No corren buenos tiempos por Santander. Su querido Racing ha encadenado dos descensos consecutivos en medio de una crisis institucional tan difícil de explicar que resulta inexplicable. Una situación así no suele dejar demasiado lugar a la esperanza, sobre todo cuando el futuro del club es aún una incógnita, pero en el pasado la afición racinguista puede encontrar un dulce recuerdo que logre aliviar estos días lejos de la élite. Tras su último paso por la Segunda B, nació uno de los equipos que más simpatías despertaron en la década de los noventa: el «Racing de los rusos».
El Racing pasó por la Segunda B en la temporada 90-91.
El primero en desembarcar en El Sardinero fue Andréi Zigmantóvich, un central bielorruso que se había dado a conocer como mediocentro soviético en el Mundial de 1990. Sin embargo, su llegada estuvo lejos de ser una de las noticias positivas de la temporada del ascenso (92-93). «Paquito», que luego precedería a Manuel Pellegrini en el Villarreal, no contó demasiado con él y en su primer año únicamente jugó seis partidos. Sea como fuere, durante este periodo de transición entre el descenso a la Segunda B y el regreso a Primera, el Racing sumó varios efectivos que conformarían la base del equipo en Primera División. Ceballos se hizo con la portería para no devolverla en diez años, Quique Setién volvió al club tras su paso por Logroño, Merino recaló desde Bilbao y el nigeriano Mutiu llegó procedente del Castilla.
Pero las grandes novedades llegarían en el verano de 1993. Jabo Irureta, que ya sabía lo bueno que era Carlos pero aún no había conocido a Mauro Silva, ocupó el banquillo e instauró un 5-3-2 donde ZigmantóvichIrureta dibujó un 5-3-2 que sacó lo mejor de sus rusos formaría como líbero por detrás de Merino y Pablo Alfaro. El Tractor Bielorruso, como así se le conocía, tenía un buen despliegue físico pero, sobre todo, una cuidada salida de balón que le hacía perfecto para una posición que ya estaba en desuso en el fútbol español. El técnico guipuzcoano, además, contaría en ese periodo estival con la incorporación de los otros dos protagonistas de esta historia: Dmitry Popov y Dmitry Radchenko, ambos procedentes de un Spartak de Moscú que un par de años antes había eliminado al Real Madrid de la Copa de Europa. De un modo diferente al de Mostovoi y Karpin, ex-compañeros suyos en aquel equipo, los Dmitry entraron con fuerza en el fútbol español y de lleno en la historia del Racing de Santander.
Popov era un extremo de bastante calidad, con cierta garra y aún más llegada; Radchenko un ariete de estos altos, pero con un toque genial que costó 197 millones de pesetas y que lo hacía tan diferente aRadchenko se ganó un hueco en el corazón del Racing los demás como intermitente en los partidos. Este último solamente pasó dos temporadas en Santander, pero logró dejar tres imágenes que aún permanecen intactas en el imaginario colectivo de los racinguistas. La primera de ellas, un excepcional gol de vaselina en San Mamés que culminaba una gran remontada y que le sirvió a Radchenko para darse a conocer en España, al Racing para aspirar a puestos europeos y a Irureta para, en el siguiente año, firmar por el propio Athletic. Ya en la 94-95, con Vicente Miera en el banquillo, se produjeran las dos siguientes: el doblete en el histórico 5-0 al FC Barcelona de Johan Cruyff y, sobre todo, el vital gol en Anoeta que selló de forma matemática una permanencia que unas semanas antes parecía muy complicada. Popov, al igual que el bigote de Zigmantóvich, duraría una temporada más en el club, pero la magia del equipo ya se había ido a Coruña.
Después de ellos llegarían varios rusos más al Racing.
Aunque luego tomarían el relevo otros compatriotas como Faizulin o Beschastnykh, el «Racing de los rusos» capituló en 1995 con los deberes hechos. Cogieron el equipo en Primera, lo consolidaron, se ganaron el cariño de su público y se fueron habiendo sentado las bases de la etapa más longeva del Racing de Santander en la élite.
Sólo durante esos 18/19 años siguientes que fueron protagonizando Colsa, Munitis, Marcelino o Zigic, el Racing fue un fijo de la Primera División. Ahora, evidentemente, ya no lo es. Hoy en El Sardinero se ven partidos de Segunda B, el rival es el Gijuelo y las grandes promesas son Dani Sotres o Mamadou Koné. La vida en Santander ha cambiado mucho en poco tiempo, pero para algunos esto les es familiar. Quien sabe, quizás éste es el origen de una bonita historia. Esperemos, eso sí, que sea más corta que la del Real Oviedo.
@DavidLeonRon 6 diciembre, 2013
El Racing es un recuerdo imborrable de la Liga de los 90. El club se pegó casi 20 años en Primera si no estoy confundido. Los que empezamos a ver fútbol en esta época teníamos al Racing por un fijo total.
Y dejaron sus cosas. El 5-0 al Barcelona es lo primero que se me viene pero años más tarde, con un super Munitis ganaron 2-4 en el Bernabéu. O los 27 goles de Salva:p
PD. No recuerdo qué tipo de delantero era Radchenko. Creo que fue titular con Rusia en USA 94, al lado de Salenko. Tenía jugadorazos esa Rusia pero no pasó la primera ronda.