Juan Ignacio Martínez dice que contra equipos que quieren tener el balón ya no se puede. La lesión de Óscar le está animando a probar cosas nuevas, y entre ellas destacó el doble «9» formado por Osorio y Guerra contra el Málaga de Schuster. Es cierto que en el primer tiempo sufrieron; había tres boquerones en el centro del campo, parecían estar solos y jugaron tela, pero también lo fue que durante los 90 minutos sin excepción pareció que el Pucela creaba peligro con pasmosa facilidad. Cualquier ataque olía a gol. El 2×2 de puntas contra centrales resultó imparable para una zaga que no era ningún coladero.
Costa-Villa, los supervivientesOtrora no hubiera sido noticia ver un doble «9»; la noticia, de hecho, era no verlo. Al preguntar ayer en Twitter sobre esta temática, la comunidad resaltó con nostalgia infinidad de parejas que enumeraremos al final de este texto, así como hoy hemos dedicado una nota al dúo ¿perfecto o imposible?, el Ronaldo & Romario de 1997. La gran cuestión es: si en el fútbol solo perdura lo bueno y nadie se ha olvidado de aquellos matrimonios, ¿por qué un solo equipo de 20 juega hoy con dos arietes en la Liga BBVA?
Repetimos: según JIM, porque, contra equipos que quieren el balón, ya no se puede. Y en España desde Cruyff, cada día lo quiere más gente.
Lo usual es usar dos atacantes que partan desde una banda.
Usar todo el campo es básico en este juego, en las bandas están sus límites y para ocuparlas lo más fácil y directo es fijar en ellas un par de hombres. Es más, ocuparlas bien de otro modo es dificilísimo. Por eso hoy, ayer y en los años 70 la presencia de dos laterales y dos tipos por delante ha sido y es un rasgo común en la gran mayoría de equipos.
Si hacemos el cálculo (dos extremos en las bandas + dos delanteros), en la era del doble «9» a cada sistema le quedaban dos futbolistas, y ni uno más, para su centro del campo. Algunas parejas, como Zamorano y Amavisca o Pandiani y Samuel Eto´o, vivieron con un «5» y un «10» (Redondo y Laudrup; Harold Lozano e Ibagaza); y otras, como Kluivert y Saviola o Darío Silva y Dely Valdés, lo hicieron con un doble pivote (Cocú y Xavi; Miguel Ángel y el Gato Romero). Sólo dos tipos para toda la medular. Visto así, el axioma del buen JIM es bien fácil de entender: ¿cómo compiten dos tíos solos contra, por ejemplo, Bruno, Trigueros, Cani y Aquino en la zona donde más se juega en los partidos de hoy? ¿cómo se la quitas a quien la quiere si estás en inferioridad de 4×2?
Los livianos centrales actuales sufren mucho contra dobles «9s».
Ibai Gómez vota por el doble «9»Aun así, resignarse y guardar en el baúl de los recuerdos el doble «9» no parece procedente. Se trata de una variante táctica que ofrece muchas soluciones. ¿Qué daño no harían dos delanteros a estos centrales modernos que reducen su repertorio al arte de anticipar?, ¿cómo de sostenible sería su juego si su compañero en vez de ser un seguro de vida potencial pasara a tener uno a su cargo? O imaginemos los beneficios a la hora de tirar una contra. Hoy lo habitual es que el «9» de quien defiende se tire a la banda para que su equipo salga por ahí; el rival abre un central con él y cierra el medio con el otro en un marco de 1×0. Fácil. Seamos incluso más simples, ¿cuánto no disfrutarían los buenos centradores si volvieran a tener dos rematadores en el área? La aparición de un equipo bueno y claro que jugase con un doble «9» vintage confundiría. Al menos al principio, jugaría con esa ventaja.
Si no se rindiese culto a la posesión, habría más dobles «9s».
Para que un equipo con doble «9» le quitase la razón al entrenador del Pucela podrían pasar dos cosas. La primera, que consiguiese que el partido no se jugase en el centro del campo. Si tengo la inferioridad en esta parcela, que ésta resulte la menos importante. La segunda, que, como pasó en su día con Kiko y Penev, Dertycia y Pier o Forlán y José Mari, sus entrenadores apostasen por el rombo estrecho en la medular (Vizcaíno, Simeone, Pantic y Caminero son el paradigma). O lo que es igual, que sin clavar a nadie en las bandas lograsen que estuvieran activas. Ambas cosas son difíciles. Por eso casi nadie las intenta.
El amor de Johan Cruyff por el balón divorció a los matrimonios del gol, para pena de los delanteros sin mecha (Benzema) y de los que no son tan buenos como para jugar solos (al estilo del Paquete Higuera, Bolo, Juan Sánchez, Sabas, Carlitos, Víctor Fernández y más ilustres). Con otras palabras, JIM dixit.
Nota. Las parejas de delanteros más homenajeadas en Twitter fueron Luis Fabiano y Kanouté; Kovacevic y Nihat; Claudio y Bebeto; Makaay y Diego Tristán; Zigic y Munitis; Milosevic y Juanele; Bolic y Bolo; Suker y Mijatovic; Kiko y Vieri; Rossi y Nilmar; Edu y Oliveira; Diego Milito y Ewerthon; Eto´o y Pandiani; Juan Sánchez y Penev; Piojo López e Ilie; Kun y Forlán; Darío Silva y Dely Valdés; el Paquete Higuera y Esnáider; Uche y Sinama Pongolle; Fernando Torres y Nikolaidis; Ohen y Penev; el Turu Flores y Pauleta; Ziganda y Urzáiz; Víctor y Peternac; Raúl y Ronaldo/Morientes; y Kluivert y Saviola -la del 4-4-2 de Radomir Antic-.
Pablo 17 octubre, 2013
Son gustos, pero a mi como espectáculo me parece mucho más bello y entretenido como se juega actualmente en las ligas más importantes. Se mejoró muchísimo el trato de la pelota, es todo más cuidado y armonioso. Casi no hay lugar para un jugador que no tenga una sensibilidad mínima en el pié. Incluso los equipos chicos tienden a tratar de salir jugando: está casi en desuso aquello del central pegándole de punta para arriba para que la baje el 9 grandote.