Luis Suárez se bastó para que la cita estrella del Boxing Day 13´ pasase por un duelo entre dos candidatos al título de Liga. Su labor contra el cuadrado Kompany-Lescott-Fernandinho-Touré puso tan en jaque al Manchester City que el resto del Liverpool pudo permitirse no asumir más riesgos de los prudentes, lo cual suele ser suficiente para no ser superado por los skyblues si se tiene un mínimo de nivel general. Para no ser superado en el juego, se quiere decir. En el marcador, la película es diferente. El City marca un gol para cada 10 minutos de control. La rentabilidad de sus buenos momentos es única.
El City siempre arranca igualEl City encaró el partido como siempre. Al estar lesionado Kun Agüero, en vez del 4-4-2 habitual optó por un 4-2-3-1 con Silva por detrás de Negredo, pero el cambio táctico no modificó su actitud: salió a verlas venir con el balón. Suena raro, pero viendo con regularidad a este equipo se capta pronto su laxa identidad. De inicio, los susodichos aceptan tener la posesión y regalar espacios, pero no como parte de un plan de acción, sino como una especie de canon mediático, pues la pelota no tiene ni un destino claro ni una función determinada. Es un pase-pase soso y lento que espera a que una de las estrellas, la que esté más inspirada, levante la mano, tome el timón, active a los que sí están siempre (Jesús Navas y Negredo) y haga valer la pegada del plantel. Ayer la estrella inspirada fue David Silva.
El 4-3-3 de Rodgers supo ser conservador. No metía la pierna.
Pero hay diferencia entre buscar a un crack y esperar a que éste se encuentre por sí mismo. Concretamente ésta es la que convierte al de Pellegrini en un equipo discontinuo, irregular y sin cuerpo. Por eso el 4-3-3 del Liverpool lograba controlar el ataque citizen valiéndose de poco más que de la prudencia. Henderson y Joe Allen carecen de talento defensivo, así como Srktel y Sakho, pero con guardar la posición y no meter el pie antes de tiempo había para torpedear al Manchester City.
Suárez se salió una vez másY con el control defensivo a favor, Luis Suárez capitalizaba los contragolpes. Lo primero que hacía era amenazar la espalda de Kompany y Lescott para que diesen un paso hacia atrás, y luego tiraba el sprint a la de Touré Yaya y Fernandinho, que tácticamente forman una pareja imperfecta. Así Luis recibía siempre en la mitad de ese cuadrado, esperaba el contacto de Kompany contra su espalda y lo eliminaba con un giro portentoso. Se hace complicado transmitir con palabras la utilidad y emoción de su fútbol; quédense con que ganó el partido a base de asistencias. Lo que ocurre es que Sterling carece de la finura de Sturridge definiendo. Sólo coló uno y no proveyó al «9» con ninguna ocasión seria. Luego Silva tuvo su racha celestial y en un rato de duración ínfima el City hizo dos goles. 2-1. El resultado no expresaba lo acontecido, el Liverpool había sido mejor, pero de nada servía. Así funciona el próximo rival de Messi.
En el segundo tiempo Luis Suárez dejó de recibir en el centro.
Forzado a tomar la iniciativa el L´pool se vulgarizó y dejó de encontrar al héroe Suárez en el centro. Y eso que en el primer tiempo amén de contraatacar había jugado situaciones estáticas con orden y desborde; Luis ganaba el centro citado y, si no podía acelerar, la abría a Coutinho o Sterling y esperaba a que la jugada le superase para luego recibir un pase atrás, controlar de cara y armarla. Eso se esfumó. Para ganar metros el punta se veía obligado a caer en banda, y aunque lo hizo con aptitud no fue lo mismo. Pasó de dominar a crear peligro. Perdió peso. Buscando que su figura recuperase su estatus en el choque, Brendan Rodgers quitó a Coutinho y puso a Moses. Pretendía fijar en las dos bandas con dos extremos para abrir al City y volver a crear espacios por dentro. Tenía sentido, pero no salió bien. Sin el auxilio de Coutinho el Liverpool pasó a tener muchos problemas para salir con el balón jugado. Touré y Fernandinho dieron un paso al frente, presionaron y ahogaron a su rival en su propio campo. En este caso el City mereció elogio. Leyó muy rápido la nueva ventaja y la exprimió con éxito.
En el cierre del partido entró Aspas por Leiva y los reds terminaron en 4-2-4, y en el City entró Javi García por Silva dando pie a, con certeza, la versión más creíble de su equipo: el 4-2-3-1 con Touré por detrás del delantero. Pellegrini no puede imponer esta alternativa porque Javi García no está al nivel de sus compañeros, pero en lo táctico es con diferencia lo más sólido. Con otra particularidad, no se pierde peligro por quitar un punta. Probablemente incluso se gane. Acercar al jefazo a la portería contraria es un filón. En esos últimos 10 minutos estuvo más cerca el 3-1 que el 2-2.
Adam 27 diciembre, 2013
Cuando al City le tocó el Barça Pellegrini pidió a Fernando Reges, que termina contrato con el Oporto dentro de 6 meses. Y con el Oporto fuera de la Champions veo bastante claro que lo ficharán. ¿Es mejor que Javi García?