Desde que el proyecto de Cristiano Ronaldo y Xabi Alonso viera la luz en 2009, el Real Madrid ha pasado por muchas etapas. A José Mourinho le llevó dos años construir el conjunto que quería pero lo terminó logrando. Fue un colectivo arrasador, capaz de colarle dos goles al Bayern Munich en un suspiro y de realizar el fútbol más vibrante que recuerda el Bernabéu en lustros. Pero aquel bebé de Mou murió sin ganar aquello para lo que fue concebido: la Champions. Y no la ganó porque siempre le faltaron dos cosas: la necesaria suerte… y aprender a controlar sus emociones. Hoy, bajo el manto de Carlo Ancelotti, el Madrid insinúa un cambio. A falta de la última prueba, la de un gran rival europeo, el Real domina prácticamente todo lo que sucede en un partido con la madurez de un campeón.
El Real transmite la imagen más seria desde el inicio del ciclo CR
De la segunda mitad hablaremos poco porque duró siete minutos. O ni eso. El Schalke es un equipo descompensado por sistema, con extremos muy ofensivos que no cierran lo suficiente atrás y que ayer colocó a Kevin Prince Boateng de pivote. Draxler, que llegaba justito al partido, desequilibró sin quererlo a los suyos. El Schalke se descosió, al punto de convertir al contragolpe de este Madrid de Ancelotti en algo que todavía no es. Eso sí, el Real sumó méritos incuestionables en este periodo: nunca se fue del encuentro, se asoció con extrema belleza en infinidad de ocasiones y regaló otra actuación notable de sus centrales, que no concedieron un solo remate en el área. El gol de Huntelaar llegó tras un zapatazo de época, que parece ser la única manera de marcarle –ahora mismo– a este Madrid.
En definitiva, todo lo realmente bueno sucedió en la primera parte. Y fue bastante.
El Madrid fue competitivo incluso cuando el partido dejó de serlo
A los 38 segundos los alemanes forzaron un córner que a punto estuvo de significar el 1-0. No es que el Schalke arrancase en avalancha precisamente pero al menos durante 10 minutos anduvieron medio satisfechos con lo que sucedía sobre el césped. El Madrid iniciaba el juego con excesiva lentitud, con un Xabi muy retrasado y unos interiores que no se ponían de acuerdo. Modric recibía demasiado atrás y Di María, al no contactar con la pelota, bajaba a pedirla sin que Marcelo avanzase su posición. El Real no encontraba a nadie a quien pasársela de forma vertical. El primero que enganchó una pelota arriba fue Bale, que de la nada inventó un gol.
Eso con balón. Sin él, un par de malas decisiones de Modric y Di María a la hora de salir a la presión condenaron a Marcelo a un dos contra uno de difícil defensa. El Schalke se asoció bien por dentro –Huntelaar, Meyer o Draxler tienen calidad y fútbol– y como Cristiano Ronaldo no baja, el lateral brasileño lo terminó pasando mal. La solución la puso un Casillas que dejó otra parada para la historia.
Pese a que esta fase del choque no fue muy boyante para los blancos, sí se hizo evidente lo comentado al inicio del análisis. Sin ser el Veltins Arena el escenario ideal para medir tal cosa, el Madrid saltó a un duelo de Champions con una pausa y un control emocional directamente inéditos en este ciclo. Quiso cocinar a fuego lento y aunque el horno tardó en calentarse, en todo momento tuvo la certeza de que el plato terminaría en su punto. Así fue. Llegó el 0-1 y con él, el espectáculo.
El Real Madrid llegó a jugar bien incluso cuando no lo hizo tanto
En cuanto Modric ajustó un poquito su posición, el Real activó el “modo roca”. Insistimos: a la espera de confrontar a los merengues con un adversario rico en recursos, resulta llamativo el equilibrio defensivoEl Real a veces parece un muro impenetrable de la escuadra madridista. El nivel grupal es altísimo pero además se han producido mejoras individuales. Pepe, por ejemplo, ahora guarda la posición de manera bastante más cerebral. El portugués marca muchas más diferencias “estando quieto” que hace tres años, algo que permite a la zaga mantener el orden cuando es atacada frontalmente. A esto se une el repunte físico de Xabi Alonso, que empieza a ganar los balones divididos y a llegar a las ayudas en banda. El mediocentro tolosarra es soberbio en lectura defensiva y si el equipo permanece junto consigue que un robo equivalga a un contragolpe. Bueno, consigue eso y varias cosas más.
El principal ayudante de Xabi iba a ser Di María. El argentino no paraba de ofrecerse ante la mirada de un Boateng superadísimo en su rol de anoche. Esa unión fue haciendo crecer a un Real Madrid que aumentaba su velocidad al calor de los pases de Alonso. Fue entonces, allá por el tramo final de la primera parte, cuando el Madrid de Ancelotti completó el que quizá sea el mejor tramo futbolístico de la temporada. El dibujo, una especie de 3-2-2-3, con Alonso yendo y viniendo entre centrales. El dibujo como tal no significa nada sino que fue su funcionamiento lo que impresionó. Lo explicamos.
El mejor Xabi Alonso de la temporada hizo soñar al Real Madrid
Desde su posición de lanzador, Alonso levantaba la cabeza y podía encontrar a medio mundo. Con Marcelo y Carvajal adelantados, su pase favorito estaba siempre disponible. En corto, como decíamos, Di María estaba al tanto. Al quedar en zona central, el Fideo supone un plus defensivo tremendo en la presión y corriendo para atrás.El Madrid tuvo varias fases de enorme fútbol El rosarino fue clave en la recuperación inmediata, al igual que unos laterales adelantadísimos que recogían rechaces sin parar y unos centrales que apretaban de cara de todo el rato. Abierto ligeramente a la derecha (orden táctica) se situaba Modric, que se llevaba la marca de Neustadter (mediocentro del Schalke) y permitía a Benzema aparecer en ese espacio (mapa de calor, tendencia clara al lado diestro). Lo de Karim fue sencillamente maravilloso, casi un pecado visual. Cada toque suyo era un poema a este deporte. Por último, Bale y Ronaldo se repartieron los papeles. Uno enfilaba al área y el otro salía a la izquierda, a ejecutar un tres contra dos (con Di María y Marcelo) por fuera. Si acudía Bale, la jugada acababa en centro con CR en el área. Si iba el luso, con chut a puerta.
Tal y como estaban jugando los de Ancelotti casi dio pena que el árbitro señalase el descanso. A la vuelta todo fue mucho más trivial y menos serio. El Madrid se dedicó a disfrutar mientras el Schalke se desangraba. Un disfrute responsable, porque como señalamos al principio, los de casa no inquietaron en ningún instante. El Real ha alcanzado una valiosísima seguridad defensiva y eso le otorga una tranquilidad enorme a la hora de jugar. Ayer sin embargo vimos algo más, algo que no se había dado hasta la fecha. Ayer vimos a un Madrid lúcido con la pelota en el pie. Ayer vimos a Xabi Alonso.
@DavidLeonRon 27 febrero, 2014
Dije anoche en el 38 Ecos que me había gustado Alonso pero que tampoco lo había visto tan, tan decisivo. Como a Abel le gustó y dijo que le había parecido relevante, me volví a ver el partido para comprobarlo. Y tenía toda la razón.
Partidazo de Xabi Alonso, sobre todo en la etapa más competitiva y grande del Madrid.
Ojo a los de Ancelotti que pintan muy, muy bien. El domingo una nueva prueba.