud más agresiva, más presionante, priorizando más de lo habitual el robo sobre el cuidado del espacio. Y como técnicamente los alemanes no son sublimes, sino solo de notable o notable alto, sus posesiones se recortaron y su dominio territorial se esfumó. Y con el balón en su poder, Alonso, Modric e Isco dirigieron ataques que, sin alcanzar una capacidad de desborde excesiva, llenaban la pantalla cinematográficamente. Los dos españoles tiraron de asociaciones entre ellos para ganar metros y fútbol, mientras que el croata componía solo para cantar en grupo. Creaba ventajas de modo individual y luego se las regalaba al resto, siendo Carvajal y Benzema sus principales benefactores. El Madrid sí exhibía la magia que Guardiola había echado en falta en los mejores instantes de su Bayern. Cauto, introdujo a Javi Martínez por lo que pudiera pasar, si bien con el navarro, como siempre, perdió opciones de dominar como él adora.
Si hay un entrenador y un equipo capaces de voltearle un 1-0 al Real Madrid, son Pep y el Bayern.
En el tramo final tuvieron participación Götze, Müller y Bale. Mario apenas tocó la pelota, Thömas sembró el miedo en las tres que le cayeron y Gareth demostró que es un futbolista extremadamente difícil de parar para el Bayern Múnich. Al 50% de su capacidad (sobre todo mental), cada vez que arrancó produjo peligro. Une al cuerpo más potente del momento una calma chicha, una inconsciencia del ambiente, que le ha llevado incluso a contraer un virus estomacal a tres días de la cita más importante de su vida. Por ella, el Madrid no pudo sentenciar ayer. Por la misma, el Madrid tendrá opciones de sobrevivir al Allianz. El factor sorpresa de su segundo tiempo desaparecerá, y el control del área que mantuvo en su primero no parece sostenible para Casillas, Pepe y Ramos en un campo alemán. Y Pep trabajará, y muchas más cosas que no toca apuntar ahora. Pero recuperar a Gareth Bale y a Cristiano Ronaldo debe avivar la confianza del ayer ganador. Del equipo que también es de Coentrao, Pepe, Alonso, Modric, Isco y Benzema. Un grupo humano que ya había demostrado en fechas de críticas y desestimas que está preparado para recuperarse de los golpes. Si su fútbol, que ni es perfecto ni es excelso, puede rescatarle de los problemas, su mente no le aleja de la solución. Y eso es una diferencia enorme con respecto a los últimos tres años. Ayer fue decisiva.
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Abel Rojas 24 abril, 2014
@ Peter Sword
Así es. El primer tiempo de Modric es competitivo; el segundo es simplemente genial. El reparto de espacios expuso a Toni Kroos a un constante uno por uno contra Modric y… es que no lo olió. Gira mucho más rápido, es más ágil. El Madrid respiró muchísimo a partir de ese duelo.
@ Gabo
Sí, vaya jugador Isco, es que es categoría extra. A mí lo que está terminando de fascinarme es como está conviviendo con las tarjetas amarillas. Jugó la Final de Copa amonestado desde el principio y ayer contra Robben-Lahm jugó unos 20 minutos con amarilla. Y no es que se desvincule de esfuerzos defensivos para no correr riesgos de expulsión, sino que sigue robando y trabajando con una madurez inaudita.
Isco es un futbolista formidable. Sin duda estamos hablando de una figura dominante en la Copa de Europa a corto plazo. Como se sabe desde hace un par de años, por otro lado.
@ Luis
Yo creo que ayer el Madrid con el 4-3-3 hubiera tenido más ventajas tácticas que con el 4-4-2.
El 4-4-2 el único efecto positivo que tiene es que exige menos autodeterminación. Si el Madrid del 4-3-3 sale a jugar al fútbol con la confianza que saltó ayer el Bayern al Bernabéu, el Bayern no tiene cómo parar a Bale y Ronaldo. Individualmente es débil en defensa y colectivamente no sabe qué hacer cuando el oponente da dos pases seguidos en campo de ataque.
¿Que con el 4-4-2 el Madrid cubre mejor los espacios? Vale. Pero, ¿y el Bayern cómo para a Bale y Ronaldo separados por 50 metros a lo ancho y con Benzema por dentro?
El 4-4-2 le dificulta mucho el ataque al Madrid. Su suerte ayer fue que sus jugadores estuvieron en un punto de inspiración fantástico, sobre todo los tres centrocampistas y Benzema. Y ni aun así fue un torrente ofensivo porque el 4-4-2 dificulta la creación de triángulos.