Cuando en 1993 Colombia se pasaba tantas veces la pelota que hasta sus goles parecían pases a la red, los laterales nunca corrían en campo contrario para buscar un centro y el hombre de ataque más exterior era un coloso de más de seis pies que estaba más tiempo revoloteando alrededor de Valderrama que conversando en soledad con las esquinas del campo. No había lugar para hazañas de melancólicos hechiceros de gambeta embrujada y carrera larga. Todo se hacía en corto y todo se hacía en conjunto.
Esa tradición, cómo todo en el fútbol cuando no se gana, fue puesta en tela de juicio por uno de sus propios escultores. La Copa América de 2011 vio como ‘Bolillo’ Gómez alineaba un 4-1-4-1 con la intención de que su equipo jugara como el Manchester United. El experimento duró poco y no fue muy exitoso, pero sentó ciertas bases que hoy el equipo de Pékerman, ese que hace recordación de aquella época de rizos dorados, utiliza como parte activa de su fútbol. La Colombia de esta generación se distingue por su finísimo, variado y letal arsenal de delanteros y por sus laterales profundos. Pablo Armero y Camilo Zuñiga, especialmente, no son sólo dos de los jugadores más reconocidos por la prensa internacional, sino que son piezas fundamentales del engranaje táctico más básico del equipo que dirige el argentino, quién usa a los dos futbolistas del Napoli para darle profundidad y solidez al ataque colombiano, e incluso algunos toques de creatividad. En la nueva Colombia las bandas tienen un papel más que decisivo.
Cuadrado puede encajar muy bien en la Colombia que dibuja Pekerman.
Dado ese contexto, no sorprendería enterarse que el extremo de la jungla que adorna y excita al Artemio Franchi, Juan Guillermo Cuadrado, es uno de los hombres mimados de su seleccionador. Sin embargo, lo verdaderamente curioso es que, aunque Cuadrado no sea titular, porque no lo es a día de hoy, ha sido el elemento clave para ver la evolución futbolística de los de Pékerman desde el primer amistoso ante México en 2012 hasta el empate sin goles ante Holanda en el pasado otoño.
El fútbol de Cuadrado es una quimera, y eso es una bendición para su selección, por varios motivos. En primer lugar, el de la Fiorentina es un extremo. Su fútbol es de ataque, su hábitat es la banda derecha y su virtud principalNo sólo es velocísimo y muy flexible, sino que, además, es creativo es el regate. La conducción de Cuadrado es muy potente, desborda gracias a su velocidad y un cuerpo que parece sostenido por cartílagos en lugar de huesos, como un tiburón que sortea defensas moviéndose con una agilidad y flexibilidad que impresiona. Además de ello, posee el don de los regateadores brasileños, es decir, creatividad a la hora de gambetear que, combinada con un abanico de recursos que incluye bicicletas, giros, pisadas o elásticas, le hacen impredecible para los contrarios. El de Necoclí sale hacía afuera o hacía adentro, en largo o en corto y cambia de ritmo y de dirección como un colibrí en un campo lleno de flores. Su regate sólo está limitado por una técnica que está menos pulida de lo que pareciera y su escaso uso o dominio de la pierna izquierda.
Hasta ahora la imagen es la de un extremo convencional; sin embargo, y aquí es dónde reside mucho del verdadero valor del antioqueño, desde que es entrenador por Montella y por Pékerman, Cuadrado ha desarrollado su instinto más sudamericano. Dónde antes había un jugador vertical e irreflexivo ha emergido un futbolista que combina sus ráfagas de electricidad con un juego más pausado y asociativo, y que incluso se atreve a visitar zonas interiores. Hoy es capaz de detener la jugada en ataque estático para acelerarla con una o dos paredes, y de filtrar un pase al lateral que lo dobla o al delantero que se desmarca. Este plus aumentó el impacto del colombiano tanto en su club como en su selección; a pocos meses del Mundial, dicha mejoría es la que ha hecho que Juan Guillermo haya pasado de ser el revulsivo por excelencia a una más que posible apuesta en el equipo titular de Colombia.
Su cambio de estilo le otorga más posibilidades de entrar en el once de Colombia en el Mundial.
La historia táctica del equipo sensación de la eliminatoria sudamericana comenzó con Cuadrado titular como extremo derecho. Era un equipo menos vertical que el de la Copa América, pero igualmente profundo y con un predominante juego de bandas. Con ese sistema Colombia no llegó a jugar bien por lo que pasó al exitoso 4-2-2-2 torre que privilegia el juego interior y le daba las llaves del equipo a un ’10’ clásico como Macnelly Torres; Cuadrado perdía su posición de titular y pasaba a ser el jugador número doce: entraba por un mediocentro cuando Colombia necesitaba atacar, o por Macnelly o un delantero cuando Pékerman quería reforzar la defensa y aprovechar los espacios que el rival dejaba.
A pesar de esto, su excelente rendimiento y su polivalencia invitaron a Pékerman a aventurarse tácticamente usando a Cuadrado como joker. A lo largo del año pasado pudimos verle jugando por ambas bandas con distintas funciones, de lateral derecho e incluso de enganche. Cuando ha jugado junto con Macnelly y James, su fútbol estuvo orientado a fijar en banda para crear espacio que liberase al mediocampista del Mónaco de la banda izquierda, y a atacar sin descanso al lateral izquierdo. Sin la presencia de Macnelly, su rol era más parecido al que le da Montella en la Fiorentina, partiendo de banda, pero con libertad para irse al medio y asociarse. Finalmente, la lesión de James ante Argentina dibujó el inesperado escenario en el que Cuadrado jugó por dentro como posición de partida. Ahí vimos como era capaz de aunar cierta pausa y control, con su fútbol vertiginoso desde la asociación (vital en la zona derecha del ataque) y el regate.
Antes de continuar y analizar lo que es hoy Cuadrado en el equipo de Pékerman, vale la pena detenerse para explicar por qué, aunque en sus inicios jugó de lateral, esa opción queda descartada en miras al Mundial. Para empezar, la posición de lateral derechoEn el Mundial no parece que vuelva al lateral pertenece a Camilo Zuñiga, hombre fuerte en transición ofensiva y que ofrece desde ese puesto una versión más sosegada de las virtudes de Cuadrado. El del Napoli sabe jugar al ritmo de Macnelly y Teófilo Gutierrez, pide menos cuota de balón, ofrece más movimientos sin el esférico y, aunque tampoco es su fuerte, tiene más calidad defensiva que su compatriota de la Fiorentina. Ahora bien, podrían jugar como ante Bolivia, con Zuñiga en la izquierda y Cuadrado en la derecha, pero esto rompería el equilibrio del equipo, sobre todo en ataque. Me explico: cuando Zuñiga juega por la izquierda, suele salir hacía adentro y no dobla la espalda de James, que se queda clavado en la banda. Sin ese movimiento tan simple y tan básico que Armero ejecuta con precisión suiza, Colombia pierde lo mejor de James, lo mejor de Zuñiga y pierde el importantísimo cambio de orientación de derecha a izquierda. Por otro lado, la mentalidad atacante de Cuadrado obliga al mediocentro derecho y al central de ese mismo perfil a cuidarle en exceso la espalda, dejando desprotegido el carril central.
Terminado el paréntesis, es momento de evaluar la situación actual de Cuadrado para Pékerman. Está claro que es uno de los jugadores más determinantes en un equipo al que no le falta precisamente eso, pero también es cierto que existen varias razones por las que Cuadrado hoy no es titular. La primera de ellas esSu valor táctico desde el banquillo puede ser muy útil para Pekerman una cuestión de estilo. Macnelly Torres es un jugador menor, con vicios competitivos importantes, pero cuya presencia refuerza el espíritu colectivo del equipo, ayuda a resolver a medias el problema de la salida de balón, dota al equipo de su decisivo último pase y, no hay que desestimar el valor de esto, hace que el equipo se crea que su circulación de balón es inabordable. La segunda razón más importante que tiene Pékerman para que Cuadrado sea suplente viene marcada por la estrategia: en un Mundial son tan importantes los que inician el partido como los que salen desde el banquillo. Entrando en las segundas partes, Cuadrado sería uno de los recursos más potentes del mundial. Colombia goza de muy buenos atacantes para una posible remontada, pero el fútbol de Cuadrado es el que menos cosas pide para brillar en cualquier situación. Sus regates son bonos de confianza en esos momentos en los que el balón quema, su velocidad y potencia intimidan a cualquier defensa, aporta sacrifico defensivo extra en caso de que las cosas se tornen a favor de Colombia, y su posición de partida y tendencia a recoger el balón muy abajo resultan más difíciles de defender para un equipo que defiende un resultado.
La lesión de Radamel Falcao puede cambiar la idea inicial del seleccionador.
Dados esos dos argumentos es más que entendible la posición de Pékerman de poner en stand by la titularidad del extremo; sin embargo, la lesión de Falcao y su posible baja en el mundial seguramente han hecho replantear el problema al entrenador argentino. Más allá de las consecuencias tácticas que tiene la baja de Falcao, sin él Colombia pierde poder de intimidación. No sería extraño que la reacción de Pekermán fuese construir un equipo ligeramente distinto que reúna más jugadores determinantes que el original 4-2-2-2. Los más beneficiados serían Freddy Guarín y el propio Cuadrado, ambos jugadores muy productivos que fueron apartados por Pekermán de la gestión de juego mientras Colombia solidificaba su identidad y que hoy se han adaptado al juego que quiere el argentino. La idea sería un 4-1-4-1 en el cual Cuadrado entraría por Teófilo Gutierrez. El delantero de River es el que mejor mezcla con Falcao y sin él su funcionalidad en el equipo es menor a la de Juan Guillermo.
Más allá de la baja de Radamel, Pékerman tendrá que tomar una decisión. Incluso con el delantero del Mónaco, la presencia de Cuadrado tendría sentido en partidos de intensidad y ritmo alto, en los que Macnelly podría verse superado y en los que contar con un extremo de este perfil es una ventaja tanto futbolística como mental. No hay que olvidar que Cuadrado es una quimera, por todo lo dicho antes, sí, pero también porque cuando él está en el campo, Colombia cree hasta en lo imposible.
@DavidLeonRon 11 febrero, 2014
122 días para el Mundial… me acuerdo cuando quedaban 500 y no me parecían tantos. Esto está aquí ya.