«El sueño del pibe” es un tango argentino de los años 40, no muy conocido en nuestro país. En él se cuenta la historia de un niño de origen humilde que un día recibe por carta la citación del club de sus amores. Entre lágrimas, el crío promete a su madre un futuro de gloria, el futuro que siempre anheló. Maradona, que cantaba peor que jugaba al fútbol pero tampoco lo hacía mal, versionó este tango, adaptando la letra a su leyenda única. A levantar dicha leyenda contribuyó como pocas cosas aquel vídeo en blanco y negro en el que un Diego infantil revelaba la gran ambición de su vida: ser campeón mundial con su nación. El testimonio de amor puro le colaría sin matices en el alma de la gente. El chiquillo era real. Ayer en El Sadar no debutó Maradona pero sí José García, canterano de 16 primaveras al que, como Diego, una cámara de televisión convirtió en hincha antes de ser futbolista. Fue la parte mágica de una velada que dejó una conclusión fundamental: el Almería ya está aquí.
La solidez del Almería y José García hicieron grande al partido
Los primeros 20 minutos fueron los soñados por Francisco. El Almería repetía su línea de cinco defensas, dos pivotes y arriba Soriano, Vidal y Rodri. El plan era clarísimo: cero riesgo en salida, balón largo a Soriano y tres hombres para la segunda jugada; Rodri y Vidal liberados por delante y Azeez atento a cazarlas de cara. Estos dos últimos son jugadores muy inquietos, ideales para sorprender a un adversario desajustado. Los andaluces no llegaban mucho pero tenían todo bajo control, sobre todo gracias al otro aspecto destacado de la estrategia de Francisco: la presión. El Almería buscaba incomodar la salida de Osasuna con hasta cinco futbolistas en campo rival. El conjunto de Javi Gracia no alcanzaba situaciones de centro al área como le gusta. Insistimos, no es que los visitantes estuvieran arrasando pero el 0-1 logrado por Rodri tenía su base futbolística.
El choque cambió tras el gol. El Almería dio un pequeño paso atrás y pasó a defender en 5-4-1, con las líneas más juntas y replegadas. La medida no tenía por qué ser negativa pero terminó siéndolo, principalmente por los despistesDefender abajo no le salió bien ayer al Almería de Dubarbier. El carrilero zurdo perdía la posición una y otra vez ante las rupturas de Cejudo, en el único movimiento que Osasuna estaba encontrando para atacar con balón controlado. Ni Armenteros ni Torres estaban aportando gran cosa así que los despistes del lateral argentino fueron especialmente inoportunos. El caso es que Osasuna había entrado en el partido y ya atacaba y centraba desde donde quería. Loe se hacía grande en los envíos a Soriano y el Almería, que en principio había elegido retroceder en el terreno, de repente estaba siendo superado. Suerte de Esteban, enorme bajo palos a sus 38 años. Los de Francisco necesitaban el descanso para recolocarse sobre el césped. Por más que los tres centrales se estuviesen mostrando sólidos en el juego aéreo, recibir balones cruzados en El Sadar es un pésimo negocio. Francisco tomó nota antes del descanso.
Osasuna se reenganchó gracias a la profundidad por la derecha
El cambio de actitud del Almería fue bastante evidente tras la reanudación. Si bien no se recuperó la presión tan adelantada del primer cuarto de hora, fue notoria la voluntad de defender más arriba. Reaparecieron los robos adelantados y los problemas de Osasuna para ganar línea de fondo. Aquí es de justicia resaltar a Dubarbier. Si cerrando su banda estuvo fatal, incorporándose al ataque no solo fue importante sino también bonito, muy agradable a la vista. Hizo avanzar metros a su equipo, forzando a Osasuna a iniciar el juego desde abajo. Los locales caían en la precipitación, centrando desde malas posiciones unas pelotas sencillas de atajar para Pellerano, Trujillo y Torsiglieri. Los rojillos no podían percutir por fuera al encontrarse casi siempre en inferioridad numérica. ¿La causa de esa inferioridad? La nula presencia entre líneas. Ni Silva, ni Loe ni Armenteros ni Torres aparecían para atraer por dentro. Llegaba el momento de los cambios.
El Almería fue mejor cuando se colocó lejos de su propia portería
Francisco sacaba del campo a Soriano, cuyo concurso ya había perdido el sentido táctico. Así, Rodri pasó a currar –aun más– como extremo, con Óscar Díaz de «9». Pero el gran cambio de la noche fue el de José García. El chaval se situó en el doble pivote junto a Silva y ofreció con exactitud lo que estaba necesitando su equipo: una referencia en el medio. Alguien que distrajera en esa zona y permitiera que el esférico aterrizara en la banda cuándo y cómo debía. Claro, por más que el niño se mató a correr, la marcha de Loe permitió al Almería trenzar algunas combinaciones inéditas en la noche, pero globalmente Osasuna había regresado al partido. Se sucedieron las oportunidades navarras pero Esteban y la fortuna dijeron no, frustrando así el (primer) sueño del pibe. Un José García que aún tuvo tiempo de dejar un regate de genio. El balance final es curioso; Osasuna no mereció la derrota pero el Almería quizás sí fue acreedor de la victoria. Francisco lo ha conseguido: los suyos ya son un equipo más de nuestra Liga.
Abel Rojas 9 noviembre, 2013
Me encanta cuando Maradona canta sobre sí mismo. Y me alegra mucho que lo haya hecho a menudo.
Por cierto, un día tendremos que analizar el juego de Soriano. Para mí es el jugador que permite al Almería jugar con línea de 5 sin que su equipo sufra la inferioridad en el medio que suelen sufrir los que juegan así. Ahora al Almería muchas cosas, con y sin balón. Por eso puede permitirse tener uno menos donde los demás.