«Gente con cierto peso como Borja Oubiña o Roberto Lago te reconocen que las buenas críticas les hicieron daño porque ellos llegaban al vestuario después del partido, leían los periódicos y, claro, se formaba una sensación de “somos muy buenos, jugamos muy bien, no tenemos suerte, pero ya llegará”. Y esto, en cierto modo, le restó exigencia al equipo. Jugaba bien, es cierto, pero había que pedir algo más. Debían saber competir mejor, amarrar los partidos, tener malicia en algunos momentos, una cierta capacidad de veteranía, y eso el equipo no lo tenía», nos comentaba Juan Carlos Álvarez, periodista de “El Faro de Vigo”, hace un año.
El contexto de estas palabras, aunque quede cercano, conviene recordarlo. El RC Celta de Vigo acababa de volver a Primera División, estaba liderado por una joven generación de jugadores de la tierra y la propuestaLa crítica era muy buena, pero la clasificación no lo era tanto de Paco Herrera era eminentemente asociativa. En Balaídos se cantaba el ya tradicional «fútbol de salón», la prensa nacional elogiaba su fútbol y varios de sus futbolistas, sobre todo Iago Aspas, encandilaban al aficionado español. Sin embargo, ni en sus mejores momentos el equipo puntuó acorde a estas sensaciones positivas. Su propuesta era atractiva y, de hecho, estuvo bien ejecutada en noviembre y diciembre de 2012, pero tuvo que ser el pragmatismo de Abel Resino, echando mano de jugadores como Natxo Insa, quien mantuvo, previo milagro, al club en la élite. Esta temporada, con Luis Enrique al frente, el Celta parecía seguir el mismo camino hasta hace un mes. Ahora, uno de los equipos más inocentes y débiles en ambas áreas de la Liga se ha convertido en un notable «sacapuntos. ¿Cómo lo ha hecho?
El Celta no ha cambiado su idea, pero sí su acierto.
Lo primero que hay que señalar es que el Celta no ha cambiado su estilo. Sigue sintiéndose cómodo con el balón, incorporando muchos hombres al ataque y, por tanto, siendo más activo que reactivo en sus acciones. EnF. Orellana ha revolucionado el perfil zurdo de los vigueses cambio, tácticamente, sí que ha habido matices nuevos que, por ejemplo, han transformado su 4-3-3 en un 4-1-4-1. Los números no son importantes e, incluso, son muy discutibles, pero ayudan a explicar la esencia de uno de estos cambios. En el Celta de la primera vuelta, los hombres de fuera (Nolito y Rafinha/Augusto) eran más delanteros que volantes. Estaban menos implicados en el juego, tocaban menos balón y tenían pocas obligaciones sin él. Ahora, tanto Orellana como el propio Rafinha, no sólo tienen un peso capital en el circuito de pases, sino que su desempeño tras pérdida ha ayudado a controlar esa deficitaria transición defensiva que tantos goles les costaron.
Al margen de este aspecto, dos nombres resultan importantes en la evolución del Celta. Ambos en la banda izquierda, el lado fuerte del equipo. En el lateral, Jonny ha acabado con todo debate a base de corrección en defensa y diagonales en ataque. En el interior, Krohn Dehli ha recuperado peso en el conjunto en detrimento de Álex López. El de Ferrol siempre suma con su llegada, pero el danés es el elemento más creativo de una plantilla que tiene toque pero no ideas.
Ahora, la banda izquierda del Celta funciona mejor.
Pero, ¿son suficientes estos cambios para explicar la mejora de efectividad en ambas áreas? El juego mejora las circunstancias en la que se llega a ellas, pero allí Orellana sigue teniendo el mismo físico enclenque y Cabral la misma propensión al fallo. ¿Cómo entonces es posible que el Celta, que estaba en descenso cuando remataba lo mismo que recibía (13-13), haya logrado diez de los últimos doce puntos con balance negativo en los disparos (11-14)? ¿Hay truco?
Sin desestimar el factor azar, que inclina dinámicas, la respuesta se puede encontrar en la propia esencia de su técnico. Luis Enrique es intenso, activo y exigente. Y el Celta, ahora, es intenso, activo y exigente. Ya no hay rastro de conformismo. Deben jugar y deben ganar. «El equipo está con mucha hambre, pero las estadísticas están ahí y con los mismos puntos en la misma jornada hay equipos que luego han bajado. Por eso no nos podemos fiar», comentaba ayer Hugo Mallo. «Estamos en una dinámica bastante buena y no nos podemos relajar. Como nos relajemos, nos puede ganar cualquiera”, decía unos días antes Aurtenetxe. Queda por ver cuan profundo es este cambio en una plantilla tan joven como inexperta, pero Luis Enrique ya lo ha conseguido: su equipo respira, siente y juega como él.
@DavidLeonRon 22 febrero, 2014
Mirando la clasificación, el séptimo puesto que ya equivale a Europa League va a estar muy abierto. Entre la Real, sexta, y el Levante, séptimo, hay 3 partidos de diferencia. Creo que cualquiera que enganche una buena racha puede optar a ese puesto.
Claro, a priori Valencia y Sevilla son muy favoritos a lograrlo pero quién sabe… El Celta está a solo 4 puntos.
PD. A Rafinha igual hay que echarle un ojo individual pronto…