No fue casual que el Atlético de Madrid jugara tan precipitado el día que defendía liderato y no disponía de Filipe Luis. No fue casual que Lucas Alcaraz prestara mucha atención a la posición de sus futbolistas durante todo el partido. Fue una noche donde un sentimiento se apodera de otro en lugar de complementarlo. Cuando eso pasa en un campo de fútbol la pelota lo paga, porque lo que queda sometido es la claridad del que está obligado a ganar y la valentía del que no lo está, impregnado de una precaución que se confunde con miedo al no sentir una urgencia insalvable.
Faltó mucha pausa y claridad durante toda la primera parte
La primera parte fue del Cebolla Rodríguez, titular sorprendentemente por delante de José Sosa, cromo más fácil de repetir cuando Simeone decide que Arda o KokeCebolla Rguez. resumió parte del encuentro descansen. Por suplir la ausencia de Filipe o por agitar un partido que se volviera vertical y súbito, Simeone apostó por el uruguayo. Y el partido se definió así: de conducciones; sin tiempo para juntar el juego y esperar a los centrocampistas. Cebolla definió la precipitación del Atlético, que hasta el 60′ jugó mirando a la portería desde cualquier parte del campo, mucho antes de mirar al compañero o recordar cualquier principio de juego. Tiago se notó puntualmente nervioso y oxidado, y Gabi no es precisamente sinónimo de quietud.
El Granada se adaptó a ello con mucha gente por detrás de la pelota y cuando la tenía, jugaba con el testigo en la mano, con los laterales respetando los espacios, dando relevo a los extremos y con un interior cubriendo la incorporación de otro. Recio subía, Rico quedaba y viceversa. Esto dificultaba la progresión del juego, acoplado al mínimo tratándose del rival y el escenario al que enfrentaban, así que lo poco ligero, visual y desequilibrante llegó de Brahimi en banda izquierda, más la lucha de El Arabi. En toda la primera parte, la precaución de los visitantes y la falta de pausa y control en los locales, reflejó una igualdad que atenazaría aún más estas sensaciones.
Alcaraz no agitó el partido en ningún tramo. Guardó la posición
Si había un ganador parecía que sería el que más calidad global presenta. Cholo sacó a Sosa por Cebolla y Diego por Arda, llamativo por no juntarlos en busca de un mayor control. Comenzó a aparecer Tiago, Diego dio dos pases seguidos, alguno vertical buscando a Costa y Sosa estuvo fantástico en el balón parado. No fue algo drástico porque el 0-0 no valía, pero las pulsaciones bajaron y el partido se abrió. Alcaraz respondió con Buonanotte por Riki, Ighalo por Coeff, reestructurando posiciones, quedando Iturra de central –contra Diego Costa (partidazo)…-, Brahimi de interior derecho y Fran Rico de mediocentro. No surtió demasiado efecto en términos de amenaza y profundidad. La lectura final es que la orilla está cerca, que a Filipe lo extrañan, que el Atleti tiene plan B y que Alcaraz y su Granada fueron con pies de plomo.
Abel Rojas 27 marzo, 2014
Visto el partido en diferido, no me queda otra que dar la razón a Arroyo en todo y confesar mi asombro por el ritmo de puntuación del Atlético. No hay partido que no gane con muchos problemas y no hay partido que no gane. Ahí hay un trabajo mental y táctico detrás en el que se tiene una fe que termina dando los tres puntos. Es algo impresionante. El Atlético nunca deja de creer en algo que a lo mejor no es tan fiable. Es un clínic de psicología deportiva.